En estos tiempos en donde la inmediatez de los acontecimientos nos mantiene hiperconectados, el pequeño acto de abstraerse del mundo cobra una singular importancia. Cada vez es más difícil desconectarse un rato para reflexionar, silenciar las notificaciones para pensar y enajenarse para planear. Pero no es solo alejarse del ruido en busca de tranquilidad, pues cuan relevante es el silencio para adquirir perspectiva. Que subvalorada está la introspección, desprovista de aprobaciones y me gustas, pero plena en autoconocimiento. Es que todo ser humano necesita de pausas de este ritmo frenético que pretende imponer el mundo moderno, como una bocanada de oxígeno, como una siesta fugaz. Abstraerse puede significar sumergir el alma en un poema, transportarse a otros tiempos con una película o elevarse con la nostalgia de un paisaje.
El tema se ha comenzado a tomar tan en serio que ya hay especialistas recetando todo tipo de dietas digitales. Y no es para menos. Un estudio reciente de Phone Life Balance señala que el 48% de los colombianos prefieren renunciar al sexo por un mes que renunciar por el mismo periodo a su smarthphone. Para mejorar la salud mental, proponen ejercicios de desintoxicación por varios días de las redes, de desistir a grabarlo todo, de atreverse a activar el modo avión. En tiempos en los que la gente no disfruta de los momentos reales por andar registrándolos para el mundo virtual, se necesita fuerza de voluntad para izar la bandera del ‘no disponible’.
Lo cierto es que resulta muy sano, de vez en cuando, bajar las revoluciones y entrar en contacto con la naturaleza, desprovisto de todo tipo de aparatos. Respirar el aire puro de un parque o caminar por la orilla del mar. Leer una novela completa sin ofertas ni propagandas para ir borrando tantos mensajes publicitarios que pretenden tatuarse en nuestras mentes. Vencer el miedo a perderse un acontecimiento, a no saber quién fue al concierto, a no reenviar un video viral o a ignorar el último meme. A saber una noticia a destiempo, que llegue ya desglosada y analizada. A leer con detenimiento la historia detrás de la noticia, a abrir un periódico de ayer.
Abstraerse también es la trinchera para esquivar momentáneamente las facturas y los trámites agobiantes. Nos permite desactivar las aplicaciones para activar los sentidos del cuerpo. Despistar por unos días a los del big data, que creen que nos conocen más que nadie.
Cada quien lo hace a su manera, pero es indispensable desaparecerse en algún momento para entender el mundo con una mayor claridad. Vale la pena ausentarse de donde nunca te van a extrañar, así sea momentáneamente. Es necesario ponerle ese paréntesis al afán y recargar baterías, para poder regresar.
Twitter: @alfrecarbonell
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