Sí, otra vez estamos viviendo épocas de marchas estudiantiles. Otros que suelen marchar son los taxistas, los maestros y los campesinos. Las protestas son una forma natural y legal de querer cambiar las cosas; si creemos que algo es injusto tenemos todo el derecho a protestar. Y personalmente creo que esos sectores viven muchas situaciones injustas, con excepción de los taxistas, que a ellos aún no los puedo entender.

El problema es cuando las protestas se convierten en vandalismo. En la última marcha, del 31 de octubre, todo iba «divinamente» con los estudiantes. Ellos marchaban, los medios los acompañaban, la Policía estaba pendiente de que nada se saliera de control. Como siempre paralizaron la ciudad a su paso, afectaron la movilidad, generaron trancones en TransMilenio y los demás medios de transporte, pero todo eso es tolerable. Afectaron a gran cantidad de personas y muchas empresas dejaron salir temprano a sus empleados porque «otra vez los estudiantes van a marchar». La verdad no sé cuántas veces ha pasado esto en lo que va del año, afectando la productividad de esas empresas y, por supuesto, a los emprendedores. Porque eso no solo se afecta a las grandes compañías o los gobernantes. No. También se afecta (y en mayor medida) a los pequeños empresarios. 

Pero bueno, finalmente tienen derecho a protestar, así que el otro 99% de los ciudadanos miramos el asunto con tolerancia y en algunos casos hasta con empatía. Hay que hacer que las cosas sean mejor para todos, y estamos dispuestos a posponer un día la vuelta del certificado técnico mecánico del carro, aunque corramos el riesgo de que la Policía nos ponga un comparendo por no haberlo hecho a tiempo. «Pero Señor agente, le juro que ayer fui y en el taller no había nadie que me atendiera porque se fueron temprano por la marcha» – «No es mi problema, ¡pa’ patios su carro!». Son «pequeño» inconvenientes frente al gran beneficio que puede ser cambiar el sistema educativo y erradicar las injusticias de este país, compañero.


El problema mayor es cuando a algunos ilustres estudiantes les da por empezar a acabar con todo lo que ven a su paso. ¿Cuál era la necesidad de incendiar la moto y golpear los policías que iban pasando, por la 76 con Caracas, justo en frente de la estación de gasolina? ¿Cuál era la necesidad de llenar de grafitis el Monumento a Los Héroes? ¿Ustedes cuánta plata creen que vale limpiarlo? ¿O la Plaza de Bolívar? «Pues que lo pague el gobierno, que para eso tiene plata», dirán algunos ignorantes. Permítanme decirles que eso no es gratis y que esa no es plata del Gobierno. ¿Saben de dónde sale la plata del Gobierno para limpiar los monumentos? Pues de nosotros, de los impuestos que pagamos ustedes y yo, señores estudiantes, cada que compramos unas papas, un cigarrillo, cerveza, gaseosa o el almuerzo.¿Sorprendidos? Pensaría que no.

Es ridículo protestarle al Gobierno haciéndolo gastar plata, porque es nuestra plata. Es como si un niño le llorara a la mamá porque tiene hambre y tira el tetero al suelo. Bueno, es un niño. Como parecen ser ustedes, apreciados estudiantes. Es como si uno le pidiera un aumento al jefe quemando billetes o como si le pidiera mejor infraestructura al Gobierno dinamitando puentes, aunque casos se han visto.

Qué tristeza que por una manada de desadaptados una familia emprendedora tenga que pagar más de 30 millones de pesos en arreglos de su negocio, como les va a tocar a los dueños de Fish Place ubicado en Los Héroes, porque a unos inconscientes les pareció legítimo protestar rompiéndoles los vidrios y acabando con el local. Y si alguno se indigna por mis palabras, explíqueme la lógica detrás de la protesta acabando el negocio de alguien que no tiene nada que ver, alguien que por el contrario está tratando de construir país, sacando adelante su empresa todos los días y dando empleo. Empleo que perfectamente podría ser de la mamá de alguno de estos estudiantes que no tiene plata para pagar su universidad. ¡Piensen! Si quieren romper vidrios, vayan y rompen los del Palacio de Nariño (no es invitación a que vayan para allá, es invitación a que se alejen de acá).

Es más, ¿qué es eso de que la universidad debe ser gratis? ¿Ustedes creen que los profesores dictan clase gratis? No señores, un profesor también come. ¿Y saben de dónde sale la plata de las universidades públicas? ¿Los dejo pensar un ratico? ¡BINGO! De los impuestos. Sí, de los que ustedes y yo pagamos cada que compramos cualquier cosa en este país. Y antes de que me digan «que estoy criticando desde mi cómoda crapulencia capitalista» les aclaro que soy egresado de la Nacional. Y que desde que me gradué no he parado de trabajar, primero como empleado, luego como independiente, y más recientemente como emprendedor. Tratando de dar empleo. Dejando de pagar mi arriendo para pagar el salario de mis empleados. Y sufriendo para pagar el endemoniado IVA.


Ustedes protestan por una mejor educación, ¿haciendo gastar más plata? ¿A quién, al Gobierno que todo lo paga de nuestros bolsillos? Aparte, ¿ustedes creen que eso le duele a los políticos? No sean tan ridículos, a ellos eso les resbala. Ellos no van a dejar de recibir sus $32.741.000 de salario mensual. Ni van a dejar de tener 4 celulares, dos camionetas con escoltas y viajes en primera clase pagados «por el Gobierno».

¿Ustedes creen que si se le acaba la plata al Gobierno van a decir «Recórcholis, no hay plata. Bajémonos el sueldo»? No sean tan cretinos. ¿Saben qué pasa cuando el gobierno se queda sin plata? Sí: subir los impuestos. O sea que nos siguen clavando a los ciudadanos y la injusticia aumenta. O ¿por qué creen que Santos aumentó el IVA al 19%?

Exigir educación gratuita es una falacia. Abran los ojos, nada es gratis. De nuevo, esa plata la estamos pagando todos con impuestos. Así que en realidad la educación de algunos la pagamos entre todos (y tampoco está mal).

Por eso mi invitación es a que despierten y a que usen esas neuronas de manera creativa (no a lo troglodita) y piensen en maneras más inteligentes de protestar. Para hacerse escuchar no hay que romper las cosas, eso es incapacidad argumentativa.

Y aunque aclaré desde un principio que no estoy en contra de las protestas como tal, alguno de ustedes quizás esté pensando lo contrario. En mi Facebook puse un estado quejándome del vandalismo y un contacto me comentó que «los vidrios se reponen, y la pintura se restaura». Cuando le pregunté si era igual para los dueños de Fish Place me respondió «El estado colombiano con los impuestos que nos roban a todos pueden pagar esos daños.» A lo que le pregunté:

– Es decir, ¿mi derecho a protestar me daría también derecho de ir a tu apartamento y romper los vidrios y destruir tus muebles?

– Hmmmm pues es dura la pregunta, pero si ya destrozaron todo, me toca buscar la manera de exigir mis derechos en este caso con el estado, que fueron los que dieron los permisos para las protestas, las cosas se salieron de control y son ellos quienes tiene que responder por los daños. Estaría muy dolida, indignada, pero son las consecuencias y hay que asumirlas.

– ¿Entonces le protestarías al Estado por permitir las protestas?

– No, solo lo demandaría.

– Entonces es culpa del Estado por permitir las protestas. En ese orden de ideas, ¿el Estado debe prohibir las protestas?

Tristemente no me siguió respondiendo, vaya uno a saber por qué. Pero tratemos de entender su lógica: Ella le demandaría al Estado el pago de unos daños, porque es culpa del gobierno que los manifestantes le dañen su propiedad, por permitir las protestas. Pero resulta que el gobierno no puede prohibir las protestas, son legales y un derecho. Entonces, ¿qué puede hacer? Poner Policía para mantener el orden público. Pero los estudiantes rompen propiedad pública y privada. Entonces los policías, como es su obligación, someten y detienen a los vándalos que, además, están encapuchados. Y luego los estudiantes protestan porque «la policía es represiva, el ESMAD abusa de nosotros». Perdónenme pero eso no tiene ninguna lógica.

Busquemos maneras más creativas y más efectivas de protestar. Ya decía Sun Tzu en El arte de la guerra: «La mejor victoria es vencer sin combatir». ¿Sabían que una de las manifestaciones más efectivas en Colombia fue La Marcha del Silencio por allá en 1948? Impulsada por alguien que de pronto han escuchado mencionar: Jorge Eliécer Gaitán. Otra marcha muy exitosa fue la del 4 de febrero llamada Un millón de voces contra las FARC. Seis millones de colombianos marchamos ese día. Quizás estén muy chiquitos para recordarlo, queridos estudiantes, pero créanme: fue muy valiosa. Y en ninguna de esas dos marchas hubo violencia. ¿Han escuchado hablar de Gandhi? ¿Del Dalai Lama o de Mandela? ¿Sabían que ellos impulsaron revoluciones impresionantes en sus países? Pero no, acá admiran es al Che Guevara.


En vez de protestar rompiendo locales y rayando paredes como chinos chiquitos, hagamos desobediencia civil. Protestemos donde les duele: En la economía. En los salarios de los políticos corruptos. Sueño con el día en el que podamos dejar de pagar impuestos, o solo el IVA para empezar. Un día en el que nadie cobre ni pague el IVA. Y si queremos marchar podríamos hacerlo ese mismo día. Pero sin vandalismo. O todos salimos a las ventanas y hacemos ruido a manera de protesta, en un ya conocido «cacerolazo». Es un acto de desobediencia civil, para empezar. Y si no funciona, al día siguiente hacemos lo mismo.

Justo hoy un primo me contó sobre un señor que decidió no pagar más peajes, porque no sabía en qué se estaban gastando la plata. Este señor dejó de pagar varias veces los peajes a manera de protesta. No sé en qué terminó la iniciativa, pero me pareció interesante. El punto es que si lo hace una sola persona no funciona, tienen que ser muchos. El verdadero apoyo no es pitarle y decirle «bien, lo felicito», sino dejar de pagar el peaje con él. Al tiempo. Y hacer una fila de carros que no van a pagar.

Volviendo a lo de los impuestos, si se supone que parte de esa plata es para garantizar la salud o la educación de otros colombianos, podemos ir a dejarla directamente en los hospitales o universidades. Y así esa plata no se pierde en el camino, o tampoco se va desapareciendo entre comisiones de bancos y salarios de senadores. Imagínense si todos los colombianos reuniéramos la plata (entre nosotros, no con bancos) y la lleváramos a las universidades públicas y les dijéramos «vea, con esto páguele la carrera a los 100 estudiantes más pobres» o a hospitales diciendo «con esto páguele la diálisis a todos los pacientes renales», «páguenle los medicamentos a todos los pacientes con VIH que pueda», o cáncer. O lo que quieran. No se trata de no pagar y quedarse con la plata. Se trata de que la plata de nuestros impuestos se vaya para donde se tiene que ir, y no para los bolsillos de los corruptos.

Como sea, les apuesto que con que dejemos de pagar el IVA una semana, exigiendo que los congresistas se bajen el «salario» por no ir nunca al Congreso o jugar Candy Crush mientras legislan, cuando les digamos que si no van a trabajar TODOS LOS DÍAS no pagamos un peso, o hasta que los jueces efectivamente dejen a los ladrones en la cárcel y no los suelten, cuando declaremos que no pagamos un centavo más hasta que encarcelen a los ladrones de Reficar o  a los corruptos de Odebrecht, les aseguro que en cuestión de días los agarran. Porque ahí es donde les duele de verdad: En la plata.

@OmarGamboa


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