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Así como un padre alimenta y viste a su hijo también lo cuida. Lo cuida de que no se caiga por las escaleras, de que no le piquen los mosquitos, de las bacterias y de las malas amistades.

 

Algunos mandan al colegio a sus hijos porque en casa no se los aguantan; otros lo hacen para procurarle un futuro conveniente. Pero nadie quiere que su hijo diga groserías, que robe o se drogue o que, en el peor de los casos, lea libros de Efraím Medina. Todos quieren lo mejor para sus hijos y por eso, mientras pueden, controlan las relaciones sociales de ellos. Nada del otro mundo. Se llamaría problema si en vez de intentar que su hijo crezca sano no les importara en absoluto.

Inteligente, educado, bien vestido, así es el amigo que un padre quiere para su hijo. No importa que no sea evangélico, lo importante es que no se drogue, que no beba, que no fume, que en vez de decir «hijueputa» diga «te quiero», que se corte el pelo, que se bañe, que hable inglés, que estudie, que lea.

No nos digamos mentiras, esos, los amigos que nuestros padres quieren para nosotros, son muy aburridos

Los amigos que los padres no quieren para uno suelen tener con frecuencia un discurso atractivo. Son los que están informados. Si no lo están inventan y creen en cosas que otros no creen y no creen en cosas que otros sí. También tienen buen humor.

Los amigos aburridos no salen los sábados en la noche y si salen son los que se van primero. A ellos les da miedo treparse en un árbol. Además no se burlan de los enanos. No lo apoyan a uno cuando uno quiere hacer algo extremo, dicen «es peligroso» o «no, mejor no». En el peor de los casos le dicen a uno «le digo a su mamá». Ven telenovelas, escuchan música mala. Leen libros de Coelho, ven películas como Crepúsculo o American pie. Los amigos aburridos son muy aburridos. Son los que lo llaman a uno el día del cumpleaños o lo visitan en la casa y le llevan un ponquesito con gaseosa. Los otros nunca se acuerdan de las fechas y cuando lo hacen, meses después, lo insultan a uno con palabras cariñosas y se lo llevan de putas. Soy del tipo de persona que mi mamá no quiere como amigos para mí.

Yo no soy papá y aunque creo que no quiero serlo reconozco que además de complicado tiene que ser algo bonito. A veces estoy en desacuerdo con las decisiones que toman mis padres para mis hermanas menores o incluso con las que toman mis hermanas mayores para mis sobrinos; pero sé que les falta esencia a mis argumentos y comprendo que defender mi posición resulta más bien atrevido. Siempre doy mi punto de vista. Por ejemplo, si le controlan los amigos a mis hermanas yo lo encuentro contraproducente; pero respeto la decisión de mis padres porque yo no soy padre y porque ellas son mis hermanas y no mis hijas. Alguna vez en mi adolescencia tuve que decirle a mi mamá, después de hablarlo con Jerson, que ya no éramos amigos, para que se recuperara de la peligrosa enfermedad que le dio cuando me prohibió andar con él y yo no le hice caso. Seguramente a los padres de Jerson tampoco les gustaba que yo anduviera con él, pero, claro, eso mis padres no podían verlo.

Yo tengo muchos amigos, muchos buenos amigos y varios mejores amigos y no tengo dudas de que hay en mí una buena parte de todos ellos.

¿Y usted, es de los amigos aburridos… o de los chéveres?

En Twitter: @Vuelodeverdad

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