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«Las críticas han sido muy positivas y estimulantes».  Con estas palabras el ilustrador colombiano Diego Herrera más conocido como Yayo habla sobre  el reciente lanzamiento  de sus ilustraciones en un libro para niños de la  escritora y poeta canadiense, Sheere Ficht.  Con una gran satisfacción Yayo agrega: «Presenté  la versión original en inglés, publicada por Tradewind Books bajo el titulo de Night Sky Wheel Ride y la versión en frances, À bord de la grande roue, publicada por Éditions Dominique et compagnie.  Este libro está dirigido oficialmente a un público infantil, pero la temática es universal, sin límite de edad para apreciar tanto las imágenes como el texto». 

 

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El lanzamiento se hizo en el marco del Salón de Libro  de Montreal, que este año tiene como tema  principal la literatura  infantil. Yayo, quien es el Presidente de honor de este evento, se prepara para dar a conocer en octubre otra de sus ceraciones, el libro   Signore Tamborini et autres fictions, con  texto e ilustraciones de su propia inspiración. La historia que  será  publicada por Éditions de la Pleine Lune está  dirigida a un público general, aunque puede ser apreciada también por lectores juveniles.  El libro consta de una serie de poemas humorísticos ilustrados, que van desde la Isla de Pascua, el jazz y la harina para hacer tortas, entre otros temas.

Las caricaturas de  Yayo se pueden apreciar en   la revista Cromos, al igual que  en L’Actualité de Montreal, en  diarios de Canadá, Estados Unidos y Francia, tales como MacLeans, Le Devoir, The Globe and Mail de Toronto, Reader`s Digest, The Wall Street Journal, Le Courier Internacional y otros más.  Como ilustrador ha recibido muchos galardones, fue  finalista del Premio de la Gobernadora General de Canadá en 1988, en 1996  ganó el  Premio Christie y   en  septiembre de 2011 recibió el Premio Charles Biddle del Ministerio de Inmigración y Comunidades Culturales  de Quebec  que se otorga a los  inmigrantes que han hecho una importante contribución al desarrollo cultural y artístico de esta  provincia canadiense.

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En estos momentos Yayo sigue promocionando su nuevo libro en Montreal, pero tuvo unos momentos para conversar amenamente  y compartir sus experiencias.

¿Por qué sus caricaturas no tienen palabras?
Mis dibujos hablan por sí mismos, por eso no le pongo textos. Los títulos los añado a veces para algunas  exposiciones , para divertirme un poco con las palabras, creo que mis imágenes tienen un lenguaje más universal, no hay una lectura única, depende de la interpretación de cada persona.

¿Cómo logró hacer reír a los canadienses?
El humor tiene un lenguaje universal y hago referencias a cosas comunes, cuando lo restringimos con el idioma se vuelve más local, especializado, como el humor político y como mi temática no está sometida a una situación regional, eso me ayudó. En Colombia hice caricaturas políticas pero no quise limitarme, porque eso me estresa, simplemente mis dibujos son una reacción a la actualidad.

¿Qué le inspira?
Cosas que veo y las vuelvo imágenes. No es algo inmediato la mayor parte del tiempo hay un punto de partida, un boceto luego lo convierto en una imagen que pueda comunicar algo. Utilizo acrílicos, acuarelas, tintas, lápiz y siempre me enriquecieron muchos humoristas latinoamericanos, de Europa y Canadá.

 

¿Cuál es el balance de más de  20 años de humor?
Mi primer objetivo al llegar a Canadá fue publicar mis dibujos en medios donde hubiera humor gráfico, comencé en revistas no especializadas, luego hice ilustraciones para artículos. He trabajado como caricaturista en la revista L’Actualité , como ilustrador para revistas periódicos y cuentos infantiles, un terreno en el cual he laborado con más intensidad y quiero seguir explorando, escribiendo cuentos, haciendo más arte o dibujos animados.

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¿Cuál es su historia infantil preferida?
Escribí un libro titulado «El cazador de arco iris», su personaje era «el muñequito en blanco y negro», alguien que no tenía color y quería apropiarse del arco iris tomando colores de formas, objetos, animales, etc. Al final se da cuenta que lo importante es no adueñarse de algo, sino estar contento con lo que uno es.

¿De qué manera asume en su obra su condición de inmigrante?
 Ser una especie de nómada relativamente sedentario, no es algo que quiera mostrar de manera directa pero ser inmigrante es una realidad importante. Por ejemplo el cazador de arco Iris es un ser diferente, pero no me gusta la idea de ser moralizador, sino imaginativo, pues todos tenemos las mismas necesidades, sueños, esperanzas, sin importar si somos colombianos, africanos o asiáticos, siempre necesitamos amor, dinero, trabajo, si nos despojamos de ciertos caparazones, en el fondo todos somos iguales. No estoy obsesionado con el tema de ser inmigrante, uno puede marcar la diferencia sin decirlo abiertamente, tener otra óptica.

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Fernando Botero donó una colección de cuadros sobre la violencia colombiana. .¿Qué opina de esa manera de expresar el dolor de nuestra patria?
Cada persona manifiesta lo que siente a su manera, a mí me afecta muchísimo lo que pasa en Colombia, yo sigo las noticias diariamente y me causan pena, angustia. Pero mi trabajo es una reacción a todo eso, por eso busco lo opuesto a esa realidad, es mi manera de protestar por esa violencia, no se combate el horror con más horror y esto no significa que sea indiferente o insensible. Me afecta tanto que no puedo hacer lo mismo, sin embargo, es muy importante que nuestros artistas se expresen a su manera, así yo prefiera mis dibujos porque me dan paz, sino estaría súper deprimido, navegando en esas aguas negras. Combato con mis caricaturas todas las expresiones de violencia, no solo la de Colombia.

¿Cómo define Yayo a la mujer?
Es una de las creaciones más maravillosas que existen, es objeto de asombro, es genial verlas en cada primavera, renovadas, bellas, no se acaban nunca. Muchas veces la gente se confunde y piensan que Yayo es una mujer, pues en Japón existe ese nombre (risas) Bueno esa sensibilidad femenina me seduce, es un motor para la vida, me brinda amor y cuando se hacen las cosas con amor, se hacen bien. Además, la sensibilidad femenina es muy diferente a la masculina, esa ternura, nos complementa a todos los hombres.

 

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¿Y ese amor hace parte de su éxito?
Cuando uno emigra quiere comenzar, luchar, pero siempre hay que enfrentar dos factores fundamentales: el amor y la estabilidad económica. Uno debe trabajar para vivir pero también hay que resolver la parte afectiva, porque si tienes trabajo, pero estas solo no puedes ser feliz o viceversa, sino hay trabajo es angustiante por eso debe existir un equilibrio.

¿Qué le recomienda usted a los inmigrantes latinos?
Trabajar con pasión y energía para obtener lo que desean. Estoy convencido que en la medida que se trabaje fuertemente se logran las metas, pero hay que tener confianza y no desanimarse. A mí nunca me cerraron las puertas en Canadá, comencé a mostrar mi trabajo y siempre fue bien acogido inmediatamente.

Entonces ¿cuál fue su dolor de cabeza?
Lo más difícil fue enfrentar la soledad y el eterno dilema de cómo vivir de mi trabajo, pero para eso debía aprender francés e inglés y mostrar mis obras de una manera distinta como lo hacía en Colombia.

 

¿Y qué hacía cuando se sentía angustiado?
 Eran momentos de mucha soledad y zozobra, pero afortunadamente a pesar de sentirme así, yo seguía dibujando e insistiendo en mostrar mi trabajo, a pesar de tener miedo, no hay que dejarse vencer por ese sentimiento. No estamos hechos por un pedazo de pan, solamente lo esencial, hay que pensar en grande, sin ser arrogantes ni arribistas, pero pensar que todos somos capaces. Para los judíos o los asiáticos, estudiar es vital, entonces igual debe ser para los latinoamericanos.

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Finalmente, ¿qué mensaje le deja al público colombiano?
Hay que inculcarles  a los niños el amor por los libros y no solamente por el  DVD, Play Station, Iphone, Ipads, o Ipods, yo veo esta actitud constantemente y  no podemos quedarnos solamente allí.

 

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