La salida de James Rodríguez del Real Madrid tiene en vilo al país. En la era del fútbol moderno, el poder de su marca personal pesa muchísimo en su traspaso. ¿Es una decisión deportiva o de negocios?

Este sábado 3 de junio se jugará la final de la Champions League entre el Real Madrid y la Juventus. Es, sin duda el partido más importante de toda la temporada europea de clubes y, quizás, el último de James David Rodríguez con el 10 del Real Madrid (claro está, si le dan minutos en el partido).

Jamesito, el niño dorado de esta generación de futbolistas colombianos, está adportas de dejar Valdebebas y mudarse a otra capital futbolera europea. Es claro que no es del agrado futbolístico de Zidane a pesar de su reputación como jugador top. Asimismo, su rol de mediapunta no tuvo cabida en el andamiaje táctico del club blanco, y posteriormente fue opacado por la tardía explosión de Isco.

Su salida, rumorada para el Manchester United y más recientemente al Inter de Milán, se facilita en parte por estas dos razones:

Estas dos razones son una combinación ideal para cualquier club interesado, pues el ámbito deportivo pesa; pero la comercialización de la marca del jugador se hace cada vez más importante. Citando a Szymanski, el fútbol como industria pasó de priorizar la gloria deportiva por la maximización de ganancias. Esto significa que los clubes le apuntan a conseguir resultados deportivos, pero que cada vez más sean coherentes con su realidad, recursos, y potencien la explotación comercial. De esta manera, aliados como los canales de televisión o patrocinadores detentan más voz y voto en la estrategia de club que el director deportivo, por dar un ejemplo.

El club, una organización con ánimo de lucro, se centra en generar un propuesta de valor que sea satisfactoria para los diferentes segmentos de clientes (nuevos y potenciales), generando fuentes de ingreso y  rentabilidad para sus propietarios. Por ello se ha hecho tan relevante la creación de nuevos tipos de seguidores como el  Hincha Golondrina, que consume éxitos y tendencias a gran velocidad y volumen.

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James, en ese sentido, será un baluarte muy importante para el club que le abra los brazos y para las marcas que lo acojan. Su currículum comercial es vasto y le precede con muy buenos números:

  1. Venta de camisetas: desde su llegada en 2014, es el segundo jugador que más vende camisetas en el Real Madrid, después de Cristiano Ronaldo. Extraoficialmente se habla de más de 400 mil unidades por año.
  2. La marca James®: De acuerdo a Brandtix y su índice de marca jugador, James es el séptimo jugador con la marca más valiosa en el mundo y el segundo del Real Madrid, después de CR7. Asimismo, totaliza alrededor de 75 millones de seguidores en redes sociales. Una cifra muy atractiva para cualquier marca  que busca llegar a nuevas audiencias.

Por ello, no es extraño que Manchester United (el club más rico del mundo según Deloitte), la mano de Jorge Mendes (el «super agente») y el interés de Adidas estén detrás de este fichaje. O que el Inter de Milán,  con la inyección de capital chino, quiere convertir al club en una máquina comercial (y de trofeos) con un comodín como James (aunque Adidas no esté de su lado).

Para ser un «suplente de lujo», James no ha perdido valor de mercado y, creemos, se debe en parte a las razones extra futbolísticas de su marca. A título personal, nos gustaría q JR10 se quedara en el Real Madrid, pues está ya en el Olimpo del fútbol.  E independientemente de los colores (no queremos entrar en «discusiones de culés o merengues»), es claro que Real Madrid y Barcelona son los mejores equipos en lo deportivo en el ámbito internacional.

Sin embargo, en el fútbol moderno, el billlete cada vez más juega un papel determinante en estas decisiones. La marca James® dictará en buena medida el nuevo puerto al que llegará nuestro talentoso jugador.  Esperemos que ello no manche la trayectoria de quizás uno de los futbolistas con mayor palmarés que Colombia ha tenido en su historia.

¿Y usted, cuál quiere que sea el futuro de James?