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Con sorpresa, en medio de la alegría por la clasificación a la final, recibí comentarios de algunos hinchas en el sentido de que Millos había llegado a la final gracias al Tolima y que se había hecho un pésimo partido ante Junior.

¡Que nadie se llame a engaños! Si había un equipo en el rentado nacional que tenía todos los merecimientos para llegar a esta finalísima era precisamente el nuestro, luego de haber sido  líderes de la fase todos contra todos casi de punta a punta, lo que nos hizo merecedores de ese menospreciado «punto invisible» que fue, a la postre, el que definió nuestro boleto a la final.

A esto hay que sumarle el mérito de haber disputado paralelamente con toda autoridad y dignidad los compromisos de la Copa Suramericana, situación que se constituyó en un esfuerzo extra y adicional a lo que tuvieron que afrontar nuestros rivales.

El partido de ayer no se ganó por esas cosas que tiene el fútbol, y porque nuestro talón de Aquiles a lo largo de la liga ha sido la definición. De haber contado de forma constante con un goleador, con uno de esos pescadores de área, seguramente mucho menos sufrido habría sido nuestro tránsito a la gran final. Irónicamente, de no existir la reglamentación del «punto invisible», el ítem que suele usarse para dirimir desempates en nuestro campeonato es el gol diferencia, en el cual Millos también se encontraba mejor posicionado que nuestro rival de turno, el Pasto.

Hay que darle eso sí un reconocimiento al Deportes Tolima, que fue el único de los equipos del torneo que accedió a aplazarnos partidos para poder enfrentar con algo de tranquilidad la Copa Suramericana. Además, fue a Barranquilla a jugar de tú a tú con el Junior, al que casi derrota y anoche, a pesar de no tener nada en juego, mostró su profesionalismo ante el Deportivo Pasto  arrancándole la posibilidad de triunfo y dándonos de paso el empujoncito que necesitábamos para hacer justicia en el campeonato y acceder a la disputa del título. El técnico del Pasto hoy insinúa que el Tolima jugó incentivado, afirmación que tendría que probar en un momento dado y que a mi modo de ver, de ser cierta, no constituiría ninguna ilegalidad.

Afirmar que Millos jugó mal, después de que en los compactos del partido muestran a un solo equipo en la cancha, generando más de siete opciones claras de gol y cuando el rival a duras penas tuvo dos aproximaciones accidentales es, por decir lo menos, injusto.

Que nadie se atreva a opacar nuestra alegría. Seguramente hinchas de otros equipos querrán demeritar el logro de Millos: que el árbitro perjudicó a Junior, me dijo hoy un compañero de oficina hincha tiburón; que no fuimos capaces de hacer un gol a un equipo con un hombre menos, que estamos en la final gracias al Tolima ,escriben en las redes sociales.

Ninguna de estas afirmaciones debe afectarnos. Con la frente en alto, con la alegría a flor de piel, y con el orgullo de ser hinchas del que, hoy por hoy, es el mejor equipo de nuestra Liga, podemos inflar nuestro pecho, portar con entusiasmo y alegría la camiseta de nuestro amado equipo y festejar, que por fin logramos quitarnos de encima la mufa aquella de no poder sobrepasar las fases semifinales a las que hemos tenido oportunidad de acceder.

La final sin duda no será nada fácil. Ninguna lo es. El DIM es un equipo quizá sin muchas individualidades de postín, pero cuentan con un DT de amplio recorrido, que le gusta priorizar la táctica sobre el espectáculo, que estudia a sus rivales, que no va a dar un espacio de más, y que intentara mantener el orden en sus líneas. No es un equipo que ataque mucho, pero cuando se propone a hacerlo ha resultado peligroso y contundente.

En una final no hay favoritos. Los dos equipos que llegan a ella tienen la misma opción de alzarse con la estrella.
Contamos con un grupo  sólido, comprometido, aguerrido. El nuestro es un equipo que no se guarda nada, que va de frente por la victoria en todas las plazas que ha visitado y, seguramente, «Bolillo» querrá sacar provecho de esto. El planteamiento de Torres debe ser en Medellín muy inteligente.  Con toda seguridad, por el estilo de Millos, saldrá a buscar el arco rival, pero debe hacerlo con mucha inteligencia, cautela y ordenadamente.

Por ahora disfrutemos de esta alegría que no hemos podido disimular. Hoy por las calles he visto muchas camisetas azules, portadas por personas sonrientes, optimistas  y orgullosas.

El sueño está cerca. Hemos recorrido un largo camino paso a paso y sólo faltan dos para lograr el máximo objetivo. Quieran los dioses del fútbol que la de este año sea una verdadera Navidad Azul, llena de dicha para los millones de hinchas de nuestro amado Millonarios.

Cordial y albiazul saludo

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