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Y no tanto preocupante por la derrota en sí misma la cual si se quiere era previsible, sino por la forma en que se dio y por lo costosa que resultó.

Preocupante porque Millonarios volvió a parecerse al equipo errático y timorato de inicio de semestre.

Preocupante porque Santafé parece tenerle la medida a este equipo de Hernán Torres en cuanto a que desde el inicio del juego sale a ejercer una fuerte presión sobre nuestra zona defensiva a la cual no le hemos podido encontrar la vuelta para contrarrestarla.

Preocupante porque luego de estar en desventaja no encontramos los argumentos suficientes para tratar de darle la vuelta al resultado. Igual que el clásico anterior, Santafé logró la tempranera ventaja aprovechando nuestros errores defensivos y se dedicó el resto del juego a administrarla con suficiencia y cierta tranquilidad.

Preocupante que el equipo siga sin mostrar alternativas de ataque con jugadas de pelota quieta. Mientras el rival tiene en este tipo de jugadas su principal fortaleza, Millos debe ser, el más inofensivo en la ejecución de jugadas de táctica fija de los conjuntos que conforman el cuadrangular A. Hasta los tiros de esquina en más de un 90% de los casos terminan siendo fácilmente controlados por las defensas rivales e, incluso, muchas veces terminan en peligrosas jugadas de contra ataque a favor de nuestros contendores.

Preocupante porque al igual que en el partido del fin de semana ante el Once, se evidenciaron gruesas fallas en la función de recuperación del mediocampo. Ni Jhonny, ni Robayo tuvieron una buena presentación y por eso desde el inicio del juego los atacantes rivales quedaron tantas veces mano a mano con nuestros defensores.

Preocupante que los árbitros de nuestro FPC demuestren fecha a fecha su pusilanimidad y se dejen amedrentar por la presión ejercida desde los medios de comunicación y salgan a favorecer o a congraciarse con el quejoso de turno. Y no lo digo por la jugada del penal, que a mi juicio existió, sino por la forma como se dedicó desde el comienzo del juego a condicionar a nuestros futbolistas con tarjetas ante cualquier roce o simulación de los hábiles (para fingir faltas) jugadores del rojo.

Preocupante porque como consecuencia de esa feria de tarjetas a las que fue sometido nuestro equipo, para la próxima batalla no podremos contar con la participación de dos de nuestros más importantes guerreros: Candelo por la expulsión derivada de la doble amonestación en el jugo de ayer y Pedro Franco quien con la amarilla vista anoche se acumuló y deberá pagar una fecha de suspensión.

¿Que si todavía se puede?

¡Claro que se puede!

El balance que arrojan las dos primeras fechas del cuadrangular da cuenta que los dos equipos bogotanos son los únicos que han hecho respetar sus compromisos en condición de local. Para conservar las opciones intactas es imprescindible no ceder puntos en los dos partidos que nos restan en el Campín.

Obviamente nuestro equipo tendrá que mostrar una mejor cara que la se le vio ayer y, teniendo en cuenta la ventaja reglamentaria que tiene el rojo por el tema del llamado «punto invisible», además de derrotarlo en el clásico de la próxima semana, se tendrá que luchar por un botín superior al que logre Santafé ante los otros dos antagonistas; esto es, dado que Santafé empato en Cali, Millos tendrá la obligación de obtener un triunfo en esa plaza.

Nada se ha perdido. Seguramente Hernán y sus muchachos sacarán provecho de la dura lección recibida ayer y el equipo tendrá los ajustes a que haya lugar.

Para la próxima batalla, el sábado contra el verde caleño, lo más probable es que se dé el regreso de Román a la zona posterior para hacer pareja con Anderson. Me preocupa más la ausencia de Mayer porque no veo en la plantilla a quien lo pueda sustituir con suficiencia.

Con la esperanza intacta, y la fe de que el equipo luchará a muerte por brindarnos la satisfacción de un nuevo título.

Cordial y albiazul saludo

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