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Tus pies caen quemados sobre el suelo metálico. Tus manos pierden su color y rasgan el humo con las uñas. Tu cuerpo se evapora y, a pesar del humo, una mujer alcanza a reconocer tus ojos. Son dos pelotas lechosas a punto de estallar, atrapadas entre tus venas rojas que parecen...
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