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Mientras en las toldas políticas del Frente Para la Victoria hay una guerra civil con balas de estiércol, en Cambiemos hay un mensaje contundente de unidad y de transformación.

 

Macri y Vidal en Nueva Pompeya, Buenos Aires. Foto: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires [CC 2.0 vía Wikimedia Commons]

Macri y Vidal en Nueva Pompeya, Buenos Aires. Foto: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires [CC 2.0 vía Wikimedia Commons]

Los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina cachetearon fuertemente al oficialismo. No sólo porque Daniel Scioli no ganó en primera vuelta, sino porque el mensaje de cambio de Mauricio Macri y de Sergio Massa caló fuertemente en la ciudadanía y logró demostrarle a la gente que sí es posible resanar la grieta y que el proyecto Kirchner no es eterno.

Desde entonces, la estrategia del Frente Para la Victoria ha sido plantear una campaña sucia y de miedo en contra de Macri, hacia afuera, y echarse la culpa unos a otros por el desmoronamiento del modelo K, hacia adentro. Scioli y sus asesores no saben qué más inventar para desprestigiar a Macri, mientras que éste aparece fresco y tranquilo al lado de símbolos tangibles del cambio.

Si Macri sale elegido el 22 de noviembre, como es totalmente previsible de cara a los últimos hechos de la campaña, es gracias a no haberse dejado provocar de Scioli, de Cristina, y de los otros. Su postura de que vale más el mensaje que el ataque ha sido la mejor estrategia. Adicional a ello, el líder de Cambiemos cuenta con una aliada fundamental de la que dependerá, en gran medida, su triunfo: María Eugenia Vidal, la gobernadora electa de la provincia de Buenos Aires.

La abrumadora votación de Vidal, así como estas primeras semanas desde la votación, son la prueba fehaciente de que el proyecto político propuesto por Mauricio Macri es viable a nivel provincial y que es replicable a mayor escala. Y todos los argentinos lo han podido ver así.

Maria Eugenia y Mauricio caminan juntos, se ríen, asisten a eventos de campaña, se protegen, agrumentan, debaten ides y evitan la violencia. Ella habla como dignataria electa y lo hace con la autoridad que le dan cientos de miles de votos. Habla con la contundencia de haber ganado en siete de las ocho secciones electorales en las que está dividida la Provincia. Habla como todavía no lo puede hacer Macri, pero habla como lo hará Macri.

A su vez, la imagen incondicional de Mauricio detrás de Maria Eugenia, cuando ella se pronuncia, es un claro aval de aquel a esta; es la confirmación de que el discurso de la gobernadora es similar al que tendrá el candidato de cambiemos cuando sea elegido. Y es la demostración contundente de la unidad, del pacto visible de que se acabó el enfrentamiento entre opositores políticos para darle paso a la armonía entre el gobierno y las provincias.

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