El lunes fui a visitar a mi abuela, estaba poniendo la ‘Navidad’ y fui un fastidio sin proponérmelo. Recordé entonces que debo callar, como me lo había prometido, para no dañar los momentos felices al emitir mis opiniones salidas de la “horma”.
No tengo nada en contra de la alegría, por el contrario, por eso sé que debí callar. La culpa no es de la hermosa tradición llena de recuerdos, de nietos felices, de familia unida como a mi abuela le encanta. El consumidor realmente es una víctima y un juguete más.
Me repele el árbol de plástico, así como la ovejita del mismo material, y tantas bolas y luces que invitan al gasto excesivo, compulsivo, en torno a otra mentira que nos taladran en el cerebro desde que no tenemos memoria y nos hace creer que somos felices porque un nuevo mes ha llegado. No encuentro sentido y si me da mucho pesar, cómo hipnotizados corren a comprar y a excederse en adornos para disfrazar paredes, puertas y ventanas, que los distraiga de la monotonía. Tan bellos que se ven los árboles plantados en la tierra, y más bello si la gente los defendiera de la tala. ¿Por qué creer necesitar un regalo antes del abrazo sincero, de la mirada fija y profunda, del cariño ganado, de la mano amiga?
El documental “Buy Now” muestra la gigantesca basura que producen nuestros actos, la destrucción masiva que ocasionamos, el gasto de energía y recursos que extinguiéndose arrasarán con nosotros. Nadie ve las montañas de basura que ocasiona en países africanos “nuestra dulce beneficencia” de enviarle a los “pobrecitos” lo que no nos pondremos. Los invito a ver esas imágenes, en lugar de la publicidad del Black Friday que te hace creer que necesitas comprar.
¿Sabías que las marcas antes de donar o bajar precios, destruyen la mercancía y generan más basura, las cadenas de alimentos, mezclan los saldos con desperdicios para que nadie los coma? Las empresas tecnológicas fabrican con obsolescencia programada. Producir más es destruir más y al tiempo generar mucha más basura. El acto de reparar es hoy toda una revolución. Di con orgullo que tus zapatos tienen 20 años y mil remiendos, en lugar de avergonzarte por no estrenar.
Me miran con pesar por no prender lucecitas que agotan la energía del planeta innecesariamente. No soy del todo buena, la moda me hace ojitos y, a veces, le correspondo. La “vanidad” señores, es “su” pecado favorito, ¿lo recuerdan? Si igual quieres gastar, consume arte, al menos, te deja algo en los sesos. Qué bella es la oveja negra.
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