“No se trata de conocer el pasado como verdaderamente ha sido. Se trata de adueñarse del recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro (…) aquel en que los vencidos de la historia captan, en una iluminación repentina, que el sentido de sus vidas les va a ser robado”
Walter Benjamín
Por qué no te callas!!! El 10 de noviembre de 2007, El entonces rey de España se dirigía con estas palabras al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, ocurrida en Santiago de Chile. A lo que el presidente Venezolano mucho después y fuera del recinto respondió:
«hace 500 años, desde Madrid imperial salió la orden: ‘Que se callen'» los indígenas originarios de América Latina, «y los callaron», pero «cuando les cortaron la garganta». «Sólo así los callaron. Los descuartizaron, los picaron en pedazos y colocaron sus cabezas en estacas a la entrada de los pueblos, por los caminos. ¡Ése fue el imperio español aquí!,
Desafortunadamente para Chávez sus palabras sirvieron de poco y nada, las palabras que hicieron ruido fueron las de Juan Carlos de Borbón, porque la bulla es un botín del ganador, el silencio y la humillación son el botín de los vencidos.
Los españoles lo saben y lo aplicaron en el continente en cuanta aldea indígena que destrozaban, luego se venía la fiesta con abundante bebida y la violación de las mujeres indígenas en frente de los últimos, agonizantes y torturados hombres. Lo hicieron también los Nazis con los Judíos, condenados al morir en silencio, cuando ya estaban débiles y luego de ser expuestos a todos tipos de vejámenes consumían el gas letal. Ahora ellos hacen lo mismo a los palestinos, ruidosas armas de última generación se enfrentan a los palos y las piedras de los desposeídos palestinos quienes, obviamente, son los que caen muertos
Esta violencia simbólica, la describe el sociólogo francés Pierre Bordieu quien en la década del 70 la definió como:
Una acción racional donde el «dominador» ejerce un modo de violencia indirecta y no físicamente directa en contra de los «dominados”.
De la misma manera que sucedió en la población del Salado (Carmen de Bolívar), en donde paramilitares al servicio de Rodrigo Tovar Pupo (alias ‘Jorge 40), entre el 16 y el 19 de febrero de 2000, masacraron y descuartizaron una cantidad indeterminada de campesinos, superior a 100, mientras los tambores acallaban las motosierras y encendían el festín de sangre del ejercito paramilitar.
Paramilitares, los mismos que desprecia y persigue Nicolás Maduro, los que armaron una fiesta de tambores mientras despedazaban sus desprotegidas victimas en su mayoría mujeres y niños. Maduro bajo la excusa de perseguir al paramilitarismo, prendió su maquinaria y empezó a destruir las viviendas marcadas aun con sus enseres dentro, y al igual que los «paras», silencio la maquinaria al compás de la Pollera Colorá, una canción que identifica más a los Colombianos que el propio Himno.
Aún más indignante era la expresión del músico que lo acompañó, quien sin lugar a dudas era colombiano y quien seguramente fue obligado a tocar con la promesa de no ser echado del país como un perro, en su cara se le veía el susto que se reflejaba en las torpes notas que el aún más torpe presidente de Venezuela intentaba seguir.
No definiría a Nicolás Maduro como un paramilitar, aunque en ese nivel de degradación todos son criminales, comparten los códigos de sus enemigos y no es tan difícil imaginarlo junto Con Jorge 40 en 3 días de sangre y cumbia.
DON BETO
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Sin duda alguna, la repatriación de algunos colombianos indocumentados que adelanta el gobierno de Venezuela a raíz de un operativo contra grupos paramilitares promovidos por el exdictador Uribe, puede ser dramática si sólo nos enfocamos en esa parte de la historia, pero si abordamos el problema de forma global, entenderemos que en Venezuela no hay un operativo contra los colombianos sino contra grupos terroristas que están contrabandeando combustible y otros productos para financiar sus acciones delictivas en ambos lados de la frontera.
En ese sentido, también sería justo que hablar del flagelo de la violencia paramilitar que Colombia está exportando a través de sus fronteras y que afecta a los países vecinos. Pero de lo que más se debería hablar en la actual coyuntura, es de los más de 5.5 millones de colombianos que viven en Venezuela porque se refugiaron en ese país huyendo de la dictadura uribista que los quería masacrar con motosierras y que fueron acogidos con hermandad, generosidad y humanismo.
Pienso que no debemos dejarnos llevar por sensacionalismo mediático del duopolio de RCN y Caracol e informarnos con otros medios, ojalá internacionales para así conocer la verdad y difundirla ampliamente con el fin de no generar odios entre dos pueblos hermanos como lo son Colombia y Venezuela. No seamos amarillistas, no sigamos la corriente con la intención de que una entrada sea popular entre las masas, contemos la verdad, miremos siempre las dos caras de la moneda.
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Excelente comentario lo felicito
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