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Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.

Jean De La Fontaine

Las personas mayores de 50 años, hoy en día, somos muy dados a mandar mensajes que hablan de nuestra niñez, nuestra adolescencia y hasta de la edad adulta. Incluso, hay una tendencia a regresar a la música, el cine, la radio, las telenovelas, los programas de humor y la moda de los años 70 y 80. Hay añoranza por el pasado. Y con mucha razón: a pesar de que vivimos muchos problemas, no llegamos a los extremos situacionales que vivimos desde la entrada del siglo XX. Aunque vivimos la aparición de la marihuana y sus consecuencias, sobre todo en gran parte de la Costa Atlántica; y, posteriormente el auge de la cocaína y la terrible época de Pablo Escobar Gaviria, con los demás carteles y capos del narcotráfico, en simultánea con la guerrilla, creo que desde finales de los años 90, estamos viviendo una anarquía que no deja avanzar a Colombia. Da la impresión de que los avances tecnológicos fueran un torbellino que arrasa todo a su paso. La irrupción de las redes sociales terminó por sembrar un caos. Ofensa va ofensa viene. Acusaciones de corrupción por todas partes. La prensa ha dejado de ser objetiva, para tomar partido. Hay odio en cada lugar del territorio nacional. No hay reconocimiento de lo bueno que hace cada uno. Los ataques son constantes. El estatuto de oposición, que me imagino, surgió con buenas intenciones, es lo más inútil que se pudo haber creado. No se buscan consensos, sino constantes desacuerdos. Si un sector dice SÍ, el otro dice NO y viceversa, aunque en el fondo estén de acuerdo. Lo importante es no darle la razón al otro. Si hay guerra en Israel, Rusia, Venezuela, lo que haga el otro no es lo que se debe hacer. En fin, lo que hay que hacer es que la situación del país sea caótica.

Yo voté por Petro, pero eso no quiere decir que esté de acuerdo con todas las decisiones que toma. Son muchos sus errores. Pero, ¿por qué la prensa (radial, escrita, audiovisual…) no asume su papel investigativo y objetivo y dedica tiempo a publicar, aunque sea con ojo retrovisor, lo que hicieron (bueno y malo), Petro, Duque, Santos, Uribe, Pastrana, Gaviria… ¿Por qué no hacen un balance legislativo, judicial, de entes de control (fiscales, procuradores, contralores, contadores de las tres últimas décadas)? ¿Y lo mismo con el sector privado, para ver que índice de responsabilidad tiene cada uno? Porque, muchos de los que hoy censuran al actual gobierno, cometieron grandes equivocaciones: dejaron elefantes blancos; comprometieron vigencias futuras; acentuaron la diferencia de clases y sumieron al país en la pobreza; aumentaron hasta más no poder, una deuda externa  impagable; las denominadas “-ias”, cayeron en las garras de la corrupción y fueron manejadas por los partidos que ostentaban el ejecutivo, al igual que la rama judicial, que inclinó la balanza de la justicia hacia los partidos que tenían el poder. Y, el mal llamado “Cuarto Poder”, también tomó partido político y muchos vendieron su conciencia al mejor postor. La objetividad, seriedad e imparcialidad de muchos periodistas del siglo pasado, dio paso al temor de los de ahora a perder los salarios que  pagan los dueños de la prensa, quienes pertenecen a los partidos que gobiernan hoy. Y comenzó el terror de convertirse en una segunda Cuba o Venezuela porque les iban a cerrar o a estatizar los medios de comunicación. Sobre todo, aquellos periodistas que habían alcanzado un status alto en la sociedad e iban a perder, los altos ingresos que reciben los que pertenecen a la élite periodística, porque hay muchos comunicadores que no ganan un salario digno, en Colombia. Otros viven de la publicidad que ellos puedan vender. Y otros, que son independientes y se comprometen con la verdad, tienen que recurrir a donaciones o a “vacas” para cumplir con el sagrado propósito que adquirieron al graduarse como profesionales de la comunicación.    

La prensa ha jugado un papel importante en todos los tiempos, como lo demuestra la fundación de la Gaceta de Santa Fe, de Manuel Del Socorro Rodríguez, pasando por La Bagatela, de Antonio Nariño. Sin embargo, en nuestros días, la comunicación se ha convertido en una actividad panfletaria, donde amparados en la libertad de expresión, la no divulgación de las fuentes y el amparo de la Flip, se escribe sesgadamente y según la conveniencia de los dueños de los medios de comunicación. Por todas estas razones, yo sugiero que todos esos medios, independientemente de su orientación política, hagan un análisis sobre cada uno de los periodos políticos, por lo menos, desde 1990 hasta el día de hoy. Pero que sea un balance imparcial, desprovisto de inclinaciones ni odios políticos. Y que ojalá terminen los tantos mensajes en X, Tik Tok, Instagram, Facebook y demás redes sociales, que tanto daño hacen.

Es hora de que termine esa nostalgia que sentimos muchos que estamos en edades entre los 50 y los 80 años que nos lleva a una angustia por no saber cuándo va a terminar esta situación. Esa angustia existencial que nos lleva a la depresión, a la desesperanza, cuando vemos personas sembrando odio, incendiando el país por una sola razón: el poder. Muchos creen que van a ser eternos, cuando el único Eterno es Dios. Venimos a este mundo, desnudos, con las manos cerradas, llenas de vacío. Y de la misma manera nos vamos a ir. ¿Entonces, por qué tanto afán de poder? 

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