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Un amigo y una amiga se conocieron porque yo los presenté. Empezaron a salir y un día me llamaron -por aparte- para quejarse. Me contaron, cada uno desde su punto de vista, la historia de ‘el polvo que no fue’.

Este es el relato sin censura de lo que pasó el sábado.

 

La versión de él (I)

Vea, con ella nos empezamos a ‘rumbear’ desde la segunda cita. Desde el principio se volvió rutina que nos quedábamos hablando en el carro cuando la dejaba en su casa. A las viejas les encanta esa ‘charladera’, sienten que «se conectan». La verdad, tenemos una química tan chévere que hasta disfruto las conversaciones… Ay, no se burle Andrés. Eso sí, a la cuarta salida le pegué violenta ‘bluyineada’ en frente de su portería. Qué dijo papito, ni que yo fuera bobo. Esa vez no me invitó a seguir, pero yo entiendo eso. A mí la vieja me encanta y yo puedo esperar. Las mujeres hacen bien no dándolo tan rápido. Usted sabe que a veces somos como los pajaritos: comemos y… ¡salimos a volar!

Lo que sí me pareció muy ‘calientahuevos’ fue lo que hizo el sábado en nuestra quinta cita, después de que estuvimos en cine. Ese día la llevé a su casa y empezamos otra vez con el ‘maniculiteteo’. Que conste que fue ella la que me preguntó si quería pasar al apartamento. Se veía que no estaba segura. Se cogía la frente y decía: «¿Será?». Yo le dije que tranquila, que como ella se sintiera más cómoda. Me dijo que nos tomáramos un vino, pero que nada más. Y usted sabe que eso lo dicen por puro protocolo, porque si uno anda en esas y le abren la puerta, es porque quieren, ¿o no?

Subimos. Sirvió el vino y nos empezamos a ‘rumbear’ otra vez. Me dejó tocarle todo, ¡todo!, pero nunca me permitió meterle la mano en el pantalón. Yo dije: «Bueno, pues ni modo, puede que se haya arrepentido». Eso es válido. Quise irme y me paré (es decir, me puse de pie…, ayyy, ¡tan malpensado! Jajaja, igual ya estaba ‘parado’ desde hace rato).

Tenía que ir a mi casa a echarme agüita fría. Pero ella me pidió que no me fuera y me siguió calentando. Yo dije: «Bueno, de pronto es que sí quiere pero tiene miedo». Al final, pues nada, ese cinturón de castidad seguía impenetrable (literal y figurativamente).

Me pidió que me quedara, pero sólo a dormir. Yo dije. «¡Las güevas!, a mí no me van a coger de osito de peluche». Además, en ese estado de rigidez (es decir, la rigidez de ella para no aflojarse los cuquitos) no era sano para ninguno que yo me quedara prometiendo que me iba a cruzar de brazos. ¿No ve que yo estoy hecho de ‘carnitas y de huesitos’? Le dije: «No te preocupes, no pasa nada, en serio yo te entiendo»… y me fui. La verdad, sí quedé un poco rayado, porque quién se queda tranquilo con esa rigidez… (y ahora sí hablo de la mía). Aunque uno debe comprender que esas cosas no se deben presionar.

Al otro día nos vimos de nuevo. Fuimos a comer y todo iba muy bien. Parecía que todo se iba a dar ese domingo, pero se me atravesó la mala suerte y le juro que no tuvo nada que ver con lo que pasó la noche del sábado. Al final, quedé como un guache…

 

La versión de ella (I)

Mira, a mí el tipo me encanta. Tenemos una química muy chévere. Siempre hay tema de conversación y desde la primera cita nos quedamos hablando un buen tiempo en su carro cuando me lleva a mi casa. Él es muy bueno escuchando. Además, me produce muchas cosas. Cómo será, que a la cuarta cita nos ‘bluyineamos’ en frente de mi portería. ¡Jaja! Qué ‘oso’ con el celador de mi edificio. Qué dirá don Vicente de ver ese carro ahí con los vidrios empañados.

Eso sí, te juro que es la primera vez que me ando manoseando con un tipo tan rápido, pero es que me atrae mucho. De hecho, esa vez yo tenía muchas ganas. No le dije que entrara a mi apartamento, por dos razones: primero por demorar un poquito el ‘gustico’. Segundo… me da mucha pena contarte esto, pero te voy a decir porque te tengo confianza… Es que… ehhh… yo llevo mucho tiempo sin ‘tirar’… y… pues… ¡Ay ya! Te voy a contar: ¡hace rato no me depilaba!… Jejeje, me puse roja y todo… ¡Uf!, qué oso…

En fin. El sábado volvimos a salir (era nuestra quinta cita) y pensé en depilarme. Pero dije: «No, ese es el mejor cinturón de castidad. Si me dejo tal cual voy a contenerme más porque me va a dar mucha vergüenza que me vea así». Además, es bueno hacerlos esperar, porque si uno lo da muy rápido ustedes salen volando como los pajaritos, ¿o no?

El caso es que ese sábado fuimos a cine y me llevó a la casa. En el carro, otra vez se nos alborotaron las hormonas. Yo dije: «Pues pa’ qué nos vamos a manosear acá, en frente de don Vicente. Mejor lo hago seguir para no ‘boletearnos’ tanto». Pero también dije: «Él va a subir y no vamos a poder hacer nada, porque que yo no voy a dejar que se me asuste con esa selva que tengo». Yo me cogía la cara y le decía: «¿Será?». Él me dijo que tranquila, que como yo me sintiera más cómoda. Eso me dio cierta seguridad.

Lo invité a tomarnos unos vinitos. Subimos y, obviamente, empezamos otra vez a manosearnos. ¡Yo tenía muchas ganas!, de verdad. Me empezó a dar unos besos en el cuello que no sabes… Ay Andrés, pues claro que ‘mojé cuco’ y todo… ¡No se burle! Dejé que me tocara todo lo que quisiera, pero evité al máximo que metiera la mano en mi pantalón. Yo también lo tanteé todo… Jejeje, ay, pues claro, ahí también lo tanteé… En ese momento me arrepentí de no haber usado la cera, pero ya qué, era demasiado tarde. Definitivamente es que esa ‘pelamenta’ es el mejor de los cinturones de castidad.

Yo no quería que se fuera, porque me asustaba que saliera pensando que soy una ‘calientahuevos’. No sabía qué hacer y me dio por decirle que se quedara, pero sólo a dormir. Pero él, obviamente, dijo que no. Ni que fuera bobo. Pobrecito, yo sé que ustedes están hechos de ‘carnitas y huesitos’. Semejante restregada para dejarlo así… y con esa rigidez… ¡aish!, no hablo de la de él, sino de la mía para no dejarme… Jejeje, aunque es cierto que él estaba bien rígido… ¡Uf, Andrés!… me puse roja otra vez.

El caso es que se fue, me dijo que no me preocupara, que él entendía si yo quería esperar. Me pareció que no quedó rayado, porque sentí que realmente estaba siendo comprensivo y que podía esperar. Por eso me sorprendió mucho lo que pasó al otro día. Todo iba muy bien hasta cuando fuimos a comer, pero al final se portó como un guache…

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*Próximo miércoles, desde las 8 a.m.:
‘Malos entendidos entre hombres y mujeres – Segunda parte’

*facebook.com/agomoso Twitter: @Agomoso

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*Si se lo perdió…

‘Chistes tontos de la infancia’

‘Las ‘supervacaciones’ de mi mamá me aburren’

‘Todo nos gusta regalado’

‘Nos fascinan las ‘lobas’, ¿por qué a ellas no les gustamos los ‘lobos’?’

‘La bendita maña de decir mentiras’

‘El amor al carrito nuevo’

‘Cosas que nos pasan a los hombres en baños ajenos’

‘Sudando en el peor puesto del TransMilenio: la puerta’

‘Sobreviviendo a los lectores criticones de mi blog’

‘Almuerzos de mujeres: ideales para entenderlas mejor’

‘Cuando los hijos regañan a sus papás como niños chiquitos’

‘Mujeres que le tienen fobia al motel’

‘El arte de ‘levantar’ en la oficina’

‘Sobreviviendo como asalariado a la reestructuración de una empresa’

Shows de mujeres que hacemos los hombres’

‘Esta es la historia (que me imagino) de unos taxistas que golpearon a un par de pasajeros’

‘¿Cuándo será mi última ‘faena’ entre sábanas?’

‘Si yo fuera celador, sería igual de insoportable’

‘Salí del país, me unté de mundo y ahora soy mejor que ustedes’

‘Querido Niño Dios: te pido que mi familia no me avergüence en la fiesta de Año Nuevo’

‘Que alguien me explique los gozos de la novena de aguinaldos’

‘Manejo como una dulce anciana’

‘Mi tía, la invencible, tiene el superpoder de la intensidad’

‘Muéstrame tu foto de perfil en Facebook y te diré cómo eres’

‘¿Por qué los colombianos nos creemos «la verga»?’

‘¡Deje el resentimiento contra los ricos!’

‘Soy muy cobarde; le tengo pavor a las peleas’

‘Yo no entendía por dónde orinaban las niñas; dudas que muchos teníamos, pero nos daba pena preguntar’

‘Mi abuela es más progresista y liberal que sus hijas’

‘Es cierto y es un karma: los hombres pensamos siempre en sexo’

‘Respuesta masculina a cosas que ellas nos critican en la cama’

‘Carta de un hombre que no ve fútbol, ni le gusta, ni le importa’

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‘¿Por qué las mamás pelean cuando hacen oficio?’

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‘Si su nombre es ‘guiso’, usted tiene pasado de pobre: att. Jáiver’

‘Salir con… colombiana vs. extranjera’

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‘Sí, soy metrosexual… y usted también, ¡admítalo!’

‘Conquistar a las mujeres de hoy requiere más que sólo actitud; aliste una hoja de vida impresionante’

‘¿Cómo se atreve mi ex novia a casarse?’

 

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