Todos hemos soñado con ser multimillonarios, ¿o no? Todos hacemos cuentas con la plata que nos ganaríamos al agarrar el premio mayor de cualquier lotería. Y en Colombia es muy común la frase «Juemadre, hoy sí me gano el Baloto»; yo la digo cada tanto, aunque nunca lo compro, lo confieso. Bueno, en mi familia se tiene esa costumbre, y cada sábado después del chocolatico habitual, mi tío Julito dice «les tengo la solución para todos los problemas», y va y compra el Baloto. Y a veces empezamos a pensar en familia cómo sería eso:
– Bueno, nos toca de a tanto por persona. Con eso yo compro una finca -grita un primo-.
– Uy no, qué jartera tener finca, mantenerla y todo eso. ¡Uno lo que debe hacer es pasear! -afirma la tía-.
– Exacto, yo me doy mi año sabático y me iría a dar la vuelta al mundo. – Aporta mi prima-.
– Ah no, yo no dejaría de trabajar, pero ya sería sin ese afán de conseguir plata. -Dice el primo ñoño-.
Claro, la meta de cualquiera es tener lo suficiente como para no tener que volver a trabajar. Por eso hablo de tres apartamentos, porque con la renta de dos no se hace ni un tinto. Otros más golosos sueñan con montones de viajes, carros deportivos (que en Bogotá son un completo desperdicio) y mujeres en la playa. Esos últimos son los que se la pasan viendo videos reguetoneros y sueñan con el «blin-blin» (tú sabes quién eres).
Si uno es así de famoso/millonario no puede caminar tranquilo por Unicentro y hacer fila en Crepes. Está uno relajado almorzando con la prima que tenía el rato libre mientras el marido llega, pero no puede uno cogerle la mano a ella porque «Encontramos al artista Pepito con un nuevo amor: ¿Cachos?». «Carajo ¡NO!, ¡ES MI PRIMAAAA!», declararía uno en ‘La Red’, indignado porque desde ese día el marido de la prima ya no confía en uno y no le comparte pan en las onces familiares. Y ahí mismo los lectores dirán maliciosamente «seeeeeh, claaaaaro, prima. ¡Ajá!». ¿Ven? Por eso es que uno termina comprándose una isla en el Caribe. Zarrapastrosos.
Y por eso es que no me compro el Baloto. Qué pereza ser millonario.
LA ÑAPA: Desde hace un tiempo los bogotanos vemos con preocupación la anarquía entre la que estamos empezando a vivir: atracos masivos en Transmilenio, robo a machete limpio en el SITP, y un sinfín de cosas que rayan en lo absurdo en una sociedad que se respete. El punto es ese: esta sociedad no es respetable. Estamos sumidos en la anarquía y, en mi humilde opinión, el alcalde Petro nos ha traído a ello. Cuando el alcalde mismo es anárquico y rebelde, la ciudad se vuelve así, rebelde y se sumerge en la anarquía. El alcalde defiende su gestión a punta de cifras diciendo «es que ahora solo hay 300 muertos, cuando antes había 500». ¿En serio? ¿Se siente orgulloso de ello? Lo que Mockus habría dicho es: «Estamos mejorando, pero nos falta mucho: no puede haber UN SOLO MUERTO, UN SOLO ATRACO». ¿Recuerdan la época en que nos prohibió la pólvora y dijo que no debería haber un solo niño quemado? Ese es el tipo de mensajes y de campañas que se deberían transmitir. Ruego que dejemos de vivir en la anarquía para la que vamos. Me da pavor que nos pase lo que les pasó a los venezolanos. Ojalá no tengamos que rogar para comprar papel higiénico
Entradas anteriores: «Sal con alguien valiente«, «Y no son shantas, son gomas«, «¿Rato o amanecida?«.
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