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-Hello, Luis is speaking-

-Qué hubo. Le tengo un trabajito. Es algo sencillo, una oficinita y unos baños. No le toma más de tres horas-
-De una-¿A cómo paga?
-A doce hermano. En cash. Usted sabe, la «situa» está dura y no hay mucho trabajo.
-¿Doce? ¡Uy! no hombre. Súbale un poquito. A 15 al menos.-
-Eso es lo que hay. Dígame si le interesa o si no para darle el trabajo a otro.-
-Bueno, hágale-
-¿Pero usted si tiene experiencia limpiando?
-Claro, además le hago a lo que sea. Necesito el billete-
Muchos colombianos y otros inmigrantes abandonan sus países con la clara idea de buscar un futuro mejor para ellos, para sus hijos y para las futuras generaciones. Hipnotizados por las historias de las películas, de familiares y de otros amigos que ya han vivido el sueño americano, australiano, canadiense, o británico, se embarcan en una aventura que, en muchos casos, termina muy bien, y en otras no, como lo pintan algunas agencias de viaje y una que otra película de Hollywood.
Armados de sueños e ilusiones -que si se pesaran y se cobraran en las aerolíneas la multa por exceso de equipaje sería altísima- los latinos se unen a esta aventura hacia el país de los Koalas, del Ópera House, del verano espectacular y del invierno cansón, aunque sin nieve; se embarcan en varios vuelos que suman aproximadamente 23 horas y 48 minutos desde Bogotá, para finalmente aterrizar en el aeropuerto de Sídney. Es el primer paso en busca del sueño australiano.
Casi todos ellos traen en sus pensamientos aquellas frases tan conocidas como -Me le mido a lo que sea-, -¿qué hay pa’hacer? -Yo vine a hacer plata- – No me importa trabajar en lo que sea-. Las ganas de salir adelante les brotan del alma.
Lo que desconocen es que en Australia hay una mafia. ¿Cómo? ¿Una mafia en este país de las oportunidades? Sí, hay una mafia que aunque no trafica drogas, ni personas, ni armas, -sin decir que de éstas no haya-, controla en un gran porcentaje los mal llamados «trabajos que los australianos no quieren hacer», entre los cuales se encuentra el que casi todos hacemos durante el comienzo de nuestras vidas aquí: El arte de limpiar.
Hace cuarenta o cincuenta años aproximadamente, Australia era un país que necesitaba bastante mano de obra para ayudar a construirlo. En esa época había todo por hacer. Como había poca gente, Australia importó personas de todas las nacionalidades, especialmente de aquellos países donde las personas necesitaban trabajo, dinero y oportunidades. 
Mucha gente vino de esos países, aunque me referiré al caso específico de países suramericanos.
Aquí llegaron por barco, luego de casi un mes de viaje por bravos océanos, enfrentando tormentas y resistiendo las ganas de tocar tierra y comenzar a ganar dinero. Arribaron y comenzaron las tareas asignadas para los inmigrantes. Durante esa época enfrentaron tres problemas: Estar lejos de casa, el idioma y la alta tasa de racismo. El 90% de la población eran australianos, el 10% inmigrantes. El racismo se sentía. -Simplemente no nos querían aquí- apuntaba una de ellos.
A pesar de los contratiempos, el trabajo y el dinero abundaban. Tenían hasta tres trabajos, buenos ingresos y una nueva vida para hacer en este país prometedor. -Si no me gustaba mi trabajo o mi jefe, podía arrearle la madre y al otro día tenía otro trabajo-, comentaba otro inmigrante. 
¿Cuál es la diferencia entonces entre la Australia de esa época con la de ahora?.
Resulta que una gran parte de aquellos inmigrantes suramericanos decidieron quedarse haciendo esos «trabajos que los Australianos no querían hacer». Específicamente se quedaron a limpiar. No se preocuparon por buscar oportunidades en sus propias profesiones, mejorar su nivel de inglés e integrarse a una sociedad que estaba naciendo, no. 
Ellos decidieron que se quedaban haciendo esos oficios, que por supuesto eran muy bien pagos. – La diferencia entre una persona que limpia y un profesional, es de algunos pocos dólares por hora, entonces ¿para qué?-, decían. Así pensaban muchos, y no hablo de muchos, hablo de cientos de miles. La idea del Gobierno era que estos primeros que llegaban, hicieran esos trabajos por un tiempo y luego siguieran con otros trabajos mejores, para así darles paso a los nuevos inmigrantes, que siguieran sus mismos pasos y luego continuaran hacia adelante.
Como ellos no quisieron hacerlo, comenzaron a llegar más y más inmigrantes, entonces la mano de obra para limpiar aumentó y por consecuencia – no hay que ser un premio nobel de economía para entenderlo- los salarios comenzaron a bajar; había más personas que lo hacían por menos plata. Aquí comenzó a aumentar considerablemente la explotación laboral, tristemente liderada por nuestra propia gente: Los latinos. Aclaro que esta situación se dio con casi todos los inmigrantes de todos los países: Indios, chinos, coreanos, turcos,  incluso inmigrantes de países desarrollados, pero me estoy refiriendo específicamente a la comunidad latina, porque es de la que tengo mayor conocimiento.
Y lo que comenzó con un puntico de nieve fue creciendo hasta convertirse en una bola gigante, que crece y crece, y, parece ser, es algo común ahora. Algo que hace parte de la cultura del recién llegado. Para algunos es algo «que todos tenemos que pasar como sacrificio para coronar el sueño australiano»
¿Cómo está la situación ahora en 2010? Desde mi humilde punto de vista: Peor.
Resulta que estas personas que llevan limpiando desde hace 20 ó 30 años han sido los dueños del negocio. Toda esta mafia está liderada por latinos, asiáticos, y uno que otro europeo o australiano, con gran experiencia en limpiar, y también tienen toda la experiencia en las mañas y trucos para explotar, robar, estafar y humillar al inmigrante que llega a trabajar a Australia.
Cuando un inmigrante arriba, lo primero que busca es trabajo. Asegurarse un ingreso que le permita sostenerse. Como casi todos no llegan con un inglés que les permita conseguir trabajos mejores, donde se relacionen con los clientes y mejoren el inglés, se enrolan en trabajos de limpieza. Allí conocen a los «traquetos» de esta mafia, es decir el puente entre ellos y los grandes capos.
Expongo mi caso. Recién llegado comenzamos a  averiguar por trabajo y la respuesta de todos era casi igual: «Usted sabe que aquí toca comenzar es limpiando». Algunos conocidos nos dieron los números celulares de los «Capos» del negocio. Mandábamos mensajes de texto con la frase «Hola, Don Pepito, somos dos colombianos, recién llegados a Australia. 
Estamos buscando trabajo y nos le medimos a lo que sea.» Luego esperábamos con ansias una llamada o un mensaje como respuestas. A veces llegaban mensajes como «Por ahora no tengo nada, pero cuando haya algo le aviso». En uno de esos días una llamada entró. Era uno de los líderes de esta mafia. Me citó en una calle de Sídney donde me recogió para explicarme cómo era el negocio. Fuimos a una oficina y en 15 minutos me dijo lo que había que hacer. Básicamente el trabajo consistía en limpiar unas oficinas: Sacar todas las basuras, sacudir el polvo, aspirar, trapear y lavar los baños. De lunes a viernes entre las 4:00 p.m. y las 8:00 p.m.
-¿Y el salario, cómo es?-
-Le pago a 12 dólares la hora-, apuntó el capo.
Doce dólares por hora, por cuatro horas por cinco días a la semana sumaban 240 dólares. -Eso es mucho billete-, pensaba. Lamentablemente como era mi primer trabajo y estaba recién llegado, desconocía las leyes del trabajo en Australia y no me daba cuenta que, claramente, comenzaba a hacer parte de este cartel y estaba siendo explotado. Simplemente pensaba que era un buen dinero pues -otro grave error que se comete al principio-, convertí los dólares a la moneda de mi país. Eran aproximadamente 450.000 pesos colombianos, por medio tiempo por semana. 
¡Uf! ¡Aquí lo que estoy haciendo es plata!
Duré un mes en ese trabajo. Hasta que me botaron como a un koala disecado, perdón, como a un perro a la calle. En fin, echado sin justa causa, sin indemnización o algo que se le parezca.  Poco tiempo después me salió trabajo con otro de estos grandes capos. Su especialidad era limpiar casas. Bueno, él no las limpiaba, tenía su tropa de gente que lo hacía. Cada día éramos unas diez personas en una camioneta limpiando casas por todo un vecindario. En un día limpié cinco casas. Me gané 20 dólares por casa. El problema fue que me gané ese dinero en casi nueve horas de trabajo; es decir, un promedio de 11 dólares hora. Nuevamente estaba siendo explotado. 
¿Pero dónde están esos trabajos tan bien pagos de los que hablaban en las agencias en Colombia? Comenzaba a darme cuenta de que con latinos es difícil obtener esos salarios, pues casi todos siempre buscan la manera de explotarnos.
Lo peor es que esta mafia es cada vez más grande porque muchos de los que comenzaron abajo, están escalando posiciones. Ahora están en un nivel de posición medio en la tenebrosa organización, con varios cleaners bajo su mando, pero lo más decepcionante es que siguen las mismas mañas de sus antecesores: Explotan al recién llegado, evaden impuestos, maltratan física y psicológicamente a quienes tienen bajo su mando. Lamentablemente muchos de quienes están en el último nivel de la pirámide necesitan el dinero, por lo menos mientras se adaptan al idioma y al país. Eso lo saben quienes están arriba y no tienen ningún problema en abusar de ellos.
Este sistema corrupto se maneja por medio de comisiones y subcontratos. Resulta que alguien tiene que limpiar algo. Citemos a Mr. Platica, el australiano. Él llama a una empresa de limpieza a cotizar el precio para que le limpien su oficina. El dueño de la empresa, latino él o con descendencia latina, habla sobre el precio:
-Mr. Platica, gracias por llamarnos-
-Necesito que limpien mis oficinas. Es una oficina grande. Son tres pisos. Quiero que limpien el polvo, aspiren, laven los baños y limpien los vidrios diariamente.-
No se preocupe señor. Nosotros le mantenemos la oficina limpia. Nuestros empleados le tendrán esa oficina reluciente de lunes a viernes. La cotización es de 2400 dólares mensuales.- 
Haciendo cuentas la oficina se podría limpiar en cuatro horas. Claramente Mr Platica va a pagar 120 dólares el día, es decir, 30 dólares por hora. Aquí el capo comienza el «chanchullo». Suponemos que se le van en productos de limpieza 200 dólares al mes. Le quedan 2.200. Si no tiene intermediarios dentro del cartel, llama directamente a los cleaners rasos. Aquí se repite la conversación que inició esta crónica:
-Luis is speaking-
-Qué hubo. Le tengo un trabajito. Es algo sencillo, una oficinita y unos baños. No le toma más de tres horas-
-De una-¿A cómo paga?
-A doce hermano. En cash. Usted sabe, la «situa» está dura y no hay mucho trabajo.
-¿Doce? Uy no hombre. Súbale un poquito. A quince dólares al menos.-
-Eso es lo que hay. Dígame si le interesa o si no para darle el trabajo a otro.-
-Bueno, hágale-
-¿Pero usted si tiene experiencia limpiando?
-Claro, además le hago a lo que sea. Necesito el billete-
Aquí hacemos nuevamente cuentas. Me ofrecieron tres horas a doce dólares por cinco días por semana. Eso suma $720 dólares al mes. Y si la cotización que se pasó fue de 2.400 y sumando los productos de limpieza serían 920 dólares. ¿A dónde van a parar los 1.480 dólares restantes? Pues se lo reparten entre los comisionistas o se los coge el capo mayor. Y aquí es donde se estafa y explota a los cleaners rasos, es decir los que hacen todo el trabajo. Es lógico que se deba ganar una comisión porque es el jefe, porque es su empresa, porque consiguió el contrato, etc.. pero de más del 50% eso tiene un solo verbo «Robar». Porque no sólo roba a quien hace el «trabajo sucio» sino que roba al Estado al no pagar impuestos. ¿Qué bonito no? 
No sobra mencionar que sólo tiene tres horas para hacer el trabajo. Si se demora más, el pago será el mismo.
Los Capos casi nunca pagan los impuestos de sus empleados, o cuando lo hacen, maquillan los informes para hacer ver que no están ganando mucho para que el Gobierno se compadezca de ellos y les permita pagar menos impuestos.
Por lo general los australianos, casi todos, pagan lo que vale el trabajo. Lo que ellos no saben es que están delegando esa responsabilidad en manos de estos capos. Los australianos agradecen a los capos el trabajo hecho, pensando que seguramente ellos están siendo bien pagados por el mismo, o están pagando a sus empleados de una forma justa, pero desafortunadamente desconocen todo el sistema de explotación que existe detrás. Es más, me atrevería a decir que los cleaners en Australia no existen, pues nadie los ve, o son ignorados mientras hacen su trabajo.
Muchos de estos capos les gusta la carne fresquita, recién bajada del avión. Parecen chulos que llegan al aeropuerto en busca de nuevos esclavos, en especial esos estudiantes sin experiencia o inglés, y que sólo vienen por una temporada. Como algunas personas vienen por temporadas no les importa trabajar «cash in hand» sin pagar impuestos. Equivocadamente ellos piensan que así obtienen más dinero. 
La verdad es que si usted viene y trabaja pagando impuestos y en una empresa que le paga legalmente, no sólo tiene derecho a que le devuelvan una parte de los impuestos cada año, si no que tiene derecho, entre otros beneficios, al «Super annuation» que es un fondo de pensiones en el cual su empleador debe depositarle el 9% de su salario cada semana. Si usted se regresa o sale de Australia definitivamente este dinero le es devuelto.
El gobierno dice que no importa si usted es estudiante internacional, usted tiene los mismos derechos que un trabajador australiano: Tiene derecho a un salario justo, a un reconocimiento por recargos nocturnos, festivos, vacaciones, primas y vacaciones. Pero lamentablemente si su jefe es latino, en el 95% de los casos esto no será así, pero no crea que es porque la situación está mala. 
A usted lo explotan, y su jefe latino se roba el resto del dinero. Incluso en algunos casos los amenazan con reportarlos por estar trabajando ilegalmente, cuando realmente quienes están en verdaderos problemas son ellos. Si usted se siente explotado, denúncielos. A usted no le va a pasar nada. Ponga su granito de arena para tratar de acabar con esta explotación. Sí, yo sé. Es casi imposible, pero hay que intentarlo.
Aquí es cuando los ven en grandes autos, viajando por el mundo, comprando propiedades en sus países de origen, y «triunfando». Van de visita a sus países con el ego en el cielo, con dinero a borbotones: -Es que me va muy bien en el exterior-. Todo a costa de sus esclavos, que realmente son los que merecen ese dinero.
¿Cómo identificar a los capos latinos?

Según he podido tratar algunos y con base en lo que he averiguado tienen estas características:
Siempre se están quejando de que no hay trabajo, aunque ellos tengan como 20
A pesar de que tienen empresas de limpieza, casi siempre las camionetas donde se transportan están desordenadas y sucias.
No invierten parte de sus megaganancias en mejorar el negocio (En muchos casos los cleaners trabajan con elementos viejos, dañados o inservibles).
Casi nunca proveen a sus empleados de elementos de seguridad industrial (¿Si sabrán de esto?)
No tienen ni idea de relaciones humanas, seguridad social o leyes del trabajo en Australia
No tienen muy buen inglés. (Difícilmente en el medio se relacionan con Australianos)
Están acabados físicamente (personas con edades de 30 años que parecen de 50 y más)
Viven amargados
Están obsesionados por el dinero pues siempre buscan quitarle negocios a los otros capos de la limpieza, incluso con sucias estrategias, nunca descansan, y siempre buscan la manera de explotar al inmigrante.
En algunos casos pertenecen a grupos religiosos – a esto no le veo nada de malo pues en Australia sí existe la libertad de cultos- pero, por ejemplo, según sus creencias el homosexualismo es inmoral, en cambio evadir impuestos y explotar al inmigrante sí está permitido.
Debo reconocer que no en todos los casos pasa esto. Aquí hay empresas serias, multinacionales dedicadas al tema de la limpieza. Si usted se engancha en una de ellas obtendrá un trabajo estable, bien pago, con prestaciones y todo legal.
Pero en el tema de la explotación y según varios inmigrantes que me escriben desde otros países como España, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Russia, parece que es un patrón que se repite. ¿Por qué lo hacen? Miserables.
Entre más sepan de Australia, mejor les irá y no será tan fácil que estos capos se la monten. Denle una mirada a este sitio que les puede ayudar http://www.fairwork.gov.au/Pages/default.aspx 
Por favor lean y aprendan de sus derechos como trabajadores. No soy el más experto pero sé que los derechos son casi los mismos que los australianos. Si ustedes trabajan en las madrugadas, de noche, sábados, domingos o festivos tienen recargos. Si trabaja medio tiempo ganan un poco más por hora que si trabajaran tiempo completo, y si trabajan «casual» ganan aún más. Ojalá denuncien si son víctimas de eso. 
Créanme, aquí el Gobierno se esfuerza por controlar y acabar con el problema. Aquí las leyes se hacen respetar. 
Lamentablemente, como me dijo un agente de inmigración, el problema es que nadie denuncia.
A la conquista!!!
luiseduardo@lavidaenaustralia.com
http://www.facebook.com/luiseduardoquintero
Más historias de un colombiano en Australia aquí:
http://www.eltiempo.com/blogs/la_vida_en_australia_a_la_conquista/

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