Siempre se ha dicho que madre no hay sino una, aunque por ahí uno puede contar varias: Que la madre patria, que la pereza (que es la madre de todos los vicios), la madre naturaleza o la madre tierra. A esta última algunos le dicen Pacha Mama, yo que soy un tipo formalísimo le diría señora Francisca y le hablaría de usted. Para no abusar de la confianza. En el ejército a uno le dicen que tiene dos madres: la de verdad y la de caucho, que es la que se usa para recibir los madrazos y ofensas. Ya sabe uno que es «molestando». Esa misma madre de caucho es la que deben tener los árbitros y los taxistas.

Bien, hoy escribo para mentarles a todos ustedes la madre, aprovechando que este fin de semana se celebró el día de la madre y es un buen momento para recordarlas -quienes no la recuerden frecuentemente- y para reflexionar un poco. Todos tenemos una madre y no se duda. Padres… de ellos sí se puede dudar.

Supongo que no todos tuvieron la mejor de las madres y algunos hasta renegarán de ellas, pero yo tuve la fortuna de tener como mamá a una mujer maravillosa que mientras más aprendo de la vida, más admiro. Profundamente. El amor que siento por ella no se discute, pero soy tan afortunado que puedo afirmar que esa mujer es admirable. No sólo crió casi que sola a un hombre extraordinario, un tipo educadísimo, inteligente y gracioso, sino que también me crió a mí. Una dura.

Algunos de ustedes quizás saben que mi hermano mayor vivió muy enfermo y pasó muchas penas, pero esas penas fueron llevaderas gracias a esta mujer tan especial que es mi mamá. Creo que si alguien sufre tanto o más que un enfermo, es la mamá precisamente. En los últimos días de vida de mi hermano estoy seguro que mi mamá no durmió más de tres horas seguidas. Imagínense lo que es pasar la vida en hospitales durmiendo escasa y nerviosamente, para salir en la mañana corriendo a ir a trabajar -no sé con qué cabeza- y volver a la clínica unas horas después para seguir con la rutina, así por más de un mes. Admirable. Y no bastándole con eso seguía pendiente de su otro hijo, el menorcito, a quien nunca le faltó nada y por el contrario le sobró amor. Mi mamá, por más cansada que estuviera, por más triste y estresada, nunca (y resalto NUNCA) tuvo mal genio con la vida. Francamente no sé cómo lo hizo, creo que yo no podría hacerlo.

Este era yo, hace unos añitos. Aunque no sé si era necesario aclarar.

Afortunadamente mi mamá no hizo todo eso sola. En todas esas peripecias contó con su esposo, mi «papi Gabi», y con sus hermanas y hermanos (mis tíos adorados). De hecho, hoy en día se siguen acompañando: todas las tardes salen mis dos tías y mi mamá a darse una caminadita por el barrio. Ya son conocidas como «las tres Marías». Yo creo que de ahí me vino el gusto por tomar tinto todas las tardes. Qué vaina sabrosa.

Bendito sea mi Dios, somos una familia muy unida, pero lo que mi mamá hizo, la manera en que sacó adelante a sus dos hijos, no tiene palabras. Es sencillamente admirable. Honestamente no creo que haya manera de recompensarla y de darle el reconocimiento que se merece. Parafraseando, creo que describir con palabras a mi mamá es profanar su esencia; pocas personas creo que tienen un alma tan pura como ella. Yo sé que todos queremos mucho a nuestras mamás, y todos decimos que tenemos la mejor del mundo, pero quienes conocen a la mía pueden dar fe de esa espiritualidad tan bonita que maneja, de esa pureza, de la tranquilidad que respira. Si me preguntan si creo en ángeles les digo que tengo a uno junto a mí y que a diario hablamos, nos decimos que nos amamos y nos contamos las novedades. Todos los días. Estoy seguro que sin ella no habría podido superar varios momentos complicados en mi vida.

Sé que algunos de mis amigos leen esta entrada y, si conocen a mi mamá, saben que no digo mentiras. Mi mamá siempre tiene una sonrisa, respira tranquilidad, exhala amor por cada poro. Es una ternurita andante. Por supuesto las palabras se quedan cortas así que no seguiré mucho en este plan.


Más bien los invito a que piensen en sus mamás, en sus tías, madrinas, abuelitas. Piensen en sus primas y hermanas, en todas las que son madres. Nadie sabe el amor que puede sentir una madre, excepto ellas. Denle un abrazo y un beso a su mamá, díganle que la quieren. Eso es más valioso que el más costoso de los regalos. Denle una llamadita si no la tienen cerca. Si ya no está con nosotros, piénsenla y mándenle besos que esos también llegan al cielo, créanme. Yo ahora mismo estoy recordando a mi abuelita y a varias mamás de mis amigos, como la señora Nata -o sea, la mamá de Nata-, la señora Rodri, y la señora Pompi, a quien no conocí pero sé que me habría encantado conocer. Y aprovecho la ocasión para agradecer a las demás mamás de mi familia. Voy a nombrarlas, ustedes sabrán perdonar: a mi segunda mamá, mi tía Elbita, a mi tía Lucita, mi madrina Nenis, a Irmita (que ayer la volví a ver después de un buen rato de extrañarla). A mis primas Adri, Ruth, Dianita y Patty. A Xime y a mi comadre Amandita por allá en Dallas. Un beso inmenso para todas.

A mis amigas de la U que son mamás también: a Nata, Roci, Monchis, Carito. En fin, si nombro a cada mamá a la que quisiera felicitar personalmente no termino, así que lo dejaré así. Pero ustedes saben quiénes son, no se me hagan.


Si usted amiga lectora es madre, le dedico parte de este escrito y le deseo un muy feliz día, una gran semana, el mejor mes… toda una vida llena de felicidad. Siéntase muy orgullosa por lo que es. A todas ustedes les deseo mucha felicidad. Se la merecen. Cada beso, cada muestra de cariño, cada enseñanza que tienen con sus hijos es un pedacito de cielo que van ganando. Por eso sé que el cielo está lleno de mamás, no hay otra explicación.

Pero más especialmente a mi mami, a Bertica, a Kika.
Mami: sé que me falta decírtelo más seguido, pero procuro demostrarte a diario cuánto te amo. Hoy quiero que sepas que me siento muy feliz por tenerte a mi lado, que eres la gran bendición de mi vida. Si algún día logro parecerme un poquitico a ti, si el día de mañana logro tener la mitad de la fortaleza y pureza que tú tienes, podré morir tranquilo. Te amo, profundamente.

@OmarGamboa


Me demoré en publicar este post porque ayer estaba celebrando el día de las madres, ustedes sabrán disculpar. Ayer hicimos una celebración sorpresa para las mamás de mi familia (mis tías y mi mamá), organizada entre los primos. Y les confieso que cuando vi a mi mamá con los ojos llorosos por la sorpresa, sentí mucha emoción. Eso lo pagó todo. Luego nos pusimos a cantar karaoke, con todo lo que a ellas les gusta: Rocío Durcal, Mocedades, Yuri, Daniela Romo, Camilo Sesto, Miguel Gallardo… ¡fue lo máximo!

Este fue un marmotazo tardío, la idea era publicarlo el jueves, pero no lo logré. Vivo lleno de excusas, ¿cierto? Menos mal ustedes no me pueden poner falla o si no ya habría perdido el año. Pero yo sé que me perdonan.

Lo que me recuerda que no les he dejado la banda sonora de la semana.

Feliz mes de las madres. ¡Chau!


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