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Notificación, lugar de votación y capacitación.

He sido jurado de votación en las últimas cuatro jornadas electorales, he visto de todo, desde la corrupción más descarada hasta la credulidad ciega de los votantes en algunos candidatos, partidos o ideologías políticas. Entre el abstencionismo rampante, la compra de votos, el silencio de autoridades y la mirada inquisidora de los diferentes delegados he llevado a cabo mi labor con el sinsabor de que la democracia en nuestro país es uno de los negocios más rentables. En esta oportunidad también seré jurado de votación, considero que es la ocasión más grata, mi visión utópica espera que todo mejore; se trata de un plebiscito que nada logrará de la noche a la mañana si todos no hacemos cambios rotundos en nuestros quehaceres.

La notificación

Como ya ha sido costumbre revisé la página de la Registraduría Nacional, lo hice en la mañana del 16 de septiembre y no solo me enteré que debo ser jurado, sino que además me cambiaron el lugar de votación a un corregimiento que queda a unos cuarenta kilómetros del municipio en el que resido. No entiendo la lógica de la asignación a un lugar tan alejado pero veo la oportunidad como la posibilidad de conocer un lugar nuevo y tratar con esa comunidad, será otra manera de hacer país y de cumplir con el rol de manera decorosa. Faltar a la jornada trae hondas penalidades, por ejemplo, cuando el que se ausenta es un funcionario público puede perder el empleo y si no se es empleado público la multa es de diez salarios mínimos mensuales vigentes. Las excepciones son muy pocas: en caso de fallecimiento o enfermedad del jurado, del (a) conyugue, o de un familiar en primer grado de consanguineidad. Si la parca es la que visita la excepción solo es válida cuando la muerte se da tres días antes de la jornada; si es por enfermedad, el certificado médico debe ser juramentado, prácticamente para ese día uno está obligado a no enfermarse ni tener una calamidad; ni de riesgo una diarrea. A cambio, un día compensatorio que los empleadores a regañadientes otorgan o que sencillamente prefieren negar.

El lugar de votación

Ese mismo día, al volver a mi puesto de trabajo luego de la hora del almuerzo encontré sobre mi escritorio la notificación oficial. Consulté mediante internet el lugar y fue poco lo que encontré, lo cual me dio indicios de que se trata de un lugar además de alejado, precario. Averigüé con unos conocidos que me dieron instrucciones para la llegada, se trata de un corregimiento que ha sido golpeado por la violencia –como muchos en este país- , al que se llega luego de recorrer unos dieciséis kilómetros por un carretera pavimentada y un poco más de veinte por una destapada, el recorrido tarda cerca de hora y media, si llueve más; estos días las lluvias han sido muy fuertes.

Además de las indicaciones para la llegada, me han hecho advertencias con frases como “¡pilas! allá es caliente”, “cuidado lo desvalijan” “esa es zona roja”. Agradezco las advertencias pero también recuerdo ese viejo adagio que dice que en Colombia la plomonía es una muerte natural. No obstante, de eso se trata, de unas elecciones que servirán para cesar un conflicto de más de medio siglo y si algo bueno ha de traer la tan anhelada paz, además de lo consignado en el tratado, es la motivación de que podamos movernos por lo largo y ancho del territorio nacional sin ningún tipo de impedimento, temor o riesgo.

Capacitación

La jornada de capacitación la recibí con cerca de cincuenta jurados más. La información no fue novedosa, el procedimiento es el mismo que se ha llevado en jornadas anteriores. Pocas preguntas se hicieron, casi siempre las dudas están en quienes son nuevos en la labor de jurado. Mucha documentación por diligenciar y la necesidad absoluta de la concentración al momento del conteo. Por experiencia sé que si se sigue el procedimiento que establecen en la capacitación no habrá ningún inconveniente. Luego de firmar los dos listados de asistencia me acerqué a la expositora, una funcionaria de la Registraduría que enviaron de la capital del departamento, aproveché para preguntarle si en esta ocasión habría algún tipo de transporte para los jurados que tenían su puesto de votación en un corregimiento lejano, para mí desconocido. La funcionaria me comentó que el transporte se había cancelado para los jurados debido a que la Policía Nacional confirmó que no haría acompañamiento de escolta ni para los jurados, ni para los delegados ni para el material electoral. El argumento que les dio la Policía a los funcionarios de la Registraduría fue que por razones de seguridad no prestarían tal acompañamiento. No me ha dejado de parecer contradictorio. Visite el lugar con anterioridad, – fue la recomendación de la funcionaria -, ya verá que no tendrá ningún problema, además ese día todo estará bien y si lo detienen usted solo se identifica como jurado.

En la próxima entrada continuaré mi crónica y les narraré los detalles de la jornada. Gracias por la lectura.

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