Soy uno de esos tipos que, al menos en Bogotá, no resaltan mucho. Alguien podría estar por la 15 diciéndole por celular a su novia dónde está y, si soy el único por ahí, se jodió. «Mi amoorrrr, acá en la esquina, estoy cerca de un man que… que… que se ve como cualquier otra persona en esta ciudad. Un tipo común y corriente. ¿Lo ves? ¡Ay, Diana! ¡En la esquina!» No sirvo como punto de referencia, a diferencia de un calvo, un gordo, un flaco, el barbudo, o cualquier mujer, que siempre va a tener ropa que la caracterice. Yo soy ese tipo que pasó en bluejean, camiseta y tenis. Tengo gafas, pero solo las uso para el computador. No me sale barba, mido 1.72 (promedio en Bogotá), no soy gordo -aunque tengo de dónde agarrar, porque tampoco soy flaco. En las cédulas de antes, en el espacio «señales» decía: ninguna. Aclaro que tampoco es que quisiera tener una cicatriz pandillera de ceja a cachete, la popular ‘chaguala’. Ok, hace poco me hice un tatuaje pero en Bogotá uno suele taparse los brazos entonces da igual.
ordinario, ordinaria
- 1.Que es común y corriente o sucede habitualmente.«colegios ordinarios; de forma ordinaria; lenguaje ordinario; una conducta ordinaria; un congreso ordinario; una sesión ordinaria»
- 2.Que no destaca por nada especial y se encuentra en lo que se considera normal.«el piso tenía unos muebles de lo más ordinarios, nada del otro mundo pero bastante decentes»
sinónimos: corriente
Ser un tipo «ordinario» -es decir, no resaltar por algo en particular- puede ser bueno porque le huye uno al matoneo en el colegio. Nadie me dijo «cuatro-ojos», gordo, negro (saludos a Jaime y Juan Sebastián), calvo, etc. etc.. No tengo nariz aguileña ni ojitos chinos. En el colegio no podían decirme de otra manera que «Omar», así bien original, o en el ejército me decían Gamboa, a pesar de que eramos tres. Uno sí era gordo y el otro era orejón, por eso yo era Gamboa. «Oiga, normal, venga». «GAMBOA, ¡22 DE PECHO! USTED NO, OREJÓN; EL OTRO, EL COMÚN Y CORRIENTE»
Pero tener alguna diferencia también puede ser bueno. El mundo está lleno de grupos muy unidos formados por minorías: expatriados, bumangueses en Bogotá (cuando no era tan común), hinchas del América … y así. Jamás me ganaré un premio por ser empresario joven, pues porque no soy joven, aunque soy empresario (o emprendedor, por el momento). No seré una de las mujeres líderes de nuestra sociedad, portada en Revista Semana, por obvias razones.
Nadie hace un premio a lo «normal». «Y el ganador al mejor emprendedor no-joven, no-mujer, criollo como cualquier colombiano, de pelo castaño y ojos cafés es paaaaraaaaa… » [Aplausos] ¡No! Eso no va a pasar. Si van a premiar a alguien será, en teoría, porque por ser diferente le va a costar más el logro. Es como si los logros no fueran tan logros porque somos personas del común, ordinarias, de acuerdo a la definición formal. Imagino que ser mujer emprendedora es más difícil, no sé bien por qué, pero así debe ser porque lo premian como un gran logro. Me perdonarán la ignorancia.
En medio de todo es discriminación. Ser normal es pertenecer a todo, o sea pertenecer a nada. Es como Bogotá, que es de todos pero no es de nadie. Para hacer comunidad podría hacer un grupo en Facebook llamado «Normales anónimos», aunque de entrada ya somos anónimos. Y es que los grupos a los que pertenecí, o se han disuelto o son de lo más aburrrrrido que hay. Los blogueros de El Tiempo, para no ir más lejos: Una vez me tomé un café con Luis Eduardo Quintero, que escribe «Qué lejos estamos«. El tipo se la pasó hablándome de la situación geo-política en Uzbekistán. Yo solo miraba el celular rogando que alguien me llamara y yo pudiera decir «¿En serio? No puede ser, ¡ya voy para allá!», y largarme en dos segundos. Hasta le habría dejado la cuenta para que él pagara. Por aburrido. Me habría divertido más viendo El Boletín del Consumidor. De hace 10 años. En «mute».
En inglés usan la expresión «Meh», que es básicamente nada. Yo lo relaciono con algo desabrido, algo tibio, algo… ahí. Como bloguero de El Tiempo. Así que, en medio de todo, qué bueno ser diferente. Qué bueno no encajar, qué bueno que la gente te reconozca por algo. Y si no te entienden, pues allá ellos.
En mi caso, una opción para ser diferente sería irme a Islandia o Noruega a ser exótico. Allá el criollo es bien solicitado según me han dicho, aunque sea un criollito de lo más normal como yo. Quién quita, de pronto allá consigo el amor de mi vida, o aunque sea una barbie de cuarenta que me mantenga.
¿Será que Omar algún día se gana un premio? ¿Será que ser diferente es malo? ¿Será que ser «igual» es malo? ¿Será que sale Maduro de Venezuela? ¿Será que se me quita la gripa pronto? La respuesta a estas y otras preguntas la próxima semana en #Marmotazos. Ya llevo como tres semanas seguidas publicando. Deberían darme un premio, así sea al bloguero normal que volvió a publicar juicioso, ¿no?
Muchas gracias a los que vienen y leen cada semana, en serio aprecio mucho sus comentarios, acá y en mis redes sociales. A los que me han preguntado por «Le pasó a un amigo», tengo varias historias pensadas. Una se llama «Ella no está enamorada de mí», de las otras dos luego les cuento. ¿Será que algún día las publico? Ya veremos.
Espero pronto contarles también de los Premios TW (premios a redes sociales) que quiero hacer este año. No les cuento mucho más porque básicamente me la paso trabajando y nada más. Eso sí, Trend House Influencers va muy bien, es un trabajo divertido. Por lo pronto, me dejo invitar a cafés y cocteles, como para cambiar la rutina, digo.
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Un abrazo para todos, como siempre gracias por leer, comentar y sobretodo compartir. ¡Chau!
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Algunas entradas anteriores: «Le pasó a un amigo: La cuchi barbie«,»Cuentos infantiles mis polainas«, «La guerra del tiempo«.