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Escribir ha sido, desde que tengo memoria, mi forma de pensar y de ordenar el mundo. Pero con el paso de los años entendí que no se trata solo de una herramienta personal, sino que tiene un super poder cuando se hace con estructura y con intención. Y si no, explíquenme estas cifras:

En los últimos 10 meses, el número de autores de newsletters en LinkedIn aumentó un 28% y, según HubSpot, más de 500 millones de personas consumen blogs cada mes. De hecho, estás leyendo este blog ¡Gracias!

Está clarísimo, escribir ya no es un oficio reservado a periodistas (perdón a todos mis colegas) o creativos. Es una forma estratégica de visibilizar lo que hacemos, de posicionarnos como referentes y de convertir el conocimiento en una marca que otros reconocen y valoran. En este sentido, la reflexión de Joan Didion, reconocida escritora estadounidense, resuena con fuerza: «Escribo enteramente para saber lo que estoy pensando, lo que estoy mirando, lo que veo y lo que significa. Lo que quiero y lo que temo».

Aplicado a nuestro contexto, esta necesidad de articular nuestros pensamientos y observaciones a través de la escritura se convierte en una poderosa herramienta para clarificar nuestro valor y compartirlo con el mundo. Y, si hablamos de liderazgo, esto cobra un sentido aún más profundo, porque liderar no es solo tomar decisiones o lograr resultados: es también inspirar, dar sentido, dejar huella. Y eso no se logra únicamente desde la acción, sino también desde la palabra.

Las personas no siguen títulos, siguen historias. Historias que les permiten ver a quienes están detrás de los cargos. Historias que conectan porque muestran vulnerabilidad, aprendizajes, errores, caminos recorridos.

Por eso, cuando un líder escribe, algo cambia. Deja de ser un rol abstracto para volverse una presencia concreta. Un gerente que cuenta cómo enfrentó una crisis sin recetas. Una directora que relata qué aprendió acompañando un cambio cultural difícil. Un fundador que narra el origen de su empresa no como un dato de marketing, sino como una experiencia vivida con dudas, intuiciones y decisiones difíciles. Todo eso crea cercanía, genera confianza, y convierte al liderazgo en algo tangible, posible, real.

No se si te suena conocido, pero conozco muchos profesionales con años de experiencia que saben hacer muy bien lo que hacen, pero que no logran expresarlo de forma clara, atractiva o coherente. Tienen logros, casos de éxito, ideas valiosas… pero no están escritas. No están publicadas. No están accesibles.

Si se puede ser omnipresente

Escribir es una forma de estar presente sin estar en todos lados. Un artículo bien escrito puede posicionarte durante años en un buscador, abrirte la puerta a una conferencia, llevarte a una entrevista o incluso generar un nuevo cliente. Pero más allá del resultado externo, escribir con conciencia permite algo todavía más valioso y es entender qué es eso que realmente sabes hacer, cuál es tu propuesta de valor y cómo contarla sin adornos innecesarios.

Hay algo profundamente transformador en volver al papel —o al teclado— para narrar un proceso, una solución o un momento de quiebre.

Un consultor de talento humano que logra sintetizar cómo ayudó a una empresa a gestionar una transición compleja. Una abogada laboral que relata un caso emblemático desde el lado humano del conflicto. Un coach que pone en palabras lo que vivió acompañando a un líder en crisis. En cada uno de esos relatos hay una oportunidad de conectar, de enseñar, de dejar huella.

Hoy, más que nunca, necesitamos menos discursos vacíos y más voces que digan algo con sentido. Voces que se atrevan a contar lo que saben hacer desde la experiencia, sin adornos, sin exageraciones, pero con la fuerza que da haber vivido y aprendido. Por eso insisto tanto en que la escritura no es solo un canal más, sino el punto de encuentro entre lo que hacemos y lo que los demás pueden ver de nosotros. Es una forma de dejar constancia. De mostrar resultados. De abrir conversaciones que tal vez no sucederían de otra manera.

No se trata de escribir bonito. Se trata de escribir con propósito. Porque las ideas valiosas no están en el algoritmo. Están en nuestra experiencia. Solo que a veces, necesitan palabras para poder salir al mundo.

 


En mayo: Escribe para que te encuentren

Y dicho todo lo anterior, les cuento que precisamente de esas reflexiones, las conversaciones con mis mentoreados en escritura, mis líderes coachees y los meses al frente de www.ambitorh.com decidí lanzar «Escribe para que te encuentren», un curso intensivo para profesionales que quieren transformar su experiencia en contenidos con impacto real. Personas que tienen mucho para contar, pero que aún no lo han convertido en una narrativa que los represente. Porque no basta con tener experiencia. Hay que saber escribirla. ¿Te animas a vivir esta aventura? Ingresa al siguiente Link   y conoce mucho más.

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