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“La patria por encima de los partidos”. Jorge Eliécer Gaitán

En Semana Santa, visité en compañía de mi esposa a dos de nuestros hijos y tres nietos. La primera parte de esos días los pasamos en Bogotá y el resto en Rionegro-Antioquia. Dos regiones llenas de frío, que paliaba el calor humano de los nuestros. Entre las salidas que hicimos, estuvo el viaje a Doradal. No sé, si con el objetivo de visitar un parque temático o un deseo, quizás masoquista, de conocer la hacienda donde ocurrieron tantos crímenes y violaciones a los derechos humanos en la historia de Colombia.

Mi nieta, de 5 años, se divertía viendo los animales y más tarde en los resbaladeros de la piscina con la hijita de los amigos de mi hijo y mi nuera que nos acompañaron. Los demás, en distintas proporciones, estábamos ansiosos por ver el «museo», si así se le puede llamar a las fotos de los periódicos que mostraban el horror ocasionado por Escobar y sus amigos. También, aparecían desvencijados, como testigos mudos, los carros clásicos que ostentó el Capo de la mafia y la puerta de la otrora hacienda con la pequeña avioneta encima con el nombre de HACIENDA NAPOLES, el cual, tal vez, escogió para rendir homenaje a La Camorra, una organización íntimamente ligada con la mafia napolitana o compararse con ellos.

A mi esposa y a mí nos vinieron a la memoria aquellos momentos cuando escuchamos en los medios: “Mataron a Lara Bonilla” o “Mataron a Galán”; cuando vimos esas fotos que mostraban jueces, fiscales, policías, periodistas y muchas personas inocentes, víctimas de aquellas mentes enfermas por el dinero lleno de sangre colombiana. Allí, no sólo estaba plasmado el ataque al DAS, al diario El Espectador y el asesinato de Guillermo Cano; también estaba el cadáver de Carlos Pizarro Leongómez. Y, aunque, además aparece el fin de la pesadilla con la cara sonriente de Hugo Aguilar, agarrando el cuerpo sin vida de quien en vida se hizo llamar El Patrón, no pudimos evitar que nos sobrecogiera esa época de horror que nunca se nos borrará de la memoria.

No sé, si la muerte de Lara, Galán, Pizarro, Cano y otras víctimas de esa época, segaron la esperanza de un futuro mejor para nuestro país. Al igual que con la muerte de Gaitán se cambió el curso de la historia. O, quizás, lo que estamos viviendo ya estaba trazado en nuestro destino y Dios tenía en sus apuntes esos magnicidios, que uno piensa, hubieran cambiado nuestra vida.

El pasado es historia y no lo podemos cambiar. Pero, sí le podemos dejar a nuestros hijos, nietos y demás descendientes una vida mejor.

Yo pienso que las situaciones son diferentes. Antes, eran Escobar y los carteles contra los colombianos. El pueblo estaba hastiado por tanta violencia. Se hartó. El hilo fue estirado tanto, hasta cuando se rompió.

Hoy, es una guerra irracional, como todas las guerras, entre los mismos colombianos. Sin embargo, el objetivo es el mismo: el poder. Ahora, es Uribe contra Petro; Uribe contra Santos; Santos contra Petro; Pacto Histórico contra Centro Democrático, Partido Conservador, Partido Liberal, Cambio Radical y demás partidos. Asimismo, el poder Ejecutivo contra el Legislativo y el Judicial. Izquierda contra derecha. Prensa contra Petro. Petro contra prensa. Guerrilla contra la institucionalidad. Institucionalidad contra guerrilla. Total, salimos de Escobar y los carteles para meternos en una guerra peor.

Gaitán dijo: “La patria por encima de los partidos”. Sin embargo, entendieron: “Los partidos por encima de la patria”.

¡NO HAY DERECHO!   

Hda Nápoles

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