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Un padre que golpea brutalmente a su hijo porque no lo deja dormir, ( ver video Un hombre golpeó a su hijo de dos años porque no lo dejaba dormir ), un taxista que agrede a su pasajero por dos mil pesos causándole accidentalmente la muerte, ( ver video Aplazan audiencia de taxista que mató a usuario por $2.000 ), y otro conductor de taxi pretendiendo acabar literalmente con el conductor de una buseta del SITP porque aparentemente lo cerró en la vía, ( ver video Taxista agrede a conductor del SITP ), son apenas tres casos, de muchos que no conocemos a diario, y que demuestran como los colombianos nos matamos entre sí.

No es suficiente el hecho de la inseguridad que vivimos, tema del que hablamos en un artículo anterior, ( ´´ ¡ La Calle está dura ! ´´ ), sino que, y para acabar de completar, matamos al prójimo por razones tan absurdas que parecen sacadas de los guiones más tenebrosos del cine de terror.

Y hablando de razones, todos creemos tener la razón, y por eso nos vamos ¡ lanza en ristre ! en contra de quien, valga la redundancia, nos contradice, ( Lanza en ristre, según Curiosidades y anécdotas históricas indica que ´´ alguien está dispuesto para contestar o luchar por algo con firmeza o emprender una acción complicada… el ristre…una pieza que se incorporaba en las armaduras con el objeto de apoyar y sujetar para que no cayera y también para que no se desplazara hacia atrás ´´ ).

Dicho esto, y continuando con el tema, no permitimos que absolutamente nadie nos lleve la contraria, y agredimos, ya sea verbal o físicamente, porque creemos que el otro es el equivocado. Alguna vez vi un graffiti que decía ´´ Solamente una vez me he equivocado en la vida, fué una vez cuando pensé equivocadamente que me había equivocado ´´ Y esa es la consigna que manejamos los colombianos, hacer valer, así sea a la fuerza, ´´ nuestra razón ´´.

Hace unos años, cuando yo trabajaba en un canal privado, cogí al frente de sus instalaciones, antes de las ocho de la noche, a las 7.25 p.m. exactamente, uno de los taxis que se parqueaban al frente de la entrada y cuyos turnos los asignaba un supervisor. Le dije que me llevara al barrio Marsella. Cuando llegamos a la puerta de mi casa, a las 7 y 55 p.m., y le fuí a pagar, con un billete de veinte mil pesos, una carrera de ocho mil pesos, ( según la guía amarilla puesta en el espaldar de la silla del copiloto ), el taxista alegó que no tenía vueltas. Subí a mi apto a traer el dinero exacto y en ´´ menuda´´ como decía mi abuelita María, y cuando bajé, el conductor me dijo que eran diez mil, por el recargo, porque ya eran más de las 8 de la noche. Subí nuevamente a llamar a la portería del canal para que me comunicaran con el supervisor de los taxistas y quejarme del abuso, quien al pasar al teléfono me dijo asustado que le pagara los diez mil al taxista, que él, ( el supervisor ), me los reponía al otro día, pero que no discutiera con ese señor. Cuando bajé, a regañadientes resignado, habían más de 10 amarillos listos para agredirme y lincharme, en frente de mi familia, ( utilizando una frase de cajón, ¡ sin mediar palabra ! ). De no ser por un vecino, también taxista, que vivía en frente de mi apartamento, y quien llegó como enviado por la divina providencia, ¡ no estaría escribiendo el cuento !. Pero lamentablemente no siempre aparece un ángel salvador y otros pasajeros en mi situación han sido agredidos de manera salvaje y hasta asesinados.

Tuve una vecina en el primer piso, ( yo vivía en el tercero ), que le pegaba con un palo de escoba a su hija de 8 años cada vez que, como dicen los mexicanos, ´´ le daba la regalada gana´´. Yo veía, ¡ impotente !, ( me refiero sin poder hacer nada, no piensen mal amigos lectores ), por mi ventana, como agredía a la niña, y pese a mis amenazas de denunciarla ante el ICBF, ella continuaba haciéndolo, sencillamente porque no toleraba que su hija, malcriada eso sí, le llevara la contraria. Después, y por otros motivos, ella, ( mi vecina ), y yo, nos vimos inmersos en un caso de física intolerancia, agrediéndonos a puño y patada limpia, ( ella era el doble de alta y agresiva que yo ), porque me tiró a la mitad de la calle una silla de mi café internet, la cual yo guardaba en el pasillo de la casa cuando llovía, y que según la vecina, le obstruía el paso. Pero todo obviamente estalló por situaciones contenidas y diferentes. Sencillamente, como diría el maestro Jairo Varela ´´ … reventamos, estábamos que reventábamos ´´.

Igual pasa con nosotros los colombianos, y especialmente con quienes vivimos en Bogotá, somos unas bombas de tiempo, unas ollas express en la calle, a punto de estallar, y que explotamos por la mínima razón, llevándonos por delante lo que encontremos. Estamos cargados de estrés, de problemas familiares, económicos y de salud. El tráfico y el jefe nos enloquecen, y descargamos nuestra ira, por cualquier insignificancia.

Sin pretender ser la doctora Lucía Náder, ni Walter Riso, y aclarando que soy muy poco tolerante, estoy seguro que la tolerancia se consigue mediante ¡ autocontrol !, y ese autocontrol se logra cuando recordamos que nuestros seres queridos nos esperan en casa, y que por una bobada, no podemos dejar una esposa viuda o unos hijos huérfanos. Ese es el secreto. Esa es la táctica. No pretendo decir que seamos cobardes, ( como dicen por ahí, ¡ el cementerio está lleno de valientes ! ), pero en la medida en la que podamos evitar una agresión física podremos vivir un día más, no para nosotros, ¡ para nuestras familias !.

Recién entró Tataito, mi hijo pequeño, a la escuela de Santa fé, hace cuatro años, él tenía ocho, nos bajamos del transmilenio, como a las siete de la mañana, un sábado, en la estación de la Universidad Nacional, y cuando caminábamos por la 30 hacía la 53, vestidos de rojo hasta el copete, se nos acercaron tres tipos, vestidos de verde hasta la cresta, quienes pretendían despojarnos de nuestra vestimenta, porque para ellos es un trofeo, quemar la ropa del hincha del equipo rival. Decidí, en fracción de segundos, no darles gusto, cogí a mi niño de la mano muy fuerte, bajé del andén imprudentemente a la avenida, para evitarlos a ellos, y de paso a los carros que rodaban rápidamente, y caminamos, ( muertos del susto pero sin demostrarlo ), esperando en que momento nos agredían por detrás. ¿Fué un acto de valentía? ¿o de irresponsabilidad?, no lo sé, pero hoy recuerdo y me tiemblan las piernas otra vez. Afortunadamente, al vernos decididos, los agresores nos dejaron quietos y siguieron su rumbo. Ahora evitamos con mi hijo llevar distintivos del equipo, ya que actualmente entrena en Funza, y nuestro desplazamiento es muy largo, adicional a esto, viajamos en flota, luego de caminar veinte minutos a encontrarla, y después hacemos transbordo en el pueblo para llegar a las canchas de Villa del Sol, su lugar de entrenamiento, y donde puede vestir su uniforme, sin peligro.

La intolerancia de quienes no asimilan que hay gente a la que le gusta otro equipo, ( y me refiero a hinchas desadaptados de todos los equipos, incluyendo el nuestro ), la combatimos con ¡ prudencia !, y evitamos, como se dice en la calle ¡ dar papaya ! Solo nos vestimos de rojo cuando vamos al estadio, en el carro de mi hermano Frank, donde estamos, en teoría protegidos, al igual que dentro del estadio, pero aún temerosos en el recorrido del parqueadero al ¡ Coloso de la 57 !, ( como dicen los periodistas deportivos ), o viceversa.

Tolerancia es la que debemos tener quienes escribimos en los medios de comunicación y somos agredidos verbalmente por personas intolerantes que piensan diferente a nosotros. Usando una frase de cajón, ¡ para la muestra un botón ¡ o mejor, ¡ tres botones !, y a propósito de mi artículo ´´MIRA´´ con quién rezas y sabrás cuánto pagas, miren algunos comentarios que nos enviaron. ( los transcribimos literalmente ) alexander medina @alexandercopo 24 h @giovanniagudelo ´´ usted es la prueba viviente de que catolico ignorante seguro protestante´´orlando pulido@orlandopulido13 18 de ene. @ELTIEMPO @giovanniagudelo ´´ NOSOTROS NO REZAMOS (ORAMOS)MAS BIEN CUIDE SUS HIJOS PEQUEÑOS CUANDO USTED VAYA A SU IGLESIA CATÓLICA VIOLADORES ´´, Maikol agudelo @maikolyairagude 18 de ene. @ELTIEMPO @giovanniagudelo ´´ solo el hombre ignorante y poca cosa usas sus palabras para juzgar´´ eres perfecto? :/ ´´. Fueron casi 100 trinos amenazantes e insultantes, de personas que aparentemente predican y practican la palabra de Dios. ¿Qué tal que respondiéramos cada insulto?, ¡ la red se volvería un campo de batalla !.

Finalmente, y concluyendo, la prudencia, además de hacer verdaderos sabios, nos salva la vida en estos momentos de ¡ intolerancia irracional !.

giovanniagudelomancera

periodista

síganos en twitter @giovanniagudelo

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