A diario nos preocupa la formación de nuestros hijos. No es fácil ser padre de familia y mucho menos saber exactamente cómo enfrentar los nuevos desafíos que esta tarea implica. Las nuevas tendencias culturales, políticas, sociales y hasta religiosas marcan tendencias que los jóvenes de hoy día siguen sin dudar e incentivan y promueven el consumismo desaforado, la pérdida de identidad y la ausencia evidente de una personalidad claramente definida.
Al buscar culpables encontramos que la primera que tenemos en la lista es la televisión. Y es verdad hasta cierto punto. Los nuevos formatos y temáticas televisivas realmente ofrecen muy poco de cultura, educación y formación. Los nuevos formatos están llenos de sexo, droga, modas y tendencias basados en una equivocada interpretación de las libertades del individuo.
La televisión es una industria, es un negocio que trabaja sobre la base de ganar dinero. Para eso crean productos que generen rating a toda costa así haya que irrespetar a los individuos.
Ahora bien, esa es la televisión. Pero, ¿y cómo padres qué hacemos para manejar el tema? ¿Somos guías, acompañamos a nuestros hijos cuando ven televisión o simplemente los dejamos a merced de lo que vean ya que «ellos entienden que eso no es de verdad»?
Debemos tener en cuenta que la influencia de la «tostadora mágica» en nuestros hijos es enorme, especialmente en los primeros años de formación, así que tanto nosotros como los maestros, somos los llamados a ser mediadores entre la televisión y los niños. Solo si los padres tenemos el conocimiento para orientar y educar adecuadamente el consumo de televisión se logrará que ésta no influya negativamente. Y este trabajo se logra con un trabajo mancomunado entre la familia y la escuela, unidos, hablando el mismo idioma, sin esconder la realidad pero si trabajando por la generación de una conciencia televisiva. Si en casa o la escuela el niño no encuentra quien le explique la complejidad del mundo (en la cual se encuentra la TV), hallará por fuera de ellas quien lo haga. Y el resultado puede ser catastrófico.
Un poco de ayuda efectiva no cae nada mal frente a este importante tema. Las siguientes estrategias le ayudarán de manera real a manejar la TV en casa:
1. Mejor enseñar que prohibir
Muchos padres ya sabrán que cuando algo se prohíbe más atracción genera en los niños. En este caso la solución al «problema» no está en prohibir que los niños vean televisión. Se trata, como dice Castro Caycedo (2007), de enseñarles a que sean críticos, analíticos y lógicos con respecto a lo que ven. Pero para alcanzar esa meta es necesario que los mismos padres sean críticos de lo que leen, ven y escuchan en los medios de comunicación y no queden absortos y fácilmente convencidos.
2. Primero lo primero
Según mediciones, referenciadas por algunos expertos como Yarce y Castro Caycedo, un niño colombiano ve 27 horas de televisión en promedio a la semana, es decir, más de 1.404 horas al año. Si relacionamos con el tiempo de asistencia a clase, para lo cual debemos descontar muchos días de descanso, festivos, vacaciones, etc., un niño realmente asiste a 32 semanas efectivas de clase lo que reduce su asistencia al salón a 6 horas diarias lo que multiplicado por 5 días hábiles nos da como resultado 30 horas semanales y 960 anuales lo que es 444 horas menos de lo que ve televisión. Como vemos es más el tiempo viendo tele que aprendiendo cosas nuevas junto con pares de su edad.
3. Vivir en familia
Los afanes de la vida moderna, la facilidad de contar con varios aparatos de televisión en casa pueden llevar a que vivamos más separados de lo que pensamos a pesar de vivir bajo el mismo techo. Es momento, especialmente ahora, que volvamos a vivir en familia y no necesariamente frente al televisor. Además, hay que aprovechar otros espacios como la lectura, el cine, el parque, la cometa, la bicicleta, etc.
4. La televisión no es la niñera
Como padres vemos la televisión como una herramienta de entretenimiento, de diversión al interior del hogar que nos ayuda en ciertas ocasiones para mantener a nuestros hijos «entretenidos», pero sabemos que esa no es la ruta. Somos conscientes que no todo lo que sale en televisión es adecuado para ellos y por ese motivo no podemos delegarle la función de cuidar y entretener a los niños.
5. Formarse
Así como los padres de familia y los educadores han evidenciado que les preocupa el impacto de la TV en los niños, también se hace necesario que tome conciencia de la importancia de formarse en el tema. La educación audiovisual es fundamental. Los padres de familia y educadores debemos formarnos en estos temas.
6. El amor y el diálogo
Suena a cliché, pero el amor lo puede todo. Trate de influir en sus hijos de manera armoniosa y amorosa. No ejerza presión, no sea grosero ni impositivo. No se desespera. A veces los cambios necesitan tiempo para que se evidencien.
Si trata a sus hijos con amor, les enseña con cariño, respeto y cordialidad verá los resultados muy pronto.
7. No olvidar las otras pantallas
Solemos centrarnos en la televisión por las razones ya expuestas. Sin embargo, es necesario hacer un llamado para que nuestras acciones de mediación no se vinculen únicamente con la «tostadora mágica» sino que los padres deben trabajar también para orientar positivamente a los niños frente a otras pantallas que igualmente traen aspectos buenos como malos.
Esas pantallas son la Internet, los celulares y los videojuegos, muy apetecidas por niños y adolescentes. Y lo son ya que permiten realizar varias actividades paralelamente, de manera interactiva, local y global. Pero también debemos tener en cuenta sus peligros (adicción, pornografía, sexting, violencia, etc.).
Finalmente, sin el manejo adecuado de la televisión en casa seguiremos observando impávidos como nuestros hijos se alienan a modelos y prototipos de comportamientos y actitudes, muchos de ellos alejados de nuestras tradiciones y cultura como sociedad y familia.
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