*Por William Morales
Hoy día en Colombia tenemos un aislamiento preventivo por causa del coronavirus. Tengo la plena convicción de que todo va a salir bien si acatamos las indicaciones, al pie de la letra, de las autoridades locales y nacionales.
El Gobierno Nacional y las alcaldías locales han insistido en que las empresas brinden la opción del teletrabajo (trabajo desde casa). Todo esto me parece bien en estos días de resguardo, pero hay una gran población que depende de oficios informales. Para dar unos ejemplos: los maestros y ayudantes de la construcción, las señoras que trabajan por días en casas de familia. Estos grupos de familias van a resultar afectadas a causa del aislamiento.
Las autoridades han manifestado que van a enviar ayuda a todas las familias de bajos recursos. Me preocupa que tarden demasiado y estos núcleos tengan que salir a rebuscar su sustento. El Gobierno Nacional está haciendo su mejor esfuerzo por suplir las necesidades básicas a quienes lo requieran, pero creo que no le va a alcanzar el tiempo, ni el dinero para hacerlo. Es un momento muy oportuno, para poner nuestro granito de arena, para salir todos y todas juntas adelante, a tu alrededor hay alguien que te necesita.
Por otro lado, estamos quienes podemos trabajar desde nuestros hogares. La tecnología ha avanzado a grandes velocidades, brindando más cercanía e interacción, pero nunca reemplazarán las relaciones humanas, la coexistencia diaria con las demás personas. El sentir a nuestro prójimo cerca, hablar con él, sonreír en vivo y en directo, las experiencias cuando estrechamos las manos, damos un beso o un abrazo. Son momentos únicos e irremplazables. Todas estas expresiones, que tienen base sentimental y espiritual, la tecnología jamás podrá brindarlas.
En estos días en las redes sociales hemos visto que la incertidumbre se ha convertido en pánico, y lo cierto es que siempre vamos a tener zozobra por el futuro. Hay preguntas que saltan a la luz: ¿Luego del aislamiento todo va a pasar y nuevamente vamos a seguir funcionando como la sociedad que veníamos siendo? ¿Luego de este confinamiento qué viene? ¿Las personas de bajos recursos cómo van a seguir su vida luego de esta etapa? Son los interrogantes que asaltan las mentes de los seres humanos, porque nuestra confianza está puesta en lo que somos y tenemos.
Me atrevo a decir que todas las cosas suceden por algo y tienen un propósito, cada persona decide cómo enfrentar esta etapa, algunos la ven como el fin del mundo, quizás otros como una tragedia y otras tantas sacan sus propias conclusiones. En lo que coincidimos es en que estamos viviendo una tragedia con tantas personas afectadas, y otras tantas fallecidas alrededor del mundo. En medio del temor y el peligro que se enfrenta a nivel mundial, solo Dios puede traer paz, prosperidad y bendición. La esperanza y la fe son las que no podemos perder de vista.
También es verdad que otro segmento de la población está viendo esto como una oportunidad para compartir más tiempo al calor del hogar o retomar cosas pendientes. Ahora que entramos a la “semana mayor” o “semana santa”, en realidad será otra semana de aislamiento, para la reflexión en familia y recordar lo que Jesús vino a hacer en esta tierra.
Es hora de aprovechar esta cuarentena para disfrutar de los seres que nos rodean y revisar en nuestro interior qué hábitos debemos dejar, cuáles mejorar y otros nuevos que podemos crear para brindar a otros, además de nuestros gestos de solidaridad y aprecio por la situación que enfrentan.
En este tiempo de pausa y distanciamiento aprovechemos para mirar las cosas desde otra perspectiva y pensar de una nueva manera. Quizás llego el momento hacernos las siguientes preguntas: ¿Estamos realmente conectados con nuestros seres queridos? ¿Estamos replanteando el rumbo de nuestras vidas? ¿Qué tipo de trato estoy teniendo con mi prójimo? Si la respuesta es negativa, la siguiente pregunta sería: ¿Cómo puedo mejorar en mis relaciones interpersonales? ¿Qué tal si dejamos a un lado la envidia, el egoísmo, el chisme y la falsedad y empezamos a sumar? Aprovechemos para hablar con aquellos con quienes hace tiempo no lo hacemos, posiblemente necesitan ahora una palabra de aliento y sentir que no están solos o solas en esta pandemia. No te imaginas cuánto nos pueden estar necesitando nuestros seres queridos.
Aprovechemos para empezar a construir un futuro para todos y todas, aprendiendo a ver las cosas con los ojos de los sueños.
*Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad –Dejusticia.
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