Yo no me había puesto a pensar realmente en la palabra empatía. ¡Qué palabra tan poderosa! Les copio un significado que me gustó, de Wikipedia:
«La empatía es la capacidad de percibir, compartir y/o inferir los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás, basada en el reconocimiento del otro como similar, es decir, como un individuo similar con mente propia».
Como algunos saben, se ha usado mucho por estos días en las manifestaciones en Colombia (no sé si en otros países) diciendo «que el privilegio no te nuble la empatía», para motivar a las personas de clases más altas para que apoyen a los de clases más populares en sus protestas. Me parece bonito y está bien.
El problema empieza, como siempre, en esta Patria Boba cuando no aplicamos lo que predicamos. Por un lado, se pide empatía; es decir, que se pongan en el lugar de los otros, que marchen pensando en lo que pueden estar pasando, sintiendo o viviendo las clases menos favorecidas; mientras por el otro lado juzgamos (y casi que crucificamos) a quienes no lo hacen. ¿No se supone que la empatía es solo paz y amor? ¿No es una acción bonita, pura y, sobretodo, natural? Uno no siente empatía obligado.
Otra cosa que me ha llamado la atención es ese afán por volverlo todo blanco o negro. Si no eres uribista, tienes que ser petrista, y viceversa. Si no defiendes a uno, TIENES que defender al otro, o si criticas a uno, inmediatamente tienes que pertenecer al otro. De hecho, a la primera figura pública que dijo abierta y claramente que no pertenecía a ningún extremo, la tildaron de «tibia». Sergio Fajardo es blanco de mil memes en los que se critica su «no postura». No es que no tenga postura, es que no está en ninguno de los dos extremos. ¿Qué tiene de malo?
Y esa técnica de criticar lo que sea diferente a nosotros se ha usado por mucho tiempo y de muchas maneras. Hace unos años, estar en contra del proceso de paz como estaba planteado, era ser «enemigo de la paz». A ver, amigos: Una cosa era estar en contra del proceso de paz y otra en contra de la paz. Es como si ignoraran la palabra «proceso». Supongo que por eso nos fue tan mal en las pruebas Pisa, porque tenemos pésima comprensión de lectura. O nos falla la empatía, vaya uno a saber. En resumen, estar en contra del proceso de paz inmediatamente significaba querer la guerra. ¡¿En qué momento?!
Hace poco supe que en Twitter estaban criticando a una mujer, en teoría es feminista, porque dijo que ella era afortunada (privilegiada) porque los hombres no la acosaban tanto en la calle. Según dijo, solo se mueve en 10 cuadras a la redonda en un barrio seguro y con muchos niños. Gracias a ese privilegio, ella no padece el acoso del que muchas otras mujeres son víctimas. Pues medio Twitter le cayó encima porque cómo es posible que ella no se compadezca de las mujeres que sí son acosadas, que qué tipo de feminista no responde al acoso. Copio la imagen para ser riguroso.
Perdónenme pero yo no veo por ningún lado que ella no se esté compadeciendo del acoso a otras mujeres. Ella está hablando de sí misma. ¿O es que siempre que uno hable de algo tiene que incluir al resto del universo? ¿Hay que ser incluyente hasta para eso? ¿’Incluyentas’? ¿’Incluyentos’? Le preguntaron cómo lidia con el acoso de los hombres, ella responde que no le ha tocado porque afortunadamente es privilegiada. Y eso es ser agradecido, ¿no? ¿En qué momento ella está siendo indolente o poco empática con las demás mujeres? ¿Es problema que diga que viaja en Uber? Vive en una burbuja, es muy afortunada. ¿Qué tiene eso de malo? ¿No quisiéramos todos tener un poco de ese privilegio? O estamos hablando desde el resentimiento y la envidia.
Por otro lado, pareciera entonces que hay un checklist y hay que pasar un Ecaes de feminismo. «Hola Ana María, por favor llena este formulario.» (134 minutos después) Jummmm, eres 60% feminista. Puedes ir a manifestaciones, pero no te puedes cortar el pelo por encima del hombro. No puedes dejar de maquillarte más de dos días a la semana, y no puedes dejarte crecer los pelos de las axilas. Puedes expresar tu opinión con tu familia pero nunca en público y JAMÁS en redes sociales. Si lo haces, pierdes tu membresía y pagarás multa equivalente a 3 salarios mínimos legales vigentes.»
Ahora, no conozco bien el contexto de ella, no la conozco, no sé si le cae muy mal a la gente por su manera de ser, si sea alguien que critica mucho y por eso la critican a ella.
Si te vendes como el anticristo no puedes comer hostia.
Pero aunque fuera así, eso no justifica la pobreza del resto en comprensión de lectura. No sé si ella se pinta como la más feminista del mundo y odia al patriarcado.
En los últimos meses lo que se puso de moda es criticar al que «no siente empatía». Volvamos a la definición: «el reconocimiento del otro como similar, es decir, como un individuo similar con mente propia». Ojo: el otro es similar a mí, pero con mente propia. Como quien dice, somos igualitos pero él puede pensar diferente. Entonces, si le pedimos empatía a alguien, ¿no cabe la posibilidad de que no la quiera dar, porque piensa diferente? Pedir empatía con revolver como que no me cuadra.
Por ejemplo Mario, de Doctor Krápula, dice que no entiende cómo otros artistas, como Juanes, Carlos Vives o Silvestre Dangond, no se unieron al concierto de hace unos días en Bogotá. Se pregunta por qué sí participaron en enero de este año en el concierto de apoyo a Venezuela y no se han manifestado en las marchas nacionales. ¿Cuál es el problema si no quieren manifestarse? ¿Están obligados? ¿No pueden pensar diferente? Igual hicieron los tuiteros con J Balvin, a quien le reclamaban por no referirse a las marchas. No todos son Residente de Calle 13, ni quieren serlo. Son artistas, no políticos.
Tan bello, el Bobo no se ha dado cuenta que su país está jodido, que nos están matando a todos. @JBALVIN el viernes hay marchas por todo el pais, eso también merece un trino. https://t.co/WwuCgcbQFw
— Lalis (@smilelalis) July 25, 2019
https://twitter.com/cacheticolorada/status/1201321471471243264
Yo soy de los que siente empatía por el presidente Duque. Pienso que él está trabajando muy duro por este país (ser presidente es un trabajo muuuuy difícil). No debe haber un día en que ese señor descanse. Con los que no siento ni un poquito de empatía es con los Senadores. Sus multimillonarios salarios salen de nuestros impuestos y ellos sí se dan el lujo de no ir a trabajar, y lo usan como excusa para no aprobar leyes que no les convienen. Eso sería corrupción. Y también soy empático con Andrés Felipe Arias, y creo que no se robó un peso. Probablemente hizo otras cosas indebidas, pero no creo que se haya robado un peso.
Ahora hagamos un ejercicio: Si leyendo el párrafo anterior usted, querido lector, sintió algo como un nudo en la garganta, como que se le revolvió el estómago, quiere decir que piensa diferente a mí, que tiene una opinión diferente pero que, además, la rechaza visceralmente. Sí, con las vísceras. Físicamente expresó rechazo a mi opinión. ¿Tan fuerte es su falta de empatía que le produce una reacción física? Por otro lado, ¿eso me hace menos persona? Me hace diferente, pero no más ni menos que nadie. Probablemente ahora le caigo mal (o peor) por lo que pienso, quizás sintió ganas de dejar de leer y hasta me echó la madre. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver mi madre en esto? Los invito a que reflexionen un momento sobre ese sentimiento agrio, ese rencor que quizás sintieron algunos. Y en vez de pensar «¿este desgraciado por qué dice eso?» o «¿Cómo se le ocurre hablar bien de esos criminales?» los invito a pensar «Cáspita, recórcholis. Este tipo tiene otra opinión a la mía. No me gusta, pero no por eso está más abajo en la pirámide evolutiva».
Todos somos diferentes y tenemos derecho a serlo y manifestarlo. Hasta está en la Constitución.
Amigues, este mundo no es ni blanco ni negro. Los extremos son peligrosos (ya lo vemos en la política de Colombia y en el presidente gringo). Ni todos los del Esmad son malos, ni todos los protestantes son vándalos. Bueno, con los ‘capuchos’ tengo un problema de coherencia, pero es otro tema.
Los matices son los que nos enriquecen, los grises son una belleza. Las mezclas sacan nuevas formas de ver la vida, de hacer las cosas. Qué bonita una mulata, un criollo, una trigueña. ¿Saben de dónde vienen el reguetón, el hip hop, el rhythm and blues? ¿O la salsa y el reggae? El break dance alimentó mucho el movimiento cultural del hip hop, y a su vez el break dance tiene fuertes influencias del Kung-Fu. Como quien dice, el hip hop tiene raíces chinas. Pero no las de comer, carambas. Influencia.
Aprendamos a convivir entre todos. Somos colombianos y queremos lo mismo, queremos que al país le vaya bien. Cuando juega la selección no somos hinchas de Millonarios o Nacional, somos colombianos. En vez de criticar cada logro que obtiene alguien que nos cae mal, celebrémoslo o, si prefieren, asumámoslo como un reto y motivación para hacer algo mejor. En vez de hundir al que sobresale, miremos cómo podemos superarlo, aprenderle o, mejor aún, trabajar con él. Como dijo Steve Jobs, las grandes cosas nunca las hace una sola persona, las hacen un grupo de personas.
¿Queremos criticar a los demás o queremos hacer grandes cosas como país?
La banda sonora del Marmotazo de la semana. Los reto a que después de verlo no se queden tarareando.
En otras noticias, por fin hice los PremiosTW. Pensé que nunca iba a decir eso, jajaja. No salieron tan bien como esperaba, pero todo eso son aprendizajes y hay que tomarlo filosóficamente. Mucho qué aprender. Eso sí, el próximo año voy a hacer un evento que sea la locura. Ya es personal, jajajaja. Esta semana prometo compartir las fotos en Facebook y en el Instagram de los Premios.
No creo que sea la última entrada del año, pero sí aprovecho para desearles Feliz Navidad. Disfruten mucho, abracen a su familia o a sus seres queridos. Díganles que los quieren mucho. Y para ustedes, que ojalá los llenen de regalos, que coman muchos buñuelos y no se engorden.
¡Chau!
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Un abrazo para todos, como siempre gracias por leer, comentar y sobretodo compartir.
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Algunas entradas anteriores: «Le pasó a un amigo: La cuchi barbie«,»Cuentos infantiles mis polainas«, «La guerra del tiempo«.
[…] Necesitamos aprender a conversar con quienes no piensan como nosotros, entre otras porque eso nos enriquece como seres humanos. Hay más verdades que la nuestra y más realidades que la que vivimos. Y es por eso que les comparto otra columna (si otra), esta vez de Omar Gamboa a quien mencioné en el párrafo anterior, publicada en El Tiempo el pasado 17 de Diciembre que tituló “Que la rabia no te nuble la empatía”. Me gustó mucho porque además de hablar de empatía hace un llamado a la coherencia, pedimos empatía pero no la acordamos y ese es un gran inconveniente en la búsqueda de reconciliación social. Si leen la totalidad de la columna y si me conocen un poco se darán cuenta que hay apartes que como dice el dicho me caen, no estoy de acuerdo con todo lo que escribe y aun así la aprecié. (http://blogs.eltiempo.com/marmotazos/2019/12/17/que-la-rabia-no-te-nuble-la-empatia/) […]
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¡Muchas gracias, Maria E! 🙂
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Hola Omar, lo primero es: que la empatía no es un sentimiento sino una consideración. Una proyección consciente de ponerse en el lugar del otro Para entender su situación. De allí parte lo difícil que es ser empático, porque es una capacidad. Segundo: En la vida individualista actual, la empatía es una antípoda a esta por lógica. Se piensa generalmente algo como; «desde que no sea conmigo…» Y esto abarca todo aspecto cotidiano, desde no ceder una silla azul en Trasmi, hasta imponer una tendencia política señalando y condenando a alguien por Tweeter.
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¡Gracias por el comentario, Simón!
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El cartel de fundamentalistas evangelicos y aleluyas es una transnacional de lavado de activos con la facha de teologia de la prosperidad y miseria para los diezmados. Esas sectas estan dispuestas a prescindir de los derechos humanos y gobernar con el estado de opinion y el salvajismo de sus mitos
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Buenas tardes Omar Gamboa. Leyendo tu página del día de hoy, me parece interesante ponerse en el lugar del otro, como un ejercicio empático, que genera sentimientos cruzados por supuesto, y ahí radica el reto de sentir y pensar como Iván Duque, o como Andrés Felipe Arias, que es posible que no se haya robado un peso, pero cometió el error de entregar dineros a quienes no lo necesitaban, y sobre eso se juzgó. La pregunta empática al respecto sería: ¿Por qué salió corriendo para otro país, si no se había robado un peso?. En los zapatos de Andrés Felipe Arias, ¿uno haría lo mismo?. Pensemos hacia atrás, el comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, si hacemos el mismo ejercicio de la empatía, entonces, comprenderíamos ¿por qué tomo la decisión de irse del país? y, si no me equivoco, actualmente está siendo buscado por la Interpol. Entonces, existe una linea tenue entre la empatía y la política o la ética. ¿No lo crees así?
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Hola Raúl. Gracias por el comentario. De acuerdo, hay diferencia entre empatía y ética. Y en general uno puede entender por qué alguien, en medio de la pobreza, se roba un cubo de caldo de pollo o atraca una panadería, por ejemplo. Pero no entiende por qué le tiene que disparar a alguien que no se deja robar el celular o está defendiendo a la novia del atraco. Son niveles diferentes del mismo mal (un robo), uno puede comprender unas acciones pero otras no. Ahora, independiente de todo, ambas personas deberían pagar por el delito. Así mismo, si alguien como A. F. Arias cometió un delito, debe pagar, y la pena debe ser la misma independiente de si me cae bien o mal. Ahí el único criterio es si es culpable o no.
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La empatia es casi imposible de sentirla, los que la logran en realidad son seres humanos diferentes, de los que cambian al mundo y a la sociedad. Yo mismo reconozco que carezco de esa cualidad. Eso se tiene o no se tiene. Los que no la tenemos , tenemos que racionalmente practicar su equivalente mas cercano, o sea el respeto al otro. Creo que Arias es un corruptazo beneficiando a terceros y que eso es delito (aun peor que robar, ya que defrauda al estado, o sea a todos), pero acepto su posicion. Lo que si no acepto es que quienes opinan de esa misma manera, generalmente se expresan con insultos y ataques , ni siquiera no contra quienes los contradicen , sino contra todo el que no piensa como ellos. Yo apoyo el paro, pero no empatizo ni menos simpatizo contra los que cierran vias y vandalizan, ellos no pueden exigir tal sentimiento de los que atropellan a conciencia (la base de su protesta es chantajear al gobierno con la afectacion a otros), es tanto como que un sadico pida simpatia a su victima.
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De acuerdo, Leo. Uno puede pensar diferente a otra persona, pero no por eso la va a ofender. El respeto es la base de todo, y creo que se empieza por reconocer que la otra persona es como uno.
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