Las mejores historias son aquellas que suceden sin planearse. Cuando todo parece espontáneo, natural. Aunque no lo sea. Son las mejores.
Esta, al parecer, sucedió en parte, así. Una bella y famosa mujer, un notorio vicepresidente, un piano y una foto que hasta el día de hoy sigue recorriendo el mundo. Uno de los registros fotográficos más populares jamás producidos en la historia norteamericana.
Los protagonistas: nada más ni nada menos que la reconocida actriz Lauren Bacall y el entonces recién estrenado vicepresidente Harry Truman. Íconos de su época. Admirados respectivamente por su belleza, sus aptitudes y su inteligencia.
El escenario: el National Press Club en la capital norteamericana. Un lugar que durante la época (1945) abría sus puertas los sábados a los soldados para que socializaran sirviendo perros calientes y bebidas suaves.
Fue precisamente uno de esos días que el entonces VP de Franklin Delano Roosvelt decidió asistir al Club para hacer parte de un evento en honor a 800 militares.
La idea, según se ha contado en innumerables escritos, era que Truman usara su talento con el teclado para deleitar a los militares y al mismo tiempo, fortalecería su imagen frente al selecto público.
Así lo hacia. Y de pronto, cuando Truman empezaba a tomarse con confianza su rol, la hermosa y entonces veinteañera Lauren Bacall salió al escenario y se sentó encima del piano.
Truman, pícaro e inteligente sonrió como sonríen los que se deleitan con los placeres de la vida. Y los flashes de las cámaras no se detuvieron.
Así, quedó registrado para siempre.
Él con las manos sobre el teclado, riendo seductoramente y mirando a Bacall. Ella simpática, hermosa. Aprovechando el momento. Viviendo esos instantes que se recordarán por siempre.
Cuentan los que saben que Truman se metió en problemas. Elizabeth Virginia Bess, su respetada esposa, y a la que conocían con el apodo de “la jefa”, le pidió que nunca jamás tocara el piano en público. Al parecer no cumplió con la promesa, y aunque se expuso algunos rumores, mantuvo una cercana amistad con Bacall y su esposo, el reconocido actor Humphrey Bogart.
Dicen que para Bacall el momento no fue tan especial. Aseguraba que fue forzado por su representante quien buscaba oportunidades para posicionarla. Ella era entonces una joven e inexperimentada actriz que trataba de sobresalir en el competido ambiente artístico de la época.
De cualquier manera la foto le sigue dando la vuelta al mundo. Así quedó demostrado hace dos años cuando el New York Times contó la historia detrás de la imagen, con ocasión de la muerte de Bacall. Entonces el diario calificó el suceso como una de las trampas publicitarias más famosas de la historia.
Trampa o no, la foto refleja una especie de conexión entre los dos. Conectados tal vez por la necesidad de ser queridos. Por que a pesar de la diferencia de sus mundos, tanto Bacall como Truman necesitaban validación. Buscaban reconocimiento y ansiaban atención. Y sin duda lo lograron. Bacall, Truman y el piano, un triangulo perfecto en el momento preciso.
Lauren Bacall: una de la mas hermosas, de siempre.
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