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Construcción de apartamentos amenaza al Humedal La Conejera en Bogotá

Foto de Daniel Bernal – Humedales Bogotá.

El único ser vivo que atenta contra su propio ecosistema es el humano. Aún así, creemos que somos los más inteligentes.

Uno de los grandes tesoros ambientales de la sabana capitalina, el Humedal de La Conejera, donde conviven 115 especies de aves, 8 de mamíferos y una exuberante vegetación, actualmente es amenazado por la construcción de un conjunto de apartamentos llamado ‘Reserva Fontanar’.

Aunque el proyecto residencial se encuentra fuera del área protegida, tendrá un impacto significativamente negativo sobre el ecosistema, dada su cercanía al Humedal -ya que se ubica pegado a la reja limitante-.

Según explica la organización activista ‘Re-Acción Ambiental’ en el blog del portal ‘Humedales Bogotá’,  esta construcción afectará el humedal contaminando el aire, los suelos y los flujos de agua -tanto subterráneos como superficiales- que lo alimentan. Aparte de que toda la flora y fauna estará condenada a la desaparición, el proyecto constituye un peligro latente para quienes habiten allí, pues tendrían su apartamento dentro del área que naturalmente se inunda en épocas de invierno. 

Es importante que la Secretaría Distrital de Ambiente, el Instituto de Cambio Climático y Gestión del Riesgo – IDIGER y a la Secretaría de Hábitat tomen cartas en el asunto y lideren la protección del Humedal de La Conejera suspendiendo la obra. La vida del ecosistema y de las personas que compren en la ‘Reserva Fontanar’,  sin conciencia de la problemática, está en riesgo.

@EstebanAlvaran

Reflexión Adicional:

Aunque el concepto de ‘Ciudad Sostenible’ en ningún sentido se trata de algo novedoso y son muchas las ciudades en el mundo que nos dan ejemplo de desarrollo responsable con el medio ambiente -como Copenhague y Vancouver, por solo mencionar un par de casos destacados-, en Bogotá nos cuesta entenderlo todavía.

Tal vez esa actitud de indiferencia y hasta desprecio por los recursos naturales que nos caracteriza es una consecuencia irónica de la riqueza ambiental a la que estamos acostumbrados. Pero es momento de pensar y actuar diferente, de frente a un planeta que poco a poco pierde su habitabilidad.

 

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