Quiero pensar que largas horas conduciendo un bus en Cartagena, con tan altas temperaturas y un picó a todo volumen, hace olvidar a los choferes que prestan un servicio y transportan personas, no ganado.
No es valentía, ni resistencia de los usuarios, es falta de opciones lo que obliga a soportar velocidades irresponsables; tan rápido que te golpeas, tan despacio que nunca llegas.
No son sólo los buses, la mayoría de taxistas llevan sólo a donde les conviene y cobran lo que quieren. No hay quien los meta en cintura, en esta ciudad de nadie, no hay autoridad y sí mucha resignación frente a las injusticias. La baja reclamación puede ser un tema de educación o de desconfianza y desprecio por los canales y herramientas de reclamo. La corrupción hace de las suyas.
Así, el transporte informal prolifera. Conjugar falta de autoridad con mala prestación del servicio son suficientes ingredientes para que los colectivos y las mototaxis, hagan su agosto. El caos se materializa bajo la complicidad de ciudadanos inermes y autoridades inservibles.
En ese panorama, todavía hay quienes esperan con fe, casi ciega, la puesta en marcha de Transcaribe. Mientras muchos pensamos que el Sistema Integrado de Transporte Masivo, si es que algún día nace, nacerá muerto, otros piensan que nos salvará del caos. Yo deseo equivocarme.
El punto es que independientemente de lo que piense la ciudadanía, nuestra flamante autoridad le apuesta, por obvias razones, a que el proyecto salga adelante y en ese sentido anunció que se socializará nacional e internacionalmente para ampliar la licitación de operación, dado que, ningún oferente local se presentó en la licitación que se hiciera el año pasado. La lectura simple a la anterior decisión es que los funcionarios quieren viajar y viaticar, o le quieren hacer la jugarreta a los “empresarios” locales.
Pero la verdad es que luego de ocho meses de socializar el proceso licitatorio a empresarios locales y negociar las exigencias, por no decir pretensiones, con el ánimo de ajustar los pliegos que garantizaran su participación en la licitación, en un evidente boicot, no se presentaron, para luego presionar condiciones más favorables. Pues el tiro les salió por la culata y esperando que se les arrodillaran no contaron con que la nueva licitación se abriría para recibir propuestas nacionales e internacionales y ahí sí, se les vino seria la competencia. Entonces, haciendo populismo lastimero pretenden victimizarse y hacernos creer que el sistema los excluye y oprime.
Se les acabó el juego, es hora que entiendan que los negocios son riesgos y sin ellos todos seríamos empresarios exitosos. En el desarrollo de la ciudad TODOS ponemos y la ciudadanía se hartó que los empresarios del transporte nos sigan maltratando. Por bajarnos del bus ahora se bajan ellos.
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