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En un partido con escasísimas opciones de arco, con dos equipos de similar nivel, tan solo un error o una genialidad de alguno de los protagonistas podría desbalancear el trámite del juego.

Lamentablemente el error -grosero error- fue de uno de los nuestros. Y no fue propiamente de Román Torres quien finalmente empujó, en un desesperado intento por corregir la equivocación de su compañero, el balón hacia propia puerta.

El error llegó del eslabón más débil de la cadena. Jarold Martínez quiso hacer gala de una cualidad que no tiene, la de entregar bien el balón, en una zona de alto riesgo, bajo la presión de los rivales y en un momento en que el equipo se encontraba jugado procurando la salida desde el fondo.

Lamentablemente a Martínez ya se le acaba el crédito que aún tenía con la hinchada gracias a su participación en la plantilla que hace apenas unos meses nos dio la alegría del título número 14. Por lo que conozco, es un buen ser humano, disciplinado, buen compañero, quizá hasta buen atleta, pero sus condiciones futbolísticas no le alcanzan para hacer parte de la línea titular de un equipo de tan alta exigencia como Millos.

El técnico Torres se la ha jugado con él, tal vez no por terquedad como algunos le critican, sino porque simplemente no hay más. El DT ha ensayado en esa posición a Luis Mosquera que a pesar de su dinámica no ha logrado cuajar en esa posición; trajo de Itagüí a Anderson Zapata quien supuestamente podía hacer esa posición, pero por razones misteriosas para la hinchada el paisa casi no ha jugado ni en ese ni en otro puesto. El único que en un solo partido encendió la luz de la esperanza como dueño del puesto fue Alex Díaz quien desafortunadamente, por lesión, no pudo terminar de consolidarse.

Seguro sonará exagerado y hasta «sacrílego», pero el bajo nivel de Martínez, a título personal, me ha traído a la mente con algo de añoranza y nostalgia los nombres de jugadores como John Jairo Montaño, Casierra, y hasta de «Morumbí» Zapata, antecesores en su puesto y que tampoco se destacaron propiamente por su calidad futbolística. Quizá el único que alcanzó a dejar algún buen recuerdo en los hinchas fue Juan Guillermo Domínguez a quien, sin embrago, le recuerdo varios errores que nos costaron goles dolorosos en contra.

En cuanto al partido, noto demasiada y exagerada desazón entre los hinchas. Perder siempre duele, y más si es contra el rival de patio, pero siendo sensatos los dos clásicos mostraron a dos equipos firmes candidatos al título, dos fuerzas parejas, con ambición y que en realidad no se sacaron ventaja. El sábado nos tocó en suerte perder, pero veníamos de propinarles a los rojos una derrota categórica. No entiendo cómo en el corazón del hincha se pasa tan rápido y fácil de la admiración de hace ocho días al desencanto y hasta el odio de esta semana.

Como el fútbol da revanchas y no da espacio a lamentaciones en un equipo grande, mañana se tiene un compromiso igual o más dificultoso del que acabamos de enfrentar. Ante un Nacional quizá con más necesidades que nosotros, Millos deberá plantear un partido con mucha tenencia del balón. Jugar a lo que nos juegan a nosotros, a desesperar al rival, a dejar que pasen los minutos con mucho orden y esperar el momento oportuno para dar la estocada.

Con lo apretada que está la tabla de posiciones fácilmente podríamos terminar esta fecha punteros o por fuera de los ocho. Como están las cosas pareciera que para esta Liga, de continuar así, se van a necesitar más de los 27 puntos que normalmente se han requerido para clasificar a cuadrangulares.

A Millos le quedan cuatro partidos en condición de local frente a Itagüí que tiene buena nómina, Patriotas con su afán de salir de la parte de debajo de la tabla, Junior que ya no está tan muerto como hace un par de semanas y Alianza Petrolera que hasta ahora es la cenicienta del torneo; rivales que, sobre el papel, serían accesibles a las posibilidades del equipo, pero que corresponden a ese tipo de equipos que vienen a Bogotá a buscar llevarse su puntico, con planteamientos cicateros y tacaños, y ya todos sabemos lo que complica a los nuestros romper estas estrategias.

En condición de visitantes nos aguardan, además del partido de mañana con el verde de Medellín, el Quindío peleando puestos de descenso, el Deportivo Cali en alza, y el siempre difícil Deportes Tolima. Calendario bravo, pero no imposible. Con los puntos hasta ahora acumulados se tiene algo de tranquilidad para afrontarlo.

De mi parte la fe sigue intacta, el pálpito de lograr la quince y el bicampeonato sigue latente, y mi optimismo  desbordado…..como siempre.

Cordial y albiazul saludo.

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