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I

Abrir un blog, más allá de servir como espacio de opinión, permite que los creadores (blogueros) podamos experimentar con las narrativas y los estilos de escritura que aquí concebimos, para que hallemos constantemente los trazos correctos de la expresión refundida entre lo sagrado del pensamiento.

Ahora bien. Una situación en particular, que me ha causado cierto desconcierto, encontró en la escritura su liberación. Y aquí yace, intensamente adornada por recuerdos y olvidos, por lamentos de lo que pudo ser pero que jamás fue. Permítame que en esta oportunidad declare pasiones crudas que están encerradas en lo profundo de mi conciencia: ‘Mi ambición ahora es darle oportunidad al que está adentro de mí, desesperado, porque el amor no tiene pasado’.

II

Percibir los augurios del olvido, mientras que te imagino con desbordada constancia, resulta ser consternación cruda en medio de lejanías y arrebatos que vacilan. El prolongado miedo que de verdades carcome el alma, es el extravío del que mis sentimientos huyen, y, entonces, atraído por las certezas y la calma, me escondo entre los sueños del constante desdén.

En ese momento es cuando, entre la reflexiva quietud, recuerdo tu color, y todo deja de ser melancólico porque apareces como ensoñación. Pero, herido por el desconocimiento convertido en sensación, decido alejarme para poder olvidar tu misterio abrumador.

Sin embargo, es en medio de la marcha decaída que respiro los aromas de tu figura, y es tu encanto el que me motiva a admirar tu delicada sonrisa pura. Y el cielo, adornado por tus fragancias, se alarga en espirales y adueña hermosas formas de nube a su extensión curvada. Y así, siendo tan rauda como las brisas de amores reales naces, entre corazones, para perpetuar candente vida.

Es tu presencia, desborde absoluto de luz, la convicción que me impide rendirme, a pesar que no saber de qué manera tenerte, es, definitivamente, una pesada cruz.

III

¿Cómo lo podría saber?

Que lo que nos dijimos no es un simple homenaje al viento,

a la luna inquieta que desde las distancias cobija nuestros sueños,

y deshacer este cariño, para volverlo a experimentar,

es una especie de tentación insana que hiere sutilmente.

Los caminos, arqueados por tanta terquedad, están separados,

y tus manos y mis manos ya no pueden palparse al ritmo de la noche,

porque comprender es diferente a disfrutar

y entregar mis palabras al ruido no es más que herida perdición…

IV

Y sólo él podía comprender la insatisfacción causada por recordarla… los fugaces momentos que, extraviados entre el tiempo, buscaban entre las noches su reposo perpetuo. Su corazón desahuciado se quemaba entre los fuegos de la desesperanza pero siempre sabía recuperar su condición. Y sin la necesidad de hacer nada, volvía a renacer. De las cenizas de su corazón nacía una nueva esperanza que era semejante a un fénix de pasión.

V

-No te apiades de mí. Apiádate de las letras escritas por y para ti, que jamás serán leídas por tus ojos.

 

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