Personajes Bogotanos I
Un Hombre con Cojones
Luego de una prolongada ausencia
retomo este espacio para seguir contando «lo
que yo sé de Bogotá». Para esta etapa iniciaremos con una semblanza de
personajes bogotanos contemporáneos, los cuales muy seguramente no dejaran su
huella en futuras urnas bicentenarios pero que sin lugar a dudas son los
herederos legítimos de la estirpe de La Loca Margarita, Pomponio, El Negro
Chivas, el Bobo del Tranvía y un importante número de mentecatos y menesterosos,
que hoy son revividos y caracterizados en barrios y centros comerciales como
nuestros personajes más queridos y significativos.
El primer invitado a esta abyecta
zaga es un personaje que durante algún tiempo recorrió la calle 26 más o menos
entre carreras 30 y 50, tramo reconocido a cabalidad por los estudiantes y
visitantes de la Universidad Nacional. El sujeto no se veía viejo, debía tener
a lo sumo unos cuarenta años, mostraba el típico look de un habitante de la
calle (más conocido por los estilistas como peinado talco), se caracterizaba
por andar sin camisa (en la mismísima nevera) y por sostener férreamente sus
criadillas con la mano derecha.
Como era mi primer personaje para
esta zaga, hice los seguimientos y las indagaciones pertinentes, eche mano de
todo mi conocimiento en técnicas etnográficas para traerles a ustedes su
testimonio. Sin embargo, y debo confesarlo, no fui capaz de abordarlo…
Al principio todo parecía
sencillo, mis pesquisas me indicaban que frecuentaba una pizzería conocida como
«el castillo» (hoy extinta), pidiendo
de mala manera pedazos de pizza a los estudiantes. Mi plan no tenia pierde: lo
iba a abordar en ese sector, lo invitaría a compartir una porción de pizza especial
y un tutti fruti al calor de una interesante conversación, luego nos tomaríamos
una foto como buenos amigos y ya.
Sin embargo había un detalle que
me tenía incómodo y era cómo lo iba a saludar, en otros casos era un asunto sencillo,
pero con él podía ser diferente: yo le estiraba mi mano, el soltaba sus gónadas
y correspondía al saludo, y ahí estaba el problema, me parecía una total
descortesía saludarlo con guantes de
látex (en realidad hubiera preferido unos de carnaza); además si se agarra las
pelotas debe tener una buena razón, la cual no me parecía prudente abordar
desde el principio, que tal algo como : «que más hermano, y qué… porque se
agarra las pelotas…» no se…. creó que no hubiera podido romper el hielo.
El plan B era sencillo, ya que no
era capaz de estrechar su mano, lo más indicado era intentar otro tipo de
saludo, tal vez bastaría con mover la cabeza? Este método tenía sus riesgos, no
hay nada más humillante (y lo digo con total conocimiento de causa), que
zarandear la cabeza y no recibir respuesta, además aunque sirva como saludo no
genera un espacio de dialogo. Además, repito, tenía la total certeza de que
nuestro amigo no iba a responder.
Un abrazo era impensable, en
realidad prefería estirarle la mano… me llenaba de pánico que respondiera
satisfactoriamente, definitivamente la salida era darle la mano….pero nunca fui
capaz.
Los rastreos siguieron, el sujeto
continuaba su diario vivir descamisado y trotando con las manos en las pelotas…
esta segunda tanda de seguimientos generó una nueva hipótesis: Y si se había
pegado, que sé yo, con bóxer o algo así y no podía liberarse por el intenso
dolor? Era una buena posibilidad pero mi estimado amigo: no seré yo quien te
libere de ese sufrimiento, pensé.
La búsqueda de la estrategia
adecuada empezó a dilatarse, tanto así que dure más de dos años para escribir
una nueva entrada. Durante este tiempo, el canal caracol haciendo unas
notas del sector, casualmente registró al individuo que fue identificado
por una familia en Caldas, la cual en seguida vino a Bogotá, lo recogió, se lo
llevó y lo rehabilitó, etc, etc. Fue una historia aprovechada hasta la saciedad
por el canal y yo seguí atento a todos los reportes. Meses después leí una
entrevista en la que contaba por primera vez su lamentable historia. El sujeto
resultó ser un abogado que terminó en la calle por su adicción a las drogas, tuvo
una dura y tortuosa rehabilitación como en casi todos los casos. Curiosamente
del detalle que me perturbaba, nunca se dijo nada.
Averigüé con mis fuentes (vecinos
del sector) con el fin de confirmar si todos tenían las mismas inquietudes con
respecto al personaje, o si yo lo estaba asumiendo; resultó que todos coincidían
conmigo respecto a este detalle algo molesto, en efecto a todos les llamaba la
atención la mano en los compañones…debe ser que para vivir en la calle hay que asegurarse
de tener los huevos bien puestos o algo así. Por lo pronto, si este recordado
personaje me está leyendo (que no creo) le mando este mensaje:
«un afectuoso saludo, me alegra que esté en recuperación. Menos mal se
fue de la 26, esta calle dejó de ser un sitio agradable gracias a los Nule y el
viejo castillo fue demolido…. éxitos en su recuperación y si antes se agarraba
las pelotas con una mano ahora agárreselas con las dos que salir de las drogas
es aún más duro. Escríbame por este medio y cuando se desintoxique de la drogas
lo invito a intoxicarse con una pizza paisa en inmediaciones de la Nacho,
quizás en ese momento podamos estrechar las manos y por fin tener una
conversación que no esté mediada por mi falta de cojones y/o sus cojones bien
puestos»
DON BETO
Hola, Gilberto.
Si usted es uno de los bloggers inconformes por la eliminación de la sección blogs del home de eltiempo.com, le invito a escribirme a andres@elblogotazo.com.
Tal vez unidos podamos lograr una reconsideración de este rediseño en una segunda fase.
Parte de la idea de tener un blog en eltiempo.com era la visibilidad, y con este cambio la hemos perdido toda. ¡Buena suerte!
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Exelente retorno don Beto….lo extrañabamos
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