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Con el fin de analizar la capacidad premonitoria de la televisión y de golpe demostrar de una manera práctica como se puede efectivamente volver al futuro, me propuse a buscar por youtube algunos episodios del programa de dibujos animados Los Supersónicos. Y no tuve que gastarle mucho tiempo a la tarea para rápidamente comprobar que muchas herramientas que presentaban como futuristas en la vida de esta particular familia de saltimbanquis robóticos popularizada en los ochentas, hoy se encuentran al servicio de la humanidad gracias a los apabullantes avances de la ciencia y la tecnología.

Lo que en antaño nos podía llegar a ¨partir el ojo¨ hoy no nos debe sorprender en lo absoluto después de poner a girar el mapamundi con nuestro índice, pues con el objetivo de tener urbes más seguras, con un manejo más eficiente de los recursos naturales y soluciones para el manejo del tráfico, las ciudades que le han apostado a ser inteligentes coexisten con un intercambio permanente de información con sus ciudadanos cuya vida cotidiana está interconectada con el Estado en una gran red.

Hoy un habitante de Seúl consciente de la importancia de preservar el medio ambiente, después de cerrar la llave del lavamanos puede tocar el espejo para que este como por arte de magia se convierta en una pantalla de HD y le suministre todas las estadísticas del consumo de energía y de agua con todas las variables que necesite. Un peatón perdido en la U-City de Hwaseong Dongtan (los invito a perderse también ubicando a esta ciudad en un mapa) puede encontrar en el espacio público una pantalla cuyo único soporte es el aire y al mejor estilo de aquella floja película de Tom Cruise, Minority Report,  puede navegar con sus manos por los mapas de la ciudad y encontrar ágilmente su lugar en el mundo y su lugar de destino.

El remoquete de U-City se refiere a ciudades que le brindan a sus ciudadanos el don otrora exclusivo de los dioses de la ubicuidad de realizar cualquier consulta u operación desde cualquier lugar y en cualquier momento. Así no hay que preocuparse por robarse la señal de Wifi e intentar desesperadamente adivinar claves ajenas cual piratas informáticos pues acá el acceso a internet está siempre disponible y gratuito en los más remotos espacios públicos. Esto complementado a toda una serie de aparatejos, dispositivos y sensores de última tecnología instalados por todos lados que convierten en un click al más desprevenido transeúnte en un prestidigitador del siglo XXII.

Pero una ciudad inteligente requiere más que ciudadanos inteligentes. Requiere ante todo, ciudadanos conscientes de sus deberes y obligaciones. La pregunta que deberíamos hacernos entonces nosotros señor lector, sería más bien ¿Cómo estamos afrontando el subdesarrollo mental de cara a estar preparados y darle un uso adecuado a estas herramientas cuando existan? Por lo pronto debemos dedicarnos a superar este subdesarrollo en donde asumimos que cualquier bien en el espacio público instalado para suplir alguna necesidad colectiva no se puede instalar porque -se lo roban-.

A pesar de que aún las prioridades de la agenda de países en vía de desarrollo como el nuestro se debe enfocar en cerrar la brecha social, son temas en los que ya hay que comenzar a trabajar. Pero si hilamos más delgado inevitablemente caeremos en otra de las tantas discusiones que nos llevan a la misma conclusión: solo a través de la educación se pueden lograr las verdaderas transformaciones.

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