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El año 2022 se caracterizó entre otras cosas, por revelarnos los lugares más insólitos donde se ha encontrado restos de microplásticos…

Para hacer un “recorderis” en el asunto, los microplásticos son plásticos de menos de cinco milímetros, es decir, de 0,2 pulgadas aproximadamente de diámetro, los cuales se clasifican en primarios y en secundarios. Los primeros provienen de partículas muy peñas que se encuentran en los productos más comerciales como aquellos de belleza, modal, etc. Y los segundos son aquellos que se forman a partir de la descomposición de partículas de plásticos de mayor tamaño.

Esto no es algo nuevo: los microplásticos llevan invadiendo cada extremo de nuestros ecosistemas sin piedad alguna; los vemos presentes al interior de peces, tortugas, manglares, corales, playas, etc.

Lo anterior, aunado al hecho de que, al ser tan pequeños, son muy difíciles de descomponer y retirar, haciendo más difícil la tarea de controlar su “reproducción”.

Incluso, algunos científicos y expertos en la materia aseveran que ya es prácticamente imposible de evitar que los microplásticos contaminen nuestros océanos, porque prácticamente las aguas se encuentran “plagadas” de estos.

No siendo suficiente, el 2022 logró romper el récord con los lugares más insólitos donde jamás se nos hubiera ocurrido pensar en encontrar estos microplásticos: el Monte Everest y la leche materna.

A una altitud de más de 8440 metros, cerca a la zona más alta del Everest, científicos e investigadores encontraron una gran cantidad de estos materiales (principalmente compuestos de poliéster, nylon y polipropileno), los cuales podrían encontrarse allí como resultado del desprendimiento de los materiales que utilizan los escaladores en las expediciones (National Geographic).

Las muestras se recolectaron en abril y mayo de 2019 como parte de la expedición Perpetual Planet Everest de National Geographic y Rolex, que incluía nieve y agua de arroyos, arrojó que 79 fibras de microplásticos por litro de nieve estaban presentes en el campamento base, y en cantidades más bajas, en los flujos de agua de las zonas con de menor altura.

Paralelo a este escenario del Everest, recientemente también se han encontrado muestras de micro plástico en la Antártida producto de la presencia humana en los recorridos turísticos y de investigación desde hace varios años, sumado a que podrían haber llegado como consecuencia de los vientos (lo cual hace todo el sentido, la Tierra está en constante movimiento y reacción, y todo lo que le arrojamos puede terminar en cualquier rincón).

Todo lo anterior, tiene implicaciones directas en el derretimiento acelerado de los glaciares (en fenómenos conocidos como las avalanchas y los estallidos de lagos glaciares), la afectación del ecosistema y su ciclo natural, entre otras consecuencias que esperan reproducirse por dos, para el año 2060.

Como si fuera poco, los microplásticos se encontraron este año por primera vez, en la leche materna. La exposición del ser humano a estas partículas en el día a día a través de lo que consumimos directamente o nos ponemos, ya está generando un impacto directo al interior de nuestro cuerpo. En este caso, los científicos compararon las muestras de mujeres y sorpresivamente, había presencia en un 75 % de microplásticos en la leche materna de aquellas que aseveraron haber tenido contacto con materiales plásticos.

En una entrevista realizada al Profesor Dick Vethaak hace un par de meses, se afirmaba que los niños desde muy temprana edad están expuestos a los microplásticos en los tapetes, al arrastrarse en el piso, con sus juguetes, utilizando ropa sintética, por lo que no es una gran sorpresa haberlos encontrado en la leche materna (Mirror Now)

Los efectos de esto todavía están en la discusión científica, pero se prevé efectos secundarios en el seno de las mujeres a largo plazo y en el desarrollo de los bebés. Pensar en evitar por completo el estar expuestos a estas macropartículas, requeriría dejar de comer, beber, y respirar, porque hemos llegado a tal grado de contaminación, que es prácticamente imposible eliminarlos del todo. Lo que sí podemos hacer es reducir nuestra exposición en la medida en que consumimos más productos locales que no vengan empacados en plástico y ser conscientes de lo que utilizamos también como prendas.

Esto sumado a generar la consciencia del consumidor para alertar a los creadores de política pública y así tomar cartas en el asunto e intervenir en lo que las industrias nos están vendiendo en los anaqueles.

Apoyemos la compra local, artesanal y verdaderamente sostenible de nuestros emprendedores colombianos y solo así podremos generar un cambio paulatino en cuanto a consumo se refiere. Existen muchas marcas que han llegado al mercado con propuestas de biodegradables y con materiales poco convencionales que deberían llamar más nuestra atención y cambiarnos el rumbo de nuestras decisiones de compra.

Ahora ¿cuál será el próximo lugar donde los encontraremos?

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