Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Hace unos días, mi bebé de casi un año y medio de edad me sorprendió cuando estaba parada cerca de la puerta del apartamento y vio al vecino rociando alcohol a todas las bolsas que traía. Lo saludó diciéndole: “¡Hoa!” y luego repitió varias veces: “¡sucio, sucio, mamá sucio!”. Me dio risa y al mismo tiempo traté de explicarle por qué no debe tirar su muñeca fuera de la casa, pues yo también limpio todas las cosas que vienen de la calle. De nuevo me reí al pensar si ella realmente comprendía por qué en esta época se debe tener especial cuidado de limpiar todo y de lavarse las manos muchas veces al día.

Al ser mi primera experiencia como madre, muchas cosas han sido totalmente nuevas, todo un universo por descubrir, en especial cuando estás todo el tiempo con una bebé en casa. Hay ratos donde no sé qué más hacer y cuesta encontrar el equilibrio entre ser madre y los otros roles de la vida. Sin embargo, he reflexionado acerca del privilegio y disfrute que conlleva  esta responsabilidad; es algo que yo, mientras crecía no pude vivir a cabalidad, ya que mi madre tenía que estar por fuera trabajando y a veces no la veía por semanas enteras, cosa que no le reprocho porque así fue como le tocó y sé que a ella también le hubiese gustado compartir conmigo en las etapas claves de mi infancia.

Ahora mi historia es muy distinta, pues mi forma de vida y estilo de trabajo me permite estar con mi hija las 24 horas del día, es hermoso y a la vez muy desafiante, ¡y bueno! en este tiempo de confinamiento aún más.

Nuestra rutina en casa consiste en las cosas básicas del cuidado de una bebé en crecimiento. ¡Las mamás lo saben! cambiar el pañal de una larga noche, tomar lechita, preferiblemente del seno, estar pendiente de que no meta los dedos en los tomacorrientes, ni que se trepe en lugares donde corra el riesgo de lastimarse; buscar la manera de variar el menú ahora que está desarrollando sus gustos, en especial ver qué preparar para que se coma las verduras; practicar el ataje por allí y el ataje por allá, mientras ella corre con toda su energía por la casa y nos trae juguetes a la cama diciendo: !jugar mamá, jugar!

¡Y así se va todo el día! Te das cuenta que ya es hora de dormir cuando estás leyendo de nuevo algunas de sus historias favoritas. Todo comienza con el desayuno, después mientras uno de los dos tiene alguna reunión o teletrabajo, el otro hace ¨la segunda¨ jugando, o coloreando o quizás bailando; en fin, el día transcurre entre cocinar, medio limpiar, trabajar y jugar, jugar muchísimo, de hecho.

A veces estar encerrados sin poder ir al parque, a la playa o simplemente visitar a otros amiguitos, parece ser algo que ella aún no percibe mucho. Lo que sí creo que está ocurriendo es que sus padres somos por ahora sus mejores amiguitos de aventuras. Y también creo que el tiempo de calidad que estamos invirtiendo en la vida de nuestra bebé es una plataforma sólida para sus años venideros. Tengo fe que así será, que cada día compartido con ella, se convertirá en un valioso tesoro para nuestra memoria y muy seguramente para la memoria emocional de la niña también lo será.

Algunos padres, como lo dice mi esposo, no queremos que crezcan tan rápido para disfrutarla así de tierna y dócil para siempre. Pero la verdad es que ella ya aprendió a caminar y ahora corre, así que mas vale aprovechar cada día y cada etapa.

A nuestra bebé, por ejemplo, le encanta bailar. Una de sus canciones favoritas es la de la versión más reciente de la película cenicienta. Puedes escucharla todos los días invitando a su papá a bailar. Lo persigue y estira sus manitas diciendo: “¡Papi, bailar bailar!” y él cae rendido ante tan irresistible invitación. Me fascina verlos bailar. En el libro “Cautivante” los autores John y Stasi Eldredge escriben: “Toda niña anhela develar belleza y cautivar el corazón de su padre”. 

WhatsApp Image 2020-06-30 at 8.16.37 PM

Fotografía de Mauricio Chaparro

De esta manera se van los días en esta cuarentena; entre bailes, risas, rabietas y juegos ocurrentes, como cuando ella saca la ropa limpia del clóset y corre por toda la casa arrastrándola para que uno la persiga y trate de quitársela. Lo clave es disfrutar y no dejar que el aburrimiento o la impaciencia nos ganen. 

Otro de los eventos que rompen la rutina es el carro de la basura. Para ella es todo un acontecimiento asomarse por la ventana los lunes, miércoles y viernes al atardecer para ver detrás de la malla protectora a los hombrecitos vestidos de verde echar la basura al camión y luego ver a éste marcharse con su estruendoso motor. La mejor parte es que esos mismos personajes le volean la mano y saludan a su fiel fan…mi hija. Es muy especial y gracioso.

Hace unos días tuvimos que llevarla a realizarse exámenes y yo tenía mucho temor de llevarla a centros médicos a causa del virus; puesto que ella por su corta edad aún no puede usar tapabocas; para nosotros como padres fueron momentos un poco tensos. Ese día ella era la única bebé que estaba en los recintos del hospital, sin embargo, para ella era todo un paseo fuera de casa y con atención observaba todas las cosas que veía diferentes. Curiosamente ese día se me ocurrió ponerme un turbante para cubrirme la cabeza y me uní al compás de los accesorios poco comunes para ella, pues el primer médico con el que nos topamos tenía tantas cosas encima que literalmente parecía un astronauta. Todos en la consulta, tratamos de hacerlo parecer como un juego para que ella sonriera y se dejara revisar tranquilamente.

En fin, ese día pensé, ¿será que comprenden los bebés lo que está ocurriendo?¿Saben por qué toca limpiar las cosas que vienen de la calle?¿Comprenden por qué todos usan tapabocas?¿Entenderán por qué no pueden salir como antes?

No sé qué pasará exactamente por su joven cerebro, pero sí creo que esta es una oportunidad que tenemos los padres para cuidarlos y disfrutarlos; una oportunidad para explorar toda nuestra creatividad inventando juegos cada día que hagan de esta estancia algo agradable, divertido y provechoso. 

Ahora que estoy aprendiendo a ser mamá, recuerdo uno de los diálogos de la película “Un buen día en el vecindario”, interpretada por Tom Hanks, en el papel del Señor Rogers que decía: “cuando eres padre tienes otra oportunidad de crecer”. Esta es una oportunidad para dejar huellas indelebles de amor y aunque a veces perdemos la paciencia por el encierro o por las circunstancias estresantes, es mejor valernos de un momento para respirar profundo, tomar aire fresco por alguna ventana y retomar otra vez la labor con estos angelitos que Dios nos ha confiado y que merecen lo mejor de nosotros siempre, aún en tiempos de cuarentena.

 

Por: Diana C. Ospina

Compartir post