Carta abierta sobre una exnovia (tercera y última parte)
Carolina se cruzó de brazos y lució con orgullo -casi con malicia- su flamante argolla de recién casada. Se había cuidado de no exponerla mientras saludaba a los demás excompañeros de colegio, pero se aseguró de que yo la viera, como queriendo que fuera el primero en notarla.
Inevitablemente, los celos se apoderaron de mí. «Yo pude haber sido el príncipe-sapo de esta bruja tan endemoniadamente buena», me dije mordiéndome la lengua de la frustración -y de paso recordando que me había salido un fuego en la boca, justo esa noche que la volvería a ver-.
Mi cabeza se llenó de recuerdos. En especial, memoré la razón puntual por la que ella había terminado conmigo, 12 años atrás, cuando estábamos en 11C. Esa razón tenía nombre propio: el «caribonito» de Juan Pablo Farfán, un «bobo-litro», un pedazo de «casi-nada», un «frente-cortico» que en ese entonces cursaba tercer semestre de universidad y que la tramó con sus historias de tipo «maduro», deslumbrándola con esa lata de carro que tenía: un Chevrolet Sprint rojo en el que iba a recogerla después de clases.
El último día que la vi fue en la rumba del «prom» que celebramos en el bar Salamandra. Allí, borracho, a mis escasos 16 años, me desahogué con mi grupo de amigos: «Mejor que hayamos terminado… ¡Hip!… Yo ni quería seguir con ella… ¡Hip!… Pobre el tipo que se la cuadró… ¡Hip!… Ese man se terminó ennoviando con una %#$$@… ¡Hip!… Sí, eso es Carolina… ¡Una %#$$@!… ¡Hip!». No la había visto en toda la noche, pero justo en ese instante ella estaba detrás de mi hombro derecho. Había escuchado cada una de mis palabras. Sorprendida y escandalizada, se fue sin decir nada.
Mis compañeros de curso me miraron con pesar, como diciendo «uy, qué ‘cagadón’ «. El ‘Gordo’ -una vez más- rompió el dramatismo del incómodo momento: «¡Sacúdelo que tiene arena!», gritó mirando a ‘Chiqui’, quien entendió de inmediato lo que quería decir. Ambos empezaron a cantar y a bailar alrededor mío, al ritmo de Rikarena:
«Esta canción va pa’ mi compadre Jáiver, ¡con sentimieeentooo!»
Cuando Carolina preguntó si el primer post de mi blog lo había escrito en su memoria, me dio rabia: «¡Qué tal la convencida esta!», pensé indignado. «¿De verdad jura que es la única exnovia que tengo en mi listado? ¡Pfff! ¿Qué se cree? ¿Que sólo ella tiene ese olor a flores, o esos ojitos negros y redondos, o esas pestañas largas y voluminosas, o esa boquita carnosa y jugosa, o esa dentadura brillante, o esas nalgas firmes…? ¡Ufff!, por Dios, ¡¡¡que alguien me agarre o me le tiro encima!!!».
Lo peor de todo es que sí: el primer artículo de este blog estuvo inspirado en ella. Hace casi dos años, gracias a Facebook, supe que se iba a casar. Sin embargo, escribí esa historia como si se tratara de una exnovia reciente, para evitar las sospechas de mis excompañeros del colegio.
-«No seas tan chistosa. Nada que ver», dije sonrojado.
-«¿En serio? ¿No lo escribiste pensando en mí? Pues… es que a Juan Pablo le decías ‘caribonito’, entonces pensé que…», titubeó ella, avergonzada por haberse creído musa de mi inspiración.
-«No, no, no. Para nada», la interrumpí con nerviosismo.
-«No ‘jodás’, Jáiver», se metió el ‘Gordo’ malaleche. «¿Entonces lo escribió pensando en quién? ¿En su hermanita? No, mijo, sea varón. ¡Acéptelo!».
-«Ábrase, ‘Gordo’ «, le dije disgustado, cosa que él entendió y se retiró junto a ‘Chiqui’ y el ‘Negro’, murmurando y aguantándose la risa.
Acerqué dos sillas e invité a Carolina a sentarse. Empezamos a cruzarnos algunos comentarios cargados de formalismo («cómo estás de cambiado… tú también, pero te ves muy bien… ay, tan lindo, tú también…»). No había pasado un minuto cuando ‘Robin y Robin’, animados por el ‘Negro’ que les celebraba todo -y con la complicidad del resto del grupo-, le dieron rienda suelta a otro de sus chistecitos. «Esta canción va pa’ mi compadre Jáiver y para su ‘traga’ Carito, ¡con sentimieeentooo!», anunció ‘Chiqui’. Acto seguido, todo los exalumnos de 11C -abrazados- empezaron a cantar en coro las letras desgarradoras de Ana Gabriel:
¡Cuánto daría por gritarles nuestro amor!
¡Decirles que al cerrar la puerta nos amamos sin control!
«Quería estampar mi boca contra la suya»
Carolina y yo hablamos de nuestros éxitos profesionales y viajes al exterior. Lo hicimos -justamente- en el mismo tono insulso que yo había criticado minutos antes, cuando escuché a mis excompañeros hacer un frívolo recuento de sus vidas. Nuestra conversación se dio en medio de unos aguardientes que ambos tomamos de manera apresurada, en una especie de pacto tácito para prendernos y desinhibirnos. Bailamos merengue y tuve la oportunidad de redescubrir esa cintura que había tocado antes y que seguía tan intacta y fina como el mármol labrado con un cincel.
Recordamos momentos de nuestro noviazgo y -cuando sonó Rikarena– reconstruimos el fatídico día del «prom». Nos burlamos de esas épocas. Mientras ella más reía, yo más quería estampar mi boca contra la suya. El alcohol me alentaba y me hacía creer que sí era posible.
Entendí que ella también me estaba coqueteando, tocándome de vez en cuando la mano o la pierna. Percibí que se sentía atraída por mis anécdotas de periodista. Durante toda la noche, mi único objetivo fue besarla. Pero, con semejante público a la expectativa, no me atreví.
Luego de tres horas de conversación, sonó un timbre en su celular. Ella leyó un chat. «Llegaron por mí», dijo levantándose y agarrando su bolso. «¿Quién?», pregunté temiendo la respuesta. «Pues…, mi esposo», respondió. Hasta ese punto yo había evitado cualquier comentario que motivara una charla sobre su marido y supuse que ella había actuado con la misma intención para no arruinar el momento. Estaba ansioso e inquieto: «No puedo dejar pasar esta oportunidad», pensé.
Esperé a que se despidiera de todos y la acompañé hasta la entrada. Cerré la puerta y nos quedamos afuera, solos -librándome al fin de los curiosos que querían presenciar el espectáculo-. La tomé de las manos y puse mi cara más seductora. Ella guardó silencio y su mirada me autorizó para seguir adelante. Me acerqué acariciando su pelo y luego su oreja izquierda. El corazón me palpitaba con desespero como si quisiera salirse de mi pecho. Entonces le lancé mi boca entreabierta, cerrando los ojos y soñando con volver a tocar sus esponjosos labios. Con un movimiento súbito, ella corrió la cara y mi jeta quedó estirada hacia el infinito.
El hombre de su vida
Abrí los ojos, horrorizado por lo que acababa de pasar, y vi que los demás me estaban viendo -aún más horrorizados que yo-, a través de la ventana de la sala. El ‘Negro’ estaba pasmado, ‘Chiqui’ se agarraba la cara con frustración y el ‘Gordo’ se retorcía de la risa.
-«Andrés… me siento muy apenada contigo… si te di a entender algo… no sé… no era mi intención», dijo con un leve rubor en sus mejillas.
En cambio, mi cara brillaba con un rojo tan intenso como el de un semáforo.
-«No… no… ni más faltaba… debe ser el aguardiente… bueno… que estés bien… rico verte…», contesté, despidiéndome apresuradamente.
Sin saber qué más hacer, le di una palmada en el brazo, pero no calculé la fuerza y terminé empujándola con brusquedad, aumentando mi vergüenza y provocando en el ‘Gordo’ una carcajada descomunal que lo hizo caer de la silla en la que se había encaramado.
Ella caminó con prisa, supremamente incómoda por la situación. Esperé a que tomara cierta distancia y la seguí unos pasos, queriendo descubrir la cara del hombre que había ido a recogerla. Sentí la necesidad de identificar al infeliz que tenía el privilegio de desnudarla en las noches. No hubo necesidad. Vi a Carolina subirse a un Chevrolet Sprint rojo, de una pintura pálida y resquebrajada por el paso del tiempo. No podía ser otro que el «caribonito» de Juan Pablo Farfán, el «poca-cosa», el «cacheti-caído», el «boca ‘e bagre».
Los vi alejarse y prendí un cigarrillo que fumé mientras terminaba de digerir esos últimos minutos de mi vida: «Increíble», pensé. «El mismo tipo que se llevó a Carolina en mi adolescencia, se la volvió a llevar esta noche, a mis 28 años… Y en el mismo carro… Aunque yo hubiera preferido recogerla en buseta y no en esa chatarra», me dije en una especie de resentimiento burlón.
Suspiré, no tanto por ella, sino porque sabía que algo estaban tramando ‘Robin y Robin’, quienes ya contaban con material suficiente para otra década de chistes a costillas mías. De hecho, tenían lista la canción «Labios Compartidos», de Maná, para darle play tan pronto regresara. Sonreí y me conformé con una idea: «Al menos Carolina no me dejó por cualquier tipo, sino por el hombre de su vida». Con ese premio de consolación y con la frente en alto, crucé de nuevo la puerta. La música estalló en los bafles. Ellos se rieron de mí… y yo me reí con ellos.
*Próximo miércoles, desde las 7 a.m.:
‘Post de despedida: memorias de un bloguero divo‘
¡Ojo! Pronto les avisaré cómo pueden comprar mi libro en su versión digital, para que lo descarguen desde cualquier lugar del mundo. Será a través de libranda.com. Esperen noticias.
*Por ahora, no sea líchigo. Compre mi libro «A usted también le ha pasado, ¡admítalo!» -de Intermedio Editores- incluye 18 artículos EXCLUSIVOS (vea aquí los títulos). ¡El prólogo es de mi mamita! Lo encuentra en Panamericana, Librería Nacional (aquí, compra on-line), Prodiscos, Entertainment Store y La 14, entre otras.
*Si se lo perdió…
‘Carta abierta sobre una exnovia (segunda parte)’
‘Carta abierta sobre una exnovia (primera parte)’
‘¿Usted se ha dejado idiotizar por un bebé? Yo sí’
‘Cuando las mujeres pelean con la comida’
‘Nota a los lectores: los días de este blog están contados’
‘Algunos hombres no bailamos por gusto, sino para ‘levantar’ ‘
‘Si yo trabajara con una moto, también me metería entre los carros’
‘Así me agarré con mi novia en un trancón de dos horas’
‘Estoy llegando a los 30 y no tengo maestría’
‘Testimonio (inventado) de una reina de belleza pobre’
‘¿Sufre usted de torpeza social?’
‘Cuando uno se aburre del trabajo’
‘Si quiere conquistarla… pertúrbela’
‘He aquí el porqué las mujeres no pagan la cuenta’
‘La primera vez de un turista colombiano en Estados Unidos’
‘Viajando en avión por primera vez’
‘Cuando los gordos hacen ejercicio’
‘Mis ‘archienemigos’: los zancudos’
‘¿Por qué los hombres feos despreciamos a las mujeres feas?’
‘¡Alerta! ¡Mi mamá tiene cuenta en Twitter!’
‘¿Es ud. adicto a la impuntualidad? Yo sí’
‘Cuando una mujer se aprovecha de un hombre’
‘Si yo fuera empleada del servicio… sería igual de confianzuda’
‘Las costeñas me intimidan’ (del libro ‘A usted también le ha pasado, ¡admítalo!’)
‘Si yo fuera taxista… sería igual de atravesado’
‘Trabajo como ‘independiente’ y… ¡me estoy volviendo loco!’
‘La necesidad tiene cara de olla – Yo hice fila con sobres de Ricostilla’
‘Malentendidos entre hombres y mujeres – Segunda parte’
‘Malentendidos entre hombres y mujeres – Primera parte’
‘Chistes tontos de la infancia’
‘Las ‘supervacaciones’ de mi mamá me aburren’
‘Nos fascinan las ‘lobas’, ¿por qué a ellas no les gustamos los ‘lobos’?’
‘La bendita maña de decir mentiras’
‘Cosas que nos pasan a los hombres en baños ajenos’
‘Sudando en el peor puesto del TransMilenio: la puerta’
‘Sobreviviendo a los lectores criticones de mi blog’
‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’
‘Cuando los hijos regañan a sus papás como niños chiquitos’
‘Mujeres que le tienen fobia al motel’
‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’
‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’
‘Shows de mujeres que hacemos los hombres’
‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’
‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’
‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’
‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’
‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’
‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’
‘Manejo como una dulce anciana’
‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’
‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’
‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’
‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’
‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’
‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’
‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’
‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’
‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’
‘A mí me tocó aprender a bailar con mis primos’
‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’
‘Así es, aún vivo con mi mamá’
‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’
‘Salir con… colombiana vs. extranjera’
‘Volví con mi ex… suegra, pero no con mi ex novia’
‘Qué miedo empezar una nueva relación’
‘Me salió barriga; ahora sí salgo a trotar’
‘Así se sufre una temporada sin trabajo, ni novia, ni plata pa’ viajar’
‘Qué difícil ganar una beca cuando no se tiene pasado de ñoño’
‘Mi mamá habla un mal español; mi papá, un pésimo inglés’
‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’
‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’
*ESTE BLOG APARECE EN LA SECCIÓN ‘DEBES LEER’, EN LA PESTAÑA VERDE DE ELTIEMPO.COM. TAMBIÉN PUEDE USAR EL LINK CORTO: bit.ly/agomoso
Que buena novela Andres …… Ahora si …. voy a compra el libro !!! felicitaciones. y hasta pronto.
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Muchas gracias, por cada articulo, leyendolos me llevo a recordar mi juventud y epoca de colegio y universidad, que fue de lo mas chevere en la vida. Lo felicito por la facilidad, sencilles y humor con la que se expreso en este blog.
Muchos exitos en sus nuevos planes y a comprar el libro, es lo minimo que podemos hacer los lectores, como gratitud a estas historietas que nos hicieron reir y que tambien nos hicieron sentir algo de nostalgia, ya que nos traslado a los bellos tiempos vividos.
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Que gran artículo, lo felicito! Ha sido muy gratificante verlo crecer como escritor cada semana; sin duda tiene mucho potencial y a nosotros solo nos queda contentarnos con decir que lo conocimos cuando empezaba. Acerca del tema, a mi me pasó igual con una exnovia, pero yo si coroné ese beso.. y hubo más y más por un buen tiempo, pero igual me dejó por el caribonito de su esposo como si nada hubiera pasado. No se qué es más duro: No seguir viéndonos, texteándonos y todo eso, saber que no soy nada en su vida, o todavía hoy seguir queriéndola desde lejos…
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ufff que buen blog, Andres lo transporta a uno, casi al punto de pensar: » asi se debio sentir Andres en aquel momento»… nooo! muy bien Andres.
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¡No entiendo la razón por la cual nos abandonas! Creo que acabo de entrar en la etapa de negación, tengo una semana para aceptarlo. Dejaré de ser líchiga y me compraré tu libro.
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¡Embarrada…! No lo he vivido, pero confieso que sentí un pesar, pues eso llena de nostalgia y en algo eso hace que uno quede lleno de recuerdos y sentimientos que comienzan a revolverse con cierto grado de descontrol. ¡Ánimo! La vida sigue y habrá desquite en la vida.
Para lefranco: Tal vez tenga razón cuando el espuso lea el blog, pero le aseguro que van a dejar a Agomoso bien car’ebonito no tanto por lo que se cuenta en el blog, sino por decir que era preferible recogerla en buseta que en en esa chatarra (el viejo Sprint rojo cuarteado y descolorido). ¡Vaya Andres…! Se dio garra con lo de recogerla en buseta.
Ni modos, ahora así que a partir de quince días toca cogerle cariño a los miércoles en la mañana para que sean llevaderos. Éxitos, Agomoso, en sus nuevos proyectos. Tocó comprar el libro.
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QUE PECAO, QUEDAR ASI ENSAYADO PARA EL BESO, TAL VEZ LAS REUNIONES DE EXALMUMNOS NO SON TAN BUENAS, ES MEJOR CONSERVAR LOS RECUERDOS TAL CUAL, MUY BUENA LA HISTORIA, LE APUESTO QUE LO VA A LLAMAR PRONTO PARA PREGUNTAR SU ALGUN DIA VA A ESCRIBIR EN EL BLOG ALGO DE ELLA.
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Agomoso, en mi opinion falto que le empujara unas 7 copas de guaro mas, ya que a ese nivel de guaro beso seguro !!!!!!!!!!!! Pero no pierda la fe en los matrimonios las peleas son el pan de cada dia paciencia y atacar en el momento indicado….. @Dbernal
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Compadre solo le digo una vaina….donde el caribonito lea este blog al que van a dejar caribonito es a usted compadre
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escribes super te felicito!!
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Muy buenos los tres posts.
A mi también me la hicieron igualito, pero bueno, eso lo hacen con uno una sola vez en la vida. Recuperarse de esa da como resultado a una persona definitivamente más fuerte.
Felicitaciones, me gustó.
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Hay están pintadas las mujeres… porque carajos serán así? todas las berracas señales, y salen con esa pavadas!!! pero bueno como nos dicen a todos, el tiempo -y un poco de alcohol eso si ayuda- curara de nuevo esas heridas que abrió con sus actos de «bruja tan endemoniadamente buena»… viejo un placer leerlo cada miércoles y seré otro de los que me tocara comprar el libro, porque gracias a esas ocurrencias que uno creía que solo le pasaban a uno y era lo peor que le podía pasar a uno, leyendo sus publicaciones uno le ve la parte jocosa del asunto.
gracias y ojala lo podamos leer próximamente avise!!! donde va a estar!!!
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Agomoso! felicitaciones, un buen blog, que me lei de cabo a rabo desde el dia 1. Espero que sigas por la senda de la buena escritura y que tengas muchos exitos..hoy me hiciste reir leyendote desde mi cama en esta gelida Belgica..leyendote se me olvidaron los cero grados que hacen alla afuera..
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UY Andres q golpe…pero bueno todas las viejas son asi, les encanta sentir que uno aun se muere por ellas, y hacen todo lo posible para q uno a pesar de decir una cosa, demuestre otra, y cuando uno cree en serio q ellas sienten lo mismo…PUM toma tu golpe y vuelve a la realidad…En fin….lo mas triste de la historia es ver el final donde nos damos cuenta del final del blog…todo lo bueno se acaba y bueno se va en un momento alto! y es mejor dejar ese buen recuerdo (no como los Simpson q cada dia estan peor)…Muchos exitos de antemano por las cosas buenas q se vienen! gracias por el autografo y las palabras el dia de la firmada del libro y gracias por 2 años de gratos miercoles… ya al menos tengo el libro y todos los post del tiempo en word pa recordarlos en su secuencia otros 2 años…Gracias!
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Hola Agomoso:
Practicamente leí todas tus publicaciones de corrido y casí me matan por no dejar de reir y pasarmela bien todo ese tiempo.
Felicitaciones.
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Y llore… llore… llore noche tras noche caray…. Muy buen blog Andres… Mi ex también se llama Carolina… muchos exitos en su nueva etapa como escritor… Y espero algún día obtener su autografo en mi libro… jejeje
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Hay que aplicar la maniobra de brazos que impide el retroceso de la cara, así esta traiga como consecuencia el cachetadón. Obvio el final debe ser más poético pero bueno, los alternos también existen.
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Generalmente a las damas les gusta sentirse que aun sus exnovios mueren por ellas y si en su caso la vieja esta mas buena que antaño le recordara lo deseable que todavia es… en todo caso el infortunio corre por cuenta propia por que se padece el deseo y no hay forma de poder mitigarlo… muy buena historia…
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Estupendo!!! Recién tuve una reunión de exalumnos similar… y todos al unísono (cada uno por su caso particular) entomamos el himno del curso «Sin medir distancias» de Diomedes… que épocas.. Lástima el final del blog. Ahora si me tocará comprar el libro.
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Auchhh… andres… ese golpe me dolió… jejeje.. pero bueno, hermano, ahí toca superar las cosas… ya vendrán mejores tiempos… y muy bacanos estos 2 años en que hemos compartido tantas cosas… vos escribiendo… y nosotros leyendolas… y recreándolas en nuestra imaginación… mucha suerte con tu nuevo proyecto… y por acá nos blogueamos… jejeje
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muy blog Andresitooo!!!! pero tranquilooo que el tiempo cura las heridas jajajaja 🙂
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Qué le pasó a Carolina?, uno no puede darle alas a un hombre y luego estrellarlo así… mandó muchas señales y luego recordó lo que significaba la argolla, a qué juega???
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No nos dejes 🙁
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