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Acompáñenme hombres cobardes que esconden su indiferencia ante este deporte; firmemos esta misiva y demostremos que, contando a las mujeres, somos mayoría.

‘Canaleando’, me topé recientemente con un partido del Chicó en Tunja. Me dio frío y empecé a bostezar con tan solo verlos en esa cancha sin pasto; para calentarme, me metí en la cama con mi novia cambiando inmediatamente de canal. «¿En qué estará pensando un hincha para ir hasta allá a ver su equipo?», medité mientras retozaba en ‘cucharita’. «¿En qué estará pensando el ‘remarica’ que escribe este blog?», dirán los fanáticos.

Sin duda, es un tema de ignorancia. Un primo que ve y juega fútbol me contó que se había vuelto un duro para «recuperar pelotas divididas». Lo primero que pensé fue: «¿¿¿???». Después, concluí que: «¿¿¿¿¿#$%&*@?????». Finalmente asocié el término con varios pares de testículos y le exigí a mi primo que fuera prudente con sus aventuras gay porque la abuela podía escucharlo. Me tranquilicé cuando me explicó que una «pelota dividida» es un balón que queda entre dos jugadores contrarios.

La cabeza no me da para entender tan elaborados conceptos. Incluso, cierto día pasé un gran susto cuando escuché a un comentarista decir que alguien había disparado y rematado desde las 5 con 50. «Se están dando bala en esa zona de la ciudad», pensé. Al mismo tiempo, William Vinasco empezó a gritar: «¡Ataca taca-taca taca-taca!». Me llené de pánico: «¡Por Dios! ¡Están transmitiendo la balacera en directo!». Luego me aclararon: cuando hablan de «las 5 con 50» tampoco es sinónimo de que falten 10 para las 6; se refieren al rectángulo blanco alrededor del arco, que tiene un ancho de 5 metros y 50 centímetros. Señores comentaristas, deberían corregir y decir «LOS 5 con 50» (metros y centímetros son masculinos).

Prefería que mamá me diera una ‘juetera’ antes que ver fútbol con papá

Me pregunto qué momento de la infancia define si uno se vuelve un fanático furibundo, un hincha moderado o un completo ignorante en la materia como yo. Mi padre quiso alguna vez que fuera su cómplice como espectador de partidos de televisión. Me llamaba para que los viéramos juntos, pero -como dicen algunos costeños- me daba más ganas recibir una ‘juetera’ (paliza) de mi mamá que seguirle la corriente a mi papá.

Siendo muy niño, intenté ser hincha de América de Cali. Nunca alcanzaba a ver, ni siquiera, 20 minutos de un partido, pero hablaba con propiedad de cómo corría Anthony ‘el Pipa’ Dávila. Dejé de ser fan luego de que muchos se burlaron de mí -por semanas-, porque el apellido correcto es De Ávila.

Decidí ser ‘hincha social’ de la Selección Colombia -como los bebedores que sólo consumen alcohol en reuniones de amigos o cocteles-. También fue un esfuerzo infructuoso y embarazoso, porque todo se fue al traste cuando quise opinar: «¡Pero qué mundial tan malo para MI SELECCIÓN! Me perdonan, pero no se ha dejado ver la calidad del ‘Pibe’ ni el bigote del ‘Chonto’ ni las zancadas del ‘Tino’ «. Esta vez, a mis amigos no les dio risa sino piedra; ni siquiera se dignaron a explicarme. Era el año 2002 y mi papá fue el único paciente que me explicó que Colombia no participaba en ese torneo porque no había clasificado. «Ah. ¿y es que para un Mundial hay que clasificar?».

Me resigné definitivamente a olvidar el fútbol cuando algunos amigos, de Santa Fe y Millonarios, casi me linchan por causa de una inocente inquietud. Ellos debatían sobre la calidad de sus respectivos equipos, de cara a un próximo «clásico» entre ellos. «¿Hace cuánto no gana Millonarios un campeonato nacional?», pregunté. El hincha azul respondió con molestia: «Este año cumplimos 22 años». Me dirigí entonces al fanático rojo: «¿Y su equipo?». Aún más incómodo que el primero, contestó: «Vamos a llegar a 35 años». Nos quedamos en silencio por algunos segundos y se me salió el imprudente: «Ahh, ya entiendo. ¡Le llaman ‘clásico’ porque es un partido ‘clásico’ entre perdedores!».

Admiro a los hinchas, en serio; que se muera Valenciano si no es cierto

Hay dos razones que me llevaron a no guardarle reverencia al fútbol. La primera tiene nombre propio: Iván René Valenciano. Los locutores lo anunciaban con bombos y platillos como «el Bombardero». Al principio creí que se burlaban de su cuerpo abombado; pensaba que le quedaba mejor el alias de ‘señor cara de papa’. En definitiva, me causó mala impresión que el fútbol -una respetable disciplina deportiva- tuviera tantas expectativas en un gordito simpático y comelón. Me pregunto cómo se ejercitaba en los entrenamientos, porque de lo que sí estoy seguro es que abdominales no hacía.

El segundo motivo de mi irreconciliable distancia con el «balompié» (yo también puedo usar sinónimos como los comentaristas) es que me había hecho demasiadas expectativas con los ‘Supercampeones’ -la serie animada de TV japonesa-. Me desilusioné cuando vi que nadie hacía «tiros de remate» como Óliver, ni espectaculares piruetas como los hermanos Korioto. A cambio, repito, teníamos al ‘Bombardero’ vistiendo el «tricolor nacional» (otro gran apunte de narrador deportivo).

Yo admiro a los hinchas, lo juro; que se muera Valenciano si no es cierto. Me parece de hombres valientes y leales ir a aguantar frío en Tunja o en Bogotá. Los respeto y pido lo mismo para nosotros, los que no disfrutamos del fútbol. Hay fanáticos que no pueden soportar a un congénere desinteresado por su pasión deportiva. Antes de iniciar este post, indagué en Google qué literatura había sobre el tema. En la barra de búsqueda puse: «hombres a los que no les gusta el futbol». El primer link que apareció fue este grupo en Facebook: ‘Me molestan los hombres que no les gusta el fútbol’.

El fastidio que nos tienen es enorme y algunos llegan a llamarnos «niñas». No guardo resentimientos; al contrario, quiero agradecerles a los hinchas del fútbol: me han dado una gran herramienta para usar, por ejemplo, en medio de una fiesta y poder acercarme a las niñas del lugar. Cuando ellos se aglomeran a discutir cada jugada de la última jornada, las mujeres quedan ‘desmarcadas’; yo me aproximo a ellas y rompo el hielo diciendo: «Ya empezaron esos ‘manes’ a hablar de fútbol». ¡Gol!

*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Respuesta masculina a las cosas que ellas nos critican en la cama’

*Mi twitter: @agomoso. Busque posts anteriores en bit.ly/agomoso

*Si se lo perdió…

‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’

‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’

‘Así es, aún vivo con mi mamá’

‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’

‘Salir con… colombiana vs. extranjera’

‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’

‘Qué miedo empezar una nueva relación’

‘Me salió barriga; ahora sí salgo a trotar’

‘Así se sufre una temporada sin trabajo ni novia ni plata pa’ viajar’

‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’

‘Mi mamá habla un mal español; mi papá, un pésimo inglés’

‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’

‘Conquistar a las mujeres de hoy requiere más que sólo actitud; aliste una hoja de vida impresionante’

‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’ 


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