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Imagen: Fotograma de la película.

Imagen: Fotograma de la película.

 

El estreno de Joker, la nueva película de Todd Phillips protagonizada por Joaquin Phoenix, ha causado furor alrededor del mundo. Decenas de críticos alaban su dirección, la construcción del personaje, y en general, los elementos que componen la que muy seguramente es la película del año. 

Pero sumado a la buena recepción de la cinta, expertos y espectadores se han encargado de comentar un mismo tema en los pocos días que lleva en cartelera: la facilidad con la que resulta identificarse con este villano que, al menos en la versión de Phoenix, es bastante repulsivo.

La fascinación por el Guasón no es nueva. El misterio que lo envuelve, su estética  y su múltiples facetas hacen que este sea uno de los personajes más queridos en el mundo del cine. Además, grandes interpretaciones como la de Heath Ledger en El cabellero de la noche (2008) o la de Jack Nicholson en Batman (1989), han contribuído a la mitificación de este payaso cruel y astuto. 

Sin embargo, fuera de las alabanzas a las actuaciones, ¿qué es lo que nos atrae del Guasón? ¿Por qué no podemos dejar de sentir empatía por él a pesar de sus acciones terribles?

El primer punto puede encontrarse en la tendencia humana que nos pone, en muchas ocasiones, del lado de los que sufren. Sea cual sea la interpretación que veamos de este personaje, desde su cara gánster hasta la más anárquica, sabemos que el Guasón es una víctima de un mundo naturalmente apático que terminó por marginarlo. Un mundo bastante parecido al nuestro, de grandes ciudades con poco tiempo para el individuo y sus demonios. 

Sin embargo, ceñidos un poco más a la historia que envuelve a este personaje y todos los que habitan Ciudad Gótica, el Guasón es la clara respuesta demente a la locura de Batman. Los dos comparten traumas de la niñez: Bruce Wayne vio morir a sus padres de niño y aunque no existe una versión oficial del nacimiento del Guasón, esta nueva película aproxima su origen también hacia los sufrimientos de un hombre desde muy temprana edad.

Esta clase de experiencias, según expertos, desarrolla comportamientos disociales entre la infancia y la adolescencia. Luego, durante la adultez, es posible que se presenten conductas antisociales que eventualmente sean características de la psicopatía. 

Es extraño y contradictorio, llegamos a sentir empatía por alguien, en este caso el personaje, que claramente carece de esa capacidad. El Guasón, en cualquiera de sus interpretaciones, cumple con las características clásicas de alguien que padece este tipo de trastornos, en especial una: no puede adaptarse a entornos enmarcados en leyes sociales y acuerdos. El payaso es impredecible y sagaz, no confía en nadie, y a quien llegue a depositar votos en él, lo castiga sin piedad.  

Joker es la némesis de Batman, coexisten en función del otro, por ello el murciélago jamás matará al payaso y viceversa. 

Ahora, bajo la mirada del espectador resulta muchas veces más probable sentir familiaridad y cercanía con un personaje que falla, que duda, que en ocasiones es presa de sus propios inventos, es decir de los villanos. Los héroes, aunque en la infancia los deseemos, son por lo general personajes con estrictos códigos morales que bajo discursos de justicia funcionan bastante bien, pero que en nuestro mundo sabemos que son utópicos. Todo sin mencionar cuando el héroe tiene superpoderes o alguna clase de habilidad biológica a la que el villano en ocasiones debe enfrentarse a punta de ingenio, como lo haríamos en nuestra realidad frente a las adversidades. 

Es famosa una frase del Guasón que retrató en los cómics Alan Moore: “solo hace falta un mal día para sumir al hombre más cuerdo del mundo en la locura. Así de lejos está el mundo donde yo estoy, a solo un mal día”. En definitiva es mucho más fácil identificarse con esto que con un héroe superpoderoso aunque conozcamos de su maldad. 

Imagen de la producción (Warner Bros)

Imagen de la producción (Warner Bros)

 

En la entrevista publicada por EL TIEMPO, el actor Joaquin Phoenix respondió así a la pregunta ¿dónde está el límite entre empatía y exaltación? : “Es absolutamente necesario que tengamos empatía, pero eso no significa que disculpemos o justifiquemos el comportamiento violento”. 

Retomando la realidad del génesis de este personaje, en la que poco a poco va desarrollando las conductas que lo hicieron el enemigo número uno de Batman, surge la pregunta sobre el papel de la sociedad como actor primario que margina al diferente. ¿Es la sociedad la gran culpable de lo que le pasó al Guasón?

Lo primero que hay que entender es que el mundo en el que vive este personaje, ciudad Gótica, es un espacio dominado por poderosos. El gobierno, la Policía, e incluso Batman, que si bien se ciñe a códigos morales estrictos, hace parte de la clase social y económica dominante de la ciudad.     

Pero más allá de estos estamentos sociales de desigualdad y poder, Gótica es un espacio dominado por la corrupción. El filósofo esloveno Slavoj Zizek lo analiza así: “el guasón encarna la verdad que altera un orden social de mentiras. Si la gente supiera cuan corrupto es el sistema legal, todo colapsaría”. 

Es un sueño recurrente en casi todas las personas poder cambiar el mundo, impactarlo de una u otra forma. Guasón y otro villanos a lo largo de la historia han querido cambiar el suyo, no podemos afirmar que para bien porque de esa manera no serían antagónicos, pero si pensamos en los mundos que rigen estas historias, entendemos que son bastante conservadores. La influencia caótica de alguien como Guasón, positiva o negativamente, quiere alterar ese órden conservador letárgico. 

En ese sentido encontramos otro punto en el que podemos establecer lazos de empatía con el personaje, pero sin duda la mayor explicación de esa atracción que sentimos es que el Guasón hace todo lo que quisieramos hacer si tuvieramos un poco de valor: enfrentarnos, responder, burlarnos de los que se burlan de nosotros día a día y sobre todo rebelarnos. 

Los villanos, aunque estén destinados a fallar por la naturaleza de estas historias en donde el héroe debe imperar, se arriesgan tanto como nosotros quisieramos en el mundo real. Dicen lo que quisieramos gritarle a los que odiamos y hacen las cosas con las que muchas veces solo podemos soñar. 

Si sentimos empatía por una persona malvada, ¿eso nos convierte en mala gente? 

Esa fue la pregunta planteada a Joaquin Phoenix en la entrevista publicada por este diario, y la respuesta del actor, que puede llegar a la cima de su carrera con esta interpretación, nos puede dar más luces para entender las razones de esta atracción por el personaje: “¿Lo hace? No me parece lógico. De lo que realmente hablamos aquí es del trauma infantil. Si no tenemos empatía por el trauma infantil y los efectos del trastorno por estrés postraumático, no sé qué dice eso de nosotros. Diría lo contrario: si no tienes empatía por alguien que ha experimentado un trauma infantil eso sería un tipo de maldad”.

 

 

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