El talento de Cristina Umaña además de innegable es extraordinario. Le ha dado para estar vigente durante 25 años y convertirse en una de las actrices más visibles de la televisión colombiana y más recientemente de populares plataformas como Netflix y Amazon Prime, donde la vemos como Gloria Bonalde en la serie estadounidense ‘Jack Ryan’.
Pero además de sus habilidades histriónicas, Cristina aprendió a desarrollar otra cualidad a la que también le debe su éxito: la capacidad de relacionarse con las personas indicadas en el momento justo, lo que en consecuencia le ha permitido ganarse el favoritismo de los productores y del público y hacerse a una gran fortuna, representada en las personas que la han acompañado en su andar y quienes tienen mucho que ver con la buena suerte de la artista.
Todo empezó desde muy niña, cuando empezó a abandonar los juegos comunes de la infancia y adquirir un embelesamiento atípico por las historias de Julio Jiménez, a quien veía y analizaba frente al televisor de la casa de su abuela en Ibagué. Cristina miraba atónita cada una de las apariciones de Narcisa Olmedo en ‘Los Cuervos’, personaje interpretado por la actriz colombo argentina Delfina Guido, a quien se quiso parecer desde la primera vez que la vio a través de la pantalla y por quien supo qué quería ser en la vida.
Pero antes de la actriz, nació la estratega. Con apenas 12 años de edad, y de una manera muy astuta, empezó a recolectar amigos por todo el barrio que la acompañaran en sus “juegos de actuación”, que incluían disfrazarse de personajes extraños, y en el caso de las niñas usar tacones y coloridos labiales mientras recitaban los textos que Cristina aprendía mientras se deleitaba viendo las telenovelas de la época.
Fue su mamá quien apoyó su sueño, al mismo tiempo que cumplía los de ella. Durante aquella época emprendieron juntas una aventura hacia lo desconocido, teniendo claro que lo importante que serían para llegar al objetivo aquellas personas que le habían prometido una ciudad de mejores y mayores oportunidades a la madre de Cristina, para entonces una joven egresada de periodismo con una hija agarrada del mismo brazo, bajo el cual llevaba su diploma de recién graduada.
Y así llegaron a Bogotá. Así empezaba la periodista a escribir su primera historia donde eran madre e hija las protagonistas; aunque muy pronto empezó a aparecer en la vida de ellas todo un elenco del que hacían parte periodistas, músicos, teatreros y todo tipo de artistas que fueron fundamentales en la telaraña que empezó a tejer Cristina Umaña para llegar hasta donde tenía proyectado llegar, al mundo de la televisión.
Si algo tuvo siempre claro la actriz tolimense es que lo de la actuación sería para ella una profesión para toda la vida y no un oficio pasajero, y que estudiar de manera consciente y profunda sobre la habilidad de adquirir mil pieles en una sola vida y sobre una misma persona, era la primera responsabilidad que debía asumir.
La opción nunca fue quedarse en Colombia para ello; siempre han existido las ansias de explorar, de ir más allá, de volar. El plan incluía España y Mexico, pero fue en este último país donde se dio una oportunidad gestada por las amigas de mamá que llevaban ya un tiempo viviendo en la Ciudad de México y que representaban un alivio en cuanto a hospedaje, pero sobre todo una compañía para la adolescente de 17 años que llegaba con una maleta llena de sueños. Estos empezaron a materializarse con el ingreso al Centro de Educación Artística de Televisa, el canal y productora de televisión donde se realizan aun el mayor número de telenovelas en el mundo y de donde han salido las más importantes figuras de la ficción hecha en ese país.
Allí conoció a personas que siguen siendo importantes en su vida y que considera fundamentales cuando hay que hablar sobre lo bien que le ha ido, empezando por grandes maestros como Hugo Arguello y Rosa María Bianchi, a quienes no ha dejado de ver en sus ires y venires hacia el país Azteca, donde Cristina Umaña fijó su residencia durante un tiempo.
Y es que fue en México donde se dieron las cosas para que la ibaguereña se convirtiera en una figura internacional a través de su participación en ‘Capadocia’, la serie de HBO en la que Umaña participó interpretando a Consuelo Ospino, un personaje y una gran oportunidad que llegó por aviso de una amiga que estuvo opcionada para dicho rol, pero que por cuestiones laborales tuvo que renunciar a sus aspiraciones, no sin antes dejar bien recomendada a Cristina, quien convenció de tal manera a los productores y directores que ellos, incluso, dijeron en varias entrevistas que el de “La colombiana” había sido uno de los mejores “fichajes” de la serie, que tuvo 3 temporadas desde 2009 hasta 2012.
Fue durante las grabaciones de ‘Capadocia’ donde conoció a dos mujeres que considera sus hermanas, las actrices Ana de la Reguera y Cecilia Suárez, y a través de esta última se dio las manos con Manolo Caro, creador de ‘La casa de las flores’, serie en la que Cecilia interpretó a la célebre “Paulina», mientras que Cristina fue llamada por el mismo Manolo Caro para el personaje de “Kim” en la última y más reciente temporada de la exitosa producción, después de ver el protagónico de su entrañable amiga en la serie de Netflix, ‘Distrito Salvaje’.
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Pero nada de lo anterior habría pasado sin el bagaje, la experiencia y credibilidad que nuestra eterna “Paquita Gallego” adquirió en Colombia desde que regresó de México como una actriz formada en 1996, año en el que, sin haber participado en televisión, algunos medios de comunicación registraron su arribo como un gran acontecimiento. Detrás de ello estuvieron algunos colegas periodistas de su madre, quien además buscó los enlaces para llegar a los jefes de casting y libretistas como Juana Uribe y Dago García, que abrieron espacios en sus quehaceres para atender de la mejor manera a la joven promesa de la actuación.
Y así llegaría el primer personaje, que no fue cualquiera. Cristina se convirtió en la antagonista de ‘Oro’, serie dirigida por Carlos Mayolo y donde entabló una cercana amistad con el actor Alejandro Buenaventura, quien a su vez habló muy bien de ella a los que se preparaban para producir ‘Cartas a Harrison’, serie de la que fue protagonista y que fue la antesala para llegar al casting que considera el más complejo en su ya larga trayectoria y que la llevaría a interpretar a “Robin” en ‘La mujer del Presidente’, personaje que la catapultó hacia su sueño de hacer parte de una historia de Julio Jiménez.
‘Yo amo a Paquito Gallego’ le bajó el cielo a nuestra Cristina Umaña, y en las alturas de la actuación empezó a trascender hasta conseguir la gloria de la que hoy puede vanagloriarse como una de las más importantes actrices latinoamericanas, como puede también alardear de su fortuna, que sin duda es bastante grande, a juzgar por aquel dicho que dice que no hay dinero que valga más que las buenas amistades.
Por asanjuanello
Puedes ver aquí la entrevista de Cristina para el programa Las mujeres de mi tierra de Caracol Internacional.
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Bonita historia de superación hay que luchar por los sueños
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