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covid

Esta pandemia del Covid-19 es sin duda la prueba colectiva más difícil que nos ha tocado vivir, por lo menos a los de esta generación. Nunca nuestra realidad había sido tan cercana a las distopías apocalípticas de las películas de Hollywood y de las novelas de ciencia ficción.

En situaciones de crisis, se exacerban los problemas estructurales de cualquier nación, ciudad o territorio. En esta crisis en particular se ha visto expuesta la debilidad de los sistemas de salud, la fragilidad de la economía, el peso del desempleo y el acecho de la pobreza. Asimismo, se nos ha recordado nuestra precariedad como seres humanos y lo vulnerable que somos cuando está en riesgo nuestra salud. Solo cuando nos sentimos enfermos recordamos lo esencial que es gozar de buena salud para poder hacer cualquier otra cosa. Definitivamente sin salud no hay nada. Pero es doloroso que se tengan que perder tantas vidas para poder aprender esa sencilla pero demoledora premisa.

Lo compleja de esta situación es que las soluciones aparentemente se salen de nuestro alcance. Pero paradójicamente ante un problema colectivo, la solución debe ser individual. Pues precisamente esta en las manos de cada uno contribuir al bienestar colectivo al acatar las medidas que acertadamente, en el caso de Colombia, han tomado las autoridades.

Muchas familias en el país que viven del día a día y que no tienen que comer están pasando por un momento muy difícil. Es la mejor oportunidad para ser solidarios. De ayudar a quienes podemos ayudar. Es el momento para compartir. Para que quienes tienen la posibilidad de darle la mano a otros lo hagan sin pensarlo.

En su célebre novela ‘La peste’, Camus recrea una avasalladora pandemia en la ciudad de Orán, en el norte de África. En su novela, esboza en medio de las drásticas medidas de aislamiento que también se toman, una simple pero poderosa idea: Las relaciones humanas cambian a las personas en dos condiciones diametralmente opuestas; con la cercanía y con la distancia. En nuestra realidad, debemos procurar que esos cambios que inevitablemente se producen en una situación tan sui generis como esta, se hagan para bien. La clave es que podamos valorar mas a quienes tenemos cerca y ser mas solidarios con los que están lejos.

Que sea esta crisis una oportunidad para replantear las metas que tenemos, reorganizar nuestras prioridades y disfrutar de un tiempo valioso en familia. De aprender a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. De conversar más, leer y reflexionar. De ejercitar el cuerpo y la mente. De que las limitaciones nos empujen a ser más creativos. Que encontremos en la introspección lo que no podemos encontrar en el mundo material. Que revaluemos nuestra relación con el medio ambiente y respiremos como la naturaleza lo hace en estos días de pausa.

Debemos ser positivos y ver el vaso medio lleno ante cualquier noticia o acontecimiento. Lo que se viene no va a ser nada fácil. Cuando salgamos de esto debemos salir con nuevos bríos a empujar un tren que está detenido. Con trabajo e inteligencia colectiva podremos superar está calamidad. Superarla nos hará más fuertes y aún más importante, mejores personas.

Twitter: @alfrecarbonell

Foto: Archivo personal atardecer en Juan de Acosta, Atlántico

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