Hay dos palabras antónimas, fuera y dentro, que referidas a los colombianos establecen dos categorías de ciudadanía. Los que están fuera conviven con su desarraigo, su añoranza y con el sentimiento de pertenencia quebrantado. Los emigrantes colombianos contribuyen a la riqueza nacional con el 2,5 % del PIB y aparte de la satisfacción de ayudar a sus seres queridos ¿Qué reciben de su país?
Entre los colombianos radicados fuera de Colombia que intentaban ejercer su derecho a voto en las pasadas elecciones presidenciales, había un sentimiento de abandono por parte de las autoridades de su país representadas en Consulados y Embajadas cuyas jefaturas son detentadas por personas no profesionales que obtienen esos cargos como premio o favor y cuyo papel no pasa del relumbrón con un magnífico salario.
Durante la pandemia de la Covid-19, las citas virtuales se convirtieron en la única forma posible de realizar trámites y consultas. Si el ciudadano posee los medios y conocimientos que le permitan ese tipo de comunicación, sin duda, verá facilitada la consecución de la mayoría de trámites que necesite, siempre y cuando el sistema funcione correctamente.
En ocasiones, las gestiones que uno necesita solo se ofrecen de manera presencial y mediante cita previa. Es mi caso y durante días estuve luchando por una cita previa en el consulado de Valencia en España, y para mí desesperación solo conseguía cita para el Consulado en Berna, Suiza. Cuando por fin conseguí ser atendida ante la autoridad consular que me correspondía por residencia y ante mí inquietud por lo acaecido, con una media sonrisa se me explicó que eran problemillas que se estaban resolviendo. Dos años de virtualidad para seguir con «problemillas» en el sistema de atención al ciudadano al que además se le exige una destreza informática que le permita comprimir archivos, convertir documentos, colocar fotos con la extensión requerida, anexar archivos, pagar aquí y allá, para que al cabo del tiempo, por un pequeño error, vuelvas a la casilla de salida o te exijan otro rimero de documentos que no figuraban en el inicio del procedimiento.
Dos meses después de regresar del exterior y de seguir necesitando resolver temas de visados sigo pendiente de que esos problemillas digitales se simplifiquen y pueda resolverlos con la naturalidad con la que se compra y se recibe los productos de Amazon de un domicilio de cualquier especie para sentirme dentro de un sistema que con todas sus complicaciones era más sensible y certero porque una persona te miraba y podía comprender las dificultades de estar en el exterior y que realmente te sintieras dentro de las coberturas de tu país y no fuera de un sistema que te hace sentir idiota, No es lo mismo estar fuera de sistema, que afuera del país. Parecen iguales, pero cuando te paras frente a esa pequeña sutileza del lenguaje, descubres que comporta un montón de circunstancias.
Yo también tuve 50 años de haber visitado el consulado de Colombia en Paris, cuando una señora que fungía como una madre para quienes llegábamos a la ciudad luz, no existían los teclados ni los sistemas virtuales y mucho menos esa parranda de politiqueros que hoy en día abundan en los consulados, gentes ignorantes que han creído siempre que ellos son lo máximo que ha producido la fauna colombiana, hoy en día el problema es mucho mas grave, pues quienes tienen la representación consular en el exterior se caracterizan por levitar aprovechan sus cargos para enriquecerse y no son mas que unos colombianos indolentes ante la necesidad de los que residimos en el exterior, y quienes en esa época vivíamos en Francia, sentíamos orgullo de estar registrados con todos los datos, para que quien necesitara de ayuda, estábamos listos a servir. Hoy en día la carrera consular es un negocio de familias de dedo parado, es la escoria politiquera que nos representa en el exterior.
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Cuando París era una fiesta, y la representación diplomática estaba de tu lado. Muchas gracias por su comentario.
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