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@NataliaGnecco

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En el 2008, la antropóloga colombiana Luz Marina Bedoya estudió el caso de quince mujeres inmigrantes latinoamericanas para el trabajo final de su Maestría de Antropología en la Universidad de Montreal. En un extenso documento Bedoya explica cómo la migración y la maternidad, son dos factores de gran importancia en el momento de establecer contacto con mujeres que dejan atrás su vida y deciden establecerse en otro país, donde encuentran grandes diferencias de costumbres, estilos de vida e idiomas.

La  migración de las quince mujeres latinoamericanas, que formaron parte de este proyecto, se dio por causas disímiles como cambio de vida, mejoramiento económico, migración de sus padres, violencia en su país de origen, también por refugio político, desesperación, por seguir a su esposo y/o porque estaban  casadas con un canadiense. Dichos motivos se suman a un sin número de sueños y beneficios que las madres de una u otra manera quieren proporcionarles a los hijos.

«Una joven mamá me dijo que para ella el proceso de migración ha sido bueno, porque se dio cuenta que existen países con otros valores, donde te estimulan, por ser una persona productiva para el país y eso hizo que viera la vida diferente. Otra me dijo que estaba asombrada al llegar a Canadá, por los beneficios sociales, el apoyo a los niños y los ancianos», afirma la antropóloga colombiana.

La mayoría de las mujeres entrevistadas por Luz Marina  le confesaron que  desde el primer momento de su llegada a Canadá, el impacto fue muy fuerte debido a la barrera de los idiomas, lo cual no permitió que su nivel de integración a esta nueva sociedad fuera fácil.

Indudablemente, la experiencia que viven varias madres cuando son atendidas por un doctor que habla español, es muy positiva, pues hay muchas madres inmigrantes que no hablan muy bien francés. «En la medida que la barrera del idioma disminuye, se mejora la comunicación medico/paciente, de lo contrario esto crea un alto nivel de stress y timidez» Afirma Luz Marina.

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No obstante, un grupo menor de mujeres consultadas no tuvo una grata experiencia, pues no existió una relación estrecha, con sus doctores, pues ellos no se involucraron con sus pacientes. «Recuerdo que una de las mamás me dijo que dar a luz es Montreal era como ir a McDonalds: entras, te chequean y buena suerte. Otras se quejaron porque esperaban tres horas afuera, para que las atiendan en diez minutos y siempre les dicen que todo estaba bien, sin problemas, pero era un examen muy superficial.»

Asimismo, un alto índice de entrevistadas le aseguraron a la antropóloga colombiana que el sistema de salud de Canadá no era el más apropiado para la atención a los inmigrantes, pues ellas sentían que éste  no poseía un adecuado personal médico de origen pluriétnico , que fuera capaz de acoplarse a las circunstancias dependiendo del origen y la cultura de las pacientes.

Igualmente, varias madres mencionaron la dificultad que tuvieron para conseguir un ginecólogo y poder empezar con los controles del embarazo e incluso algunas aseguraron que habían llegado hasta su sexto mes de gestación sin conseguir un especialista que pueda evaluar la evolución del bebé.

Humanización del parto.

«La pérdida de la familia», o la separación total de una estructura familiar ya establecida, genera en la mayoría de de las mujeres inseguridad e incertidumbre, que se pueden superar siempre y cuando se encuentre un equilibrio con todos los beneficios que ofrece Canadá, en especial Montreal, tales como calidad de vida, seguridad social, oportunidades educativas, ciudadanía extranjera, licencia de maternidad, etc. Sin embargo, algunas mujeres, evaluaron su proceso negativamente, por tener que comenzar de «cero» sus vidas y sin posibilidades de recuperarse económicamente, pero es claro que todas prefieren sacrificarse para ofrecerle un mejor futuro a sus hijos.

Luz Marina advierte que el internet puede acortar las distancias en el momento de mantener el contacto con sus familiares que no viven en Canadá,  sin embargo hay muchas desventajas de tipo emocional, que producen un estado de vulnerabilidad y de soledad en las madres, que puede generar en ellas una grave depresión y/o aislamiento, que con el tiempo puede generar problemas graves de salud.

Muchas madres consideran positivo tener un bebé con una partera o en una «maison de naissance,  casa de alumbramientos, por ser una alternativa más humana y menos drástica para el nacimiento. Actualmente los hospitales en Québec están implementando la «humanización del parto», a través de los «hospitales amigos de bebés» que tienen como objetivo principal ofrecer un mejor servicio a las mujeres embarazadas y a los recién nacidos, para que sea más personalizado» .

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La licencia de maternidad en Quebec, es otro de los aspectos positivos que las participantes resaltaron, al señalar que ese tiempo es de suma importancia para fortalecer la relación madre-hijo y padre-hijo; aspecto que no es muy flexible en la mayoría de países latinoamericanos. Es así como desde el  2006 se empezó a implementar el Plan de Seguro para Padres en Quebec, Québec Parental Insurance Plan (QPIP) con el fin de apoyar a los nuevos padres, motivarlos a tener más hijos y así mismo a que compartan más tiempo con ellos durante los primeros meses de su vida.

En cuanto a la integración masculina en los procesos de gestación de sus esposas, Luz marina asegura que es muy variable, pues hay que tener en cuenta que existen relaciones difíciles, que pueden generar el rechazo de los esposos por parte de las mujeres, quienes aceptan en algunos casos a sus familiares y/o amigos, o por el contrario toman la decisión de quedarse solas y vivir su gestación de manera individual y solitaria.

«El grado de implicación de los esposos en el embarazo de sus esposas, varía dependiendo del sitio donde la hayan vivido, en América Latina los hombres, aunque se integran a dicho proceso, no lo hacen de una forma única y exclusiva, pues los otros miembros de la familia cumplen y suplen muchas funciones en dicho acompañamiento y es precisamente este aspecto lo que se afecta con el proceso de migración, pues los esposos se ven obligados a integrarse de una manera más personal y autónoma con su familia. Sin embargo, en la mayoría de los casos es la esposa quien se acopla mejor con sus hijos.

Vulnerabilidad de la mujer durante el proceso de maternidad En general, la población femenina inmigrante se considera sana, pero quienes experimentan un estado de gravidez tienen un mayor riesgo para el detrimento de la salud, si a esto se añade la situación de vulnerabilidad producida por el periodo de adaptación a un país extranjero. Las condiciones socio-económicas inestables, sumadas a un bajo control de la gestación pueden causar consecuencias negativas durante la gestación de un hijo y todo dependerá de la influencia de la religión, cultura o las circunstancias personales.

Asimismo, estos síntomas de aislamiento y vulnerabilidad, están interconectados con la crisis post parto, la cual se puede definir como una enfermedad en el momento en que se hace imposible para la mujer cumplir las obligaciones con el recién nacido, esta crisis se considera uno de los principales motivos que causa la depresión.

«Yo pienso que las ventajas y desventajas que implica un embarazo en Canadá están estrechamente relacionadas con su proceso de migración, su capacidad de adaptación y la aceptación de esa nueva estructura familiar, social, económica y cultural que se ha conformado como consecuencia de haber abandonado sus países de origen». Puntualiza Luz Marina.

Finalmente, la calidad de vida, la tranquilidad y la seguridad social que se vive en Canadá, marcaron un gran contraste con relación a los países de origen de las mujeres que integraron este proyecto. Según Luz Marina todas las entrevistadas coincidieron en afirmar que la interacción cultural es una gran ventaja para los hijos que nacen o viven desde pequeños en este país, los  chicos se relacionan como canadienses, latinos, asiáticos o musulmanes, y eso es interesante, porque así pueden desarrollarse mejor como adultos.

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