Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Alegoría del mal gobierno

Después de leer una entrevista que la Revista Semana le hizo al exministro Rudolf Hommes a propósito de un “Curso Breve de Novela Negra” que está promoviendo, me puse en la tarea de descifrar los vasos comunicantes entre la literatura y la política. Pues son dos asuntos que siempre han despertado en mí un profundo interés y que a simple vista podrían parecer discrepantes. Y ahora que lo pienso en mi condición de lector, a pesar de mi intención obstinada de diversificar mi material de lectura, invariablemente siempre me he visto arrojado a novelas históricas cuyo hilo conductor es la política. De esa manera he podido deleitarme en la lectura de novelas con las que no solo cumplo el postulado de conocer la historia para entender el presente sino que he disfrutado del proceso gracias a la prolijidad de la prosa.

Pero el encanto de este subgénero no está en el rigor con que el escritor se pliega a los acontecimientos históricos. Es en esos vacíos que con matices fantásticos deben ser rellenados en donde habita la riqueza de estos relatos. Es en las zonas grises de aquellos detalles que se quedaron sin registrar en donde está la sustancia. El valor agregado está en las lagunas en las que el escritor con la precisión del relojero debe ubicar las piezas que hacen falta para que el texto pueda funcionar. Allí es donde se pone a prueba el oficio de la escritura, cuando el único recurso es la creatividad para reemplazar las hojas arrancadas y los archivos que nunca aparecieron. ¡Pero qué responsabilidad la del escritor cuando se atreve a proponer una nueva realidad que automáticamente para nosotros pasa a convertirse en la verdadera historia!

Y aunque existen infinidades de novelas con este corte, me referiré solo a algunas de mis favoritas de autores hispanos en las que la fuerza de sus palabras ha logrado una trascendencia particular.

Es así como García Márquez logró implantar en el inconsciente colectivo el más fiel retrato de un libertador humano y despojado de toda solemnidad en El General y su Laberinto. En Historia Secreta de Costaguana, Juan Gabriel Vásquez que también es colombiano y no tiene un texto malo, nos ubicó en los tiempos truculentos en los que Colombia perdió el Canal de Panamá y nos enseñó como robarse una historia equivale a robarse una vida.

Cuando Javier Moro publicó El Sari Rojo, una novela que ilustra la exhuberancia de la India,  radicales liderados por la viuda de Rajiv Ghandi lideraron protestas y quemaron ejemplares para censurar esta prolífica novela de la vida de Sonia Ghandi por considerarla difamatoria.

Pero el caso más curioso es el de Mario Vargas Llosa quien no solo ha escrito varias novelas con este formato, sino que la estrecha relación entra la literatura y la política ha sido determinante en su propia vida.  Después de haberse consagrado como escritor, decidió incursionar a la política y a aspirar a la presidencia de su país. Como bien lo señala en su libro autobiográfico, El pez en el agua, ese monstruo de mil cabezas que saca a flote lo peor del ser humano, como el mismo se refiere a la política, lo terminó aplastando y para siempre le ganó la partida.

Sin duda estas vivencias fueron fundamentales para la escritura de novelas con tramas políticas como La Fiesta del Chivo, donde relata los excesos del dictador Trujillo en República Dominicana cuyas extravagancias superaron la ficción. Así como El Paraíso en la Otra Esquina, adonde abordó la búsqueda de la felicidad por dos personajes que con vidas paralelas comparten los mismos demonios que atormentan su propia vida. El libro narra la vida de Flora Tristán, dirigente de izquierda quién encontró su vocación en la lucha por la reivindicación femenina y también como el escritor soñaba con un mundo con justicia social. Y de Paul Gauguin el gran pintor impresionista que renunció a su vida burguesa en familia y se fue a vivir a la Polinesia para encontrar (como el escritor) su verdadera vocación en el arte.

Entre estos dos mundos recurrentes parece que Vargas Llosa tuvo que dar varios tumbos para encontrar el sentido primordial de sus cosas como el mismo lo señala: “La única forma a de tolerar la existencia es aturdirse con la literatura en una orgía perpetua.”

Por eso no creo que exista una disertación más precisa que la conferencia que dio en la Universidad de Monterrey que con la lucidez que lo caracteriza logró desenmascarar para siempre los vínculos entre la literatura y la política que (para poder cumplir por fin con ustedes) comparto a  continuación:

https://www.youtube.com/watch?v=Wrs4837VGiM

(Literatura y política: dos visiones del mundo)

Twitter: @alfrecarbonell

Foto: Alegoría del Mal Gobierno, Ambroggio Lorenzetti

Compartir post