Me llegó el momento de tocar otro tema que me apasiona: el antiguo Egipto
¿Cuántas veces has oído hablar de los faraones egipcios? Pues permíteme contarte que pocas instituciones de poder han durado tanto como esta, pues durante más de 3.000 años y por 30 dinastías diferentes, la esencia de lo que significaba el faraón para este pueblo, no solo se conservó, sino que se defendió y propagó.
Eran varias las misiones que tenían estos personajes: la política para regir el país conforme a la ley de Maat o diosa de la justicia, cuidando de que sus súbditos también la cumplieran; la militar que lo colocaba siempre de primero en el campo de batalla dirigiendo y animando a su ejército; y la religiosa, tal vez una de las más importantes si se tiene en cuenta que era considerado como la representación en la tierra de todos los dioses.
A sus responsabilidades se sumaban mantener el orden total del universo, establecido en el momento de la creación, y que abarcaba no solamente la estructura social y política de Egipto, sino también las leyes de la naturaleza, el movimiento de los cuerpos celestes, la sucesión de las estaciones y la inundación y estiaje anuales del Nilo
Varios son los grandes faraones que con mayor frecuencia son mencionados en los libros sobre esta gran cultura: el reformista Akhenatón , el gran Ramses II, el joven Tutankamon, y mi preferida, Hatshepsut, la reina faraón, quien durante 22 años reinó en Egipto.
Estos grandes tenían algo en común: desde muy pequeño, el faraón crecía consciente no solo del poder que tenía en sus manos, sino de la misión que vino a cumplir en su paso por el mundo. Y todo un pueblo lo seguía.
Los resultados de este convencimiento interior y el de toda una civilización, se demuestran en su perdurabilidad en el tiempo y en la gloria y poderío que vivió esa cultura.
¿Ajá, y? Pues piensa como sería si desde pequeños nos convenciéramos que todos llevamos un faraón dentro de nosotros dispuesto a dejar salir su majestuosidad, a utilizar de la mejor manera el poder que nos fue dado y que puede crear sociedades cada vez más poderosas desde lo humano.
Y así como estos personajes eran concientizados desde niños de su rol para con ellos mismos y para con su pueblo, si comienzas mirar desde ahora a cada pequeño como un faraón dispuesto a brillar a partir del crecimiento de sí mismo y de quienes le rodean, de seguro que empezaremos a dar los pasos por el camino correcto para generar cambios
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