Más se demoró Andrés en escuchar el «aquí te espero» que en ponerse los zapatos, subirse al carro y manejar hasta la casa de Angélica. No quería darle tiempo de pensarlo mejor y arrepentirse. Con las mujeres nunca se sabe. Como hombre precavido que es, mientras saltaba hacia la puerta con un zapato en la mano, con la otra agarró la botella de tequila que le trajo de México su mejor amiga. Si nada funciona, haría la del pisco. La vieja confiable.
Previously, on «Le pasó a un amigo»: Diana quería conseguirle novia a Andrés, y le presentó a Angélica, quien estaba que se partía de buena (sus palabras, no las mías). Una noche de viernes él la vio en twitter diciendo que quería arrunchis y se animó a escribirle. Le dijo que los arrunchis deberían ser como jugar tenis: se juega con quien uno quiere, la pasa rico, se acaba el juego y chao. Sin compromisos. Angélica estuvo de acuerdo, y ella aceptó una visita de él, sin compromiso. Acá la primera parte completa.
Se bajó del carro aparentando tranquilidad —ni que estuviera tan buena, ¡JA!— saludó al vigilante y timbró en el apartamento de ella. Lo primero que escuchó fue una perrita ladrando como loca desesperada. «¡Frida! ¡No ladres tanto que vas a despertar a los vecinos!», escuchó desde el otro lado de la puerta. Como era de esperarse, lo primero que vio cuando se abrió la puerta fue una mancha diminuta y blanca que se le acercó a olerle los pies y las piernas. Andrés sabía que a este tipo de mujeres que aman a los perros se les entra por ahí, por el perro, así que saludó al animalito con todo el cariño.
Pero Andrés empezó a subir la mirada y (él jura que esto pasó en cámara lenta) vio de abajo a arriba una mujer espectacular, en pijama, como siempre se imaginó que sería. Tierna pero sexy, muy sexy. Pantalón largo, como en un rosado que pudo ser cualquier otro color parecido, pero a los hombres nos caben 7 colores en el cerebro, blanco y negro incluidos. Camisetica blanca, que le quedaba pegadita a ese cuerpo de modelo… «esa vieja hasta brillaba, marica, se lo juro; era como un ángel. De pronto era por la lámpara que había atrás, pero brillaba.»
— Hola Andresito —le dijo con la sonrisa más emboba-andreses que se puedan imaginar—. Pensé que estabas molestando y no ibas a venir. Eres muy chistoso. ¡Sigue!
— Perdona Angie, pero pues… ¿Tú crees que voy a ser tan tarado de no venir después de tu invitación? Si te molesto dime, yo vine a saludarte y no te quiero incomodar.
— Nooooo, fresco Andresito sigue. Eso sí, tenemos que hablar pasito porque mi tía está en la casa y ya está como durmiendo.
¿GUAAAAAAT? ¿Tía? ¿Otra vez? Mierda, se me jodió la jugada de tenis. Tocó dejar las bolas guardadas. Y la raqueta, o sea. «¿Y tu hermana, también está?» dijo él temiendo la peor respuesta.
– Ah no, Lú está de viaje. En Taiwán. Yo luego me encuentro con ella en Nueva York.
— ¿Ah sí? Veeeea pues, qué bueno eso. «Yo sí me imaginaba que esta vieja es de plata pero no pensé que fuera cierto. Este partido se está poniendo bueno», pensaba Andrés.
— Bueno Andresito, perdona la grosería, ven te presento la cancha, digo… el apartamento — le dijo ella con sonrisa cómplice, tomándolo de la mano y haciendo el susodicho recorrido de rigor.
No nos digamos mentiras, a él poco le importaban la cocina, la sala y el comedor. Lo único que quería era conocer la habitación de ella, que fue lo último que le mostró, como era de esperarse.
— Era una habitación inmensa, con una cama gigantesca, balcón con vista ideal… No, marica, esa vaina era soñada. Un televisor gigante… —me contaba Andrés.
— Ay, no jodás, Andrés. ¿Me va a describir un televisor? No seamos tan pendejos. ¡Al grano parce!
Cuando le terminó de mostrar la habitación e iban saliendo otra vez para la sala, Andrés la tomó de los hombros y la puso contra la pared, suave pero firme, se le acercó lentamente y… ella sonrió con picardía, se zafó nerviosa y se fue para la sala.
«Esto se puso bueno. No te me vas a escapar tan fácil; ya quiero ese primer set», se dijo Andrés. En la sala se pusieron a hablar de cualquier cosa, como cuando uno está una noche en la casa de una vieja que está re buena y en pijama.
Perfectamente pudieron haber hablado de cine, del clima, de la situación geo-económica de Kazajistán, pero él sólo tenía en mente «¿Cómo belcebúes la convenzo?». Ahí fue cuando recordó el tequila que empacó de afán. Le preguntó a Angélica si le gustaría un poco y, aunque ella al principio le dijo que no, la convenció. «Es viernes Angie, estás en tu casa. ¿Qué te puede pasar?».
Bajó y subió por las escaleras hasta el parqueadero. Créanme, con esa motivación le rendía más que al ascensor. Llegó con media lengua afuera, 1 minuto y 28 segundos después, pero la supo disimular. Respiró hondo, entró al apartamento y fue a la cocina por un par de copitas. Desde ahí la conversación fluyó (¿qué poderes mágicos tiene el tequila que nos pone a hablar a todos como si no hubiese un mañana?); por supuesto hablaron de tequilas, Méxicos, viajes, deportes… y ahí Andrés aprovechó para hacer su entrada planeada:
— Oye, ¿y entonces, te gusta el tenis?
— JAJAJAJAJAJA, pues… En el que dos personas se encuentran, juegan rico, y se van sin compromiso… soy medio cobarde. Pero contigo jugaría.
— YESSSSSSSSSS. AMOELTEQUILACARAJOOOOOO. Oye, qué casualidad, yo también jugaría contigo.
— Pero no, Andresito. No me pongas en estas. Mira que yo hace rato no tengo novio y esas cosas me ponen muy nerviosa.
— Eso es lo de menos, Angie —le dijo mientras le sirvió otro tequila.
Luego de varios tragos y risas Angélica se veía más relajada, así que llegó el «aquífuecarajo-moment» de Andrés.
Se acercó a ella, despacio, como tanteando el terreno, pero tan pronto le vio una sonrisa cómplice, se decidió a besarla. Puede que haya sido porque ella no besaba a nadie hace mucho, pero Andrés jura y re jura que ella suspiró al final.
—No pues, Johnny Depp —le dije—.
— Marica, en serio, era la escena perfecta. Obvio, yo aproveché para meterle la mano en la espalda. Piel calientica, suave… casi me muero.
— Ay Andresito… Yo no sé… ¿Será que jugamos tenis?
— CLAROOOOOO. CAMINEYLEMUESTROESTEPARTIDAZOOOO Pues si crees que te voy a decir que no, estás en las drogas. Obvio yo quiero. ¡Vamos de una!
— ¿Pero y mi tía?
— ¿No me dijiste que está dormida?
— ¿Y si se despierta?
— Fácil, prometo no morderte. O en últimas te pongo una almohada. Me meto debajo de la cama, qué sé yo, algo nos inventamos.
— JAJAJAJA, ay Andrés, no sé qué me hiciste pero no te voy a dejar salir de acá sin un partidito.
— Y hasta tres, si quieres. Con alargue.
Angélica se levanta sin dejar de mirarlo, le estira la mano, y se lo lleva de puntitas a la habitación. Cerró la puerta, se acercó a Andrés mordiéndose los labios y lo besó apasionadamente.
Él la abrazó y, sin dejar de besarla, le quitó la poca ropa que tenía encima y la tiró a la cama. A Angélica, o sea, porque la ropa la tiró al suelo. Efectivamente esa mujer tenía un cuerpo escultural. Como buena colombiana tenía piel dorada y suave, curvas increíbles. Toda una modelo de revista.
Aunque muchos se lo esperan, este no es un relato erótico así que no daremos muchos detalles, formas, tamaño de tangas y demases. Calmación.
Lo que sí diremos es que Andrés lo dejó todo en la cancha, hizo y deshizo, conoció cada centímetro, jugó varios sets esa misma noche, y llegó a su casa tan feliz como hacía rato no le pasaba.
Al otro día en la oficina lo vieron llegar flotando hasta el escritorio y no se le quitaba esa sonrisa de ponqué con helado. Y aunque la idea era jugar y despedirse sin compromiso, Andrés quedo flechado y se decidió a repetir.
Continúa…
(Acá le pueden dar play al video y entran créditos. No los podía dejar sin la banda sonora de la semana. Los que entiendan la referencia me dicen)
https://www.youtube.com/watch?v=6Ww-8jvxT5Q
¿Continuará? ¿Ustedes qué dicen, la continuamos? Porque ellos se siguieron viendo, incluso algunos días empezamos a notar a Andrés ojeroso y más flaco. Me imagino que pasaron por squash, pimpón y hasta tejo. Ustedes dirán.
Les pido disculpas a todos por la demora en publicar. Estas semanas han estado intensas en el trabajo (cosa que me tiene contento). Les cuento el chisme a los que no sepan: Yo asesoro personas que quieren mejorar su perfil profesional, ya sea para mejorar su posición en la empresa, o como marcas personales.
Si alguno anda interesado, les dejo mi Whatsapp.
Muchas gracias a todos los que preguntaron por la continuación, los que comentaron en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok, llamaron a la casa, me pararon en la calle, publicaron pasquines y pegaron pancartas…
Algunos ofrecieron pagar el rescate si es que me tenían por plata. Tranquilos, eso no va a pasar, no soy el primo rico de la familia. Aunque una vez en un taxi en Alemania casi siento que me raptan.
Ahora en serio, también quiero agradecerles muchísimo a todos los lectores, gracias a ustedes los Marmotazos fueron el blog más leído de El Tiempo (otrora), cosa que me halaga mucho, sobretodo porque hay blogs muy buenos. Me alegra mucho cuando veo que lo comparten en Facebook y Twitter. Ustedes se hacen querer [ruedan lágrimas, suena Kenny G].
Ah, también tengo un podcast en el que hablo de marca personal y emprendimiento, acá se los dejo por si alguno quiere escuchar.
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Otras entradas: «Sansón Andrés«, «Si a Bogotá no hubiera llegado Petro«, «10 claves para ser influenciador en redes sociales«.
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