No hay duda de que la aritmética electoral es siempre relativa y para el caso de las elecciones anticipadas en España quedó comprobado. El Partido Popular de centroderecha que esperaba conseguir una mayoría absoluta (la mitad más uno de los votos) o al menos un número de escaños para gobernar en coalición, quedó lejos de tal objetivo con poco más de un tercio (necesitaba 176 y apenas consiguió 136). El político gallego Alberto Nuñez Feijóo puede reivindicar una victoria pero amarga, pues si bien derrotó en términos absolutos al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de centroizquierda, no podrá formar un gobierno y el resultado de la elección sugiere un socialismo español «que resistió», como apuntó a mayoría de medios internacionales, lo que se suponía iba a ser una marea de votos de derecha. Aún así, el PP tiene al menos dos motivos para celebrar. El primero, es que obtuvo tres millones de votos más que en la elección de 2019, lo cual es significativo pues pudo recoger los votos de su antiguo aliado, Ciudadanos, que para estas elecciones estuvo ausente y lo más significativo e histórico: le arrebató una cantidad importante de votos a la extrema derecha en cabeza de VOX. Esto significa un alivio porque un sector representativo de la derecha española aún se mantiene dentro de los márgenes ideológicos del PP, básicamente dentro del respeto del liberalismo pro europeo, y poco a poco, la incorrección política anti derechos que una inquietud justificada despierta en el llamado Viejo Continente, empieza a rozar su techo electoral. El PP quiere gobernar pero no a como dé lugar, menos aún teniendo como único y valioso aliado a un partido de extremos como VOX, que puede poner en jaque el lugar que España se ha ganado en Europa e incluso en el globo.
Y lo segundo, le corta una racha de triunfos electorales a la izquierda que le permitió gobernar con más aciertos que yerros desde 2019, incluida la difícil coyuntura del Covid y la post pandemia. Dicho de otro modo, ayer se confirmó que este ciclo del PSOE bajo el liderazgo de Pedro Sánchez podría llegar a su fin, seguramente en próximas elecciones que busquen canalizar los votos para que, en un nuevo correlato de fuerzas pueda emerger un gobierno liderado por el PP, aunque no haya claridad al respecto. Esta victoria del PP solo es comparable a la mayoría simple que obtuvo en 1996 bajo el mando de José María Aznar quien se apoyo en el nacionalismo vasco, PNV, y en la derecha catalana (CiU) para formar un gobierno.
Entretanto a Pedro Sánchez le sobran motivos para celebrar. Nadie vaticinaba que pudiese remediar la tendencia desfavorable observada en las elecciones regionales de hace dos meses. Sin duda lo más sorpresivo es que haya mejorado su desempeño respecto de la elección de 2019 con 700 mil votos más. Esto comprueba que si bien hay un desgaste natural tras 5 años de gobierno, el electorado español le reconoce una gestión exitosa que permitió desactivar el independentismo catalán, cuando en el gobierno anterior de Mariano Rajoy España parecía enfrentar la peor crisis constitucional en la era democrática; mantener un Estado de bienestar durante la parálisis en la pandemia; y un desempeño económico más que positivo. La otra ganadora es su ministra de trabajo, Yolanda Díaz de extracción comunista y líder de Sumar -en cuarto lugar- quien ha sido responsable de buenos resultados en materia laboral gracias, entre otros, a la reforma que al año de ser aprobada, registraba más de medio millón de empleos y una contracción de la desocupación de unas 430 mil personas. Díaz deshizo el mito de que la regulación del mercado laboral desincentiva el trabajo.
La única posibilidad para que el PP pueda formar un gobierno es que cambie la posición inicial de algunos partidos como el PNV, algo que parece improbable, mas no imposible. Y del lado socialista necesitarían el apoyo de la Unión del Pueblo Navarro (UPN), Coalición Canaria, PNV, ERC, Bildu y BNG. Será clave que Junts -el partido del líder catalán independentista Carles Puigdement quien se encuentra en el exilio-, se abstenga para poder dar vía libre a una formación liderada por el PSOE. Se especula que lo podría hacer, a cambio de un indulto para permitir su retorno.
Nada parece sencillo en esta España donde como bien apunta Carlos Cué del diario El País «la gobernabilidad ha quedado en el aire». Por ahora, la izquierda ha conseguido su objetivo: impedir el traslado de la victoria en las elecciones regionales de hace dos meses al plano nacional, al tiempo que se dejaron en evidencia las limitaciones de los discursos de odio de VOX.
@mauricio181212
Y sobre la última frase del artículo del profesor Jaramillo, que, una vez más, nos sorprende con su enorme capacidad para efectuar desde Bogotá reflexiones muy atinadas sobre acontecimientos en países muy diversos. Se ha extendido la costumbre de calificar como “discurso de odio” las propuestas políticas que distan de las nuestras. Me parece aberrante, porque implica arrogarnos el derecho a decidir qué puede y qué no puede defenderse en política. Hay unas cuantas líneas rojas bastante obvias, desde luego (la más importante, el “no matarás “), pero lo demás creo que es cuestión discutible. Y que gane el mejor…
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Sobre la cuestión que suscitaba Juan. Si no se puede competir, quizá lo mejor sea no intentarlo. Darse de bruces contra una pared no conduce a nada. Si uno se encuentra en esa situación, quizá lo más práctico sea buscar vías alternativas.
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De acuerdo contigo Jose con respecto al último comentario pero cuando opinas que VOX no se ha defendido bien, pero cómo podría? Si ante unos medios informativos totalmente oficialistas, parcializados ha sido imposible. El mismo PP se ha encargado de demonizarlos siendo sus potenciales aliados en caso de que hubieran alcanzado la mayoría. VOX siempre contracorriente. Sólo contaba con influencers en internet, a través de mítines y puestos de información en la calle que fueron atacados a veces por radicales. En TVE, cadena oficial, muy poco espacio les dieron. Así imposible. Demasiado bien les ha ido.
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Otra cuestión diferente es si este tipo de lucha política, basada en la demonización del adversario, es bueno para la estabilidad social y para la democracia. Creo que la democracia funciona mejor cuando cada elector puede elegir libremente entre todas las elecciones posibles, sin ver coartada su libertad ni por lazos identitarios (“ser de izquierdas, “ser de derechas”, “ser catalán”) ni por presiones sociales excluyentes. Ciencia ficción.
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Sobre el comentario de Juan. Probablemente, la imagen que se ha creado de Vox sea injusta, por deformada o exagerada, pero la política es intrínsecamente competitiva y los adversarios intentan hacerse mutuamente daño. En último extremo, el que la izquierda haya sido capaz de crear una imagen tan negativa de Vox y que este partido no haya sido capaz de contrarrestarla significa que Vox ha competido peor.
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Sería bueno que explicara quienes son esos partidos minoritarios con los que gobierna el partido socialista. Exterroristas, independentistas y comunistas. Léase los programas opresores de estos grupos donde anulan la libertad de expresarse en español y a los niños los espían en los colegios por si hablan español o de conseguir un trabajo sino hablas su lengua autóctona. Son supremacistas. Estos si son extrema derecha. Esta idea no la vendes verdad? Además que quieren romper España. Odian todo lo español. Y estos están en el gobierno. Increíble.
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Se debería leer el programa de VOX y si ve algo de extrema derecha avíseme. Yo lo he revisado y no veo nada de homófogo, racista, etc. Al contrario, en lugar de ser sectarios ven a todos igual ante la ley. Esa es la idea del miedo que le han vendido a todo el mundo, incluido usted, para que gobiernen los corruptos de siempre y los que apoyan la agenda 2030. Son los únicos con un programa con sentido común.
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