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Desde que tengo memoria he estado en Icononzo. Soy hija de Icononzuna y nieta de quién quiso aportar a la paz haciendo vestidos a niños pobres, allá en esos tiempos cuando la violencia era el pan de cada día entre liberales y conservadores.

Conozco este pueblo desde sus entrañas pero también desde sus tristezas. Icononzo fue víctima de la violencia bipartidista, de las FARC, de los paramilitares, del crimen organizado y como si fuera poco también ha padecido la corrupción de quienes creen que la alcaldía es un fortín para hacer hoteles con recursos públicos y pasar por encima del pueblo.

Pero nos hemos levantado de tanto dolor, y me incluyo como una más de ellos, porque aunque no haya tenido la fortuna de nacer allá, gran parte de mi vida pertenece a este lugar. Lloramos a los nuestros, repudiamos tanto odio y crueldad con los campesinos, protestamos pero muchas veces también nos quedamos callados, porque tuvimos miedo de sumar en la lista de las víctimas.

Pero así como nos usaron en la guerra, seremos para la paz. 1438 icononzunos le dieron un sí a los acuerdos el 2 de octubre del año pasado, pero no solo decidieron respaldar el proceso, depositaron la confianza en lo que va más allá de coincidir con la desmovilización de las FARC y esto tiene que ver con un cambio urgente en la agenda de prioridades.

El simple hecho de prestar su territorio para la parte más difícil de la paz, la implementación, trae consigo una serie de nuevas circunstancias, entre tanto, la posibilidad de financiación de proyectos productivos y lo que a mi parecer, el destino de miradas importantes, que pueden comprender lo mucho que le falta crecer a Icononzo desde que el flagelo de la guerra apartó de su camino las necesidades reales.

Muchos ahora visitan las zonas veredales de Icononzo pero también evidencian la precaria presencia del estado en el territorio. Claro, y es normal que se aprovechen estos espacios para tutelar asuntos que aunque deberían ser obvios, han sido el resultado de una suma de malos gobiernos, de alcaldes incompetentes y también de la indiferencia de sus principales gestores.

No sorprende que salten quejas por un Hospital que más bien parece una enfermería grande, donde sufren pacientes y familiares. Tampoco es ajeno a los ojos de los visitantes ver una plaza de mercado poco digna para nuestros campesinos pero a que pesar de esto, sigue siendo fuente principal de la economía municipal. Todos los que se han transportado hacia las zonas veredales ya dieron cuenta del precario estado de las vías al campo, que además es una radiografía de un problema nacional. Bueno y mi queja de siempre, a los que visitan Icononzo, me imagino que pudieron registrar la falta de atención a la educación de los niños de las más de 30 veredas del pueblo.

Así que bienvenidos todos los que quieran visitar el balcón del oriente tolimense, pero también son bienvenidos los aportes críticos y constructivos, que por demás reflejan una situación que pertenece a la mayoría de los municipios en Colombia.

@Lore_Castaneda

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