Después del paréntesis de la semana pasada (Inducido por los eventos), la discusión sobre las propuestas en materia educativa de los candidatos a la alcaldía mayor de Bogotá continúa con la propuesta de Enrique Peñalosa, candidato independiente pero que ha concretado apoyos de partidos como el conservador.

A diferencia de candidatos como Francisco Santos o Clara López que hacen disponibles versiones mas profundas de sus programas, es muy preocupante que Peñalosa solo haga disponible esta escueta propuesta; cabe anotar que a lo largo de la semana, solicité a personas que trabajan en la campaña de Peñalosa una versión mas completa de su plan de gobierno. Aunque accedieron, no recibí ningún documento, lo que en términos específicos de este ejercicio limita su poder explicativo pero en términos generales plantea serias dudas sobre el nivel de transparencia de la campaña y hace difícil saber por qué programa de gobierno se está votando.

Aun así, hay puntos en lo presentado por Peñalosa que dan pie a la elaboración de una serie de conclusiones. Una tiene que ver con la única cifra exacta que presenta, mas exactamente, los 35000 cupos técnicos y universitarios que propone para bachilleres. Si bien resulta interesante la idea de crear lo que Peñalosa llama una Red Universitaria, queda la pregunta sobre si, tomando en cuenta las realidades del acceso de los jóvenes a la universidad en la ciudad y el país, no resulta mas pertinente la creación de una red de instituciones técnicas. Por otro lado, su postura frente a la jornada única no dice nada realmente al no establecer metas concretas en términos de construcción de aulas, periodos de tiempo en lo que esto será logrado, y la manera en la que se implementará a medida que se construye la infraestructura necesaria. Por otro lado, lo referente a la calidad docente y la calidad educativa brilla por su ausencia. En momentos en los que se implementa un nuevo sistema de evaluación docente, el hecho que Peñalosa (O los otros candidatos ya que estamos en estas) no hablen nada al respecto deja un vacío que, solo se puede esperar, ojalá no sea llenado por grupos de interés que buscan torpedear el proceso evaluativo; el hecho que ni siquiera se hable de estudios de posgrado para los docentes en servicio (el manido recurso que siempre se usa bajo la suposición falsa que los posgrados garantizan calidad) deja ver lo árido de la propuesta (O por lo menos, lo poco estructurado).

Quedamos así con una propuesta que en el mejor de los casos aun tiene mucho por mostrar y que en el peor de los casos está terriblemente incompleta y no responde a las necesidades de la ciudad en materia educativa y ni siquiera se molesta en reconocerlas. Mas allá de cualquier sesgo ideológico que se pudiera tener, queda claro que la propuesta educativa de Enrique Peñalosa deja muchas dudas y plantea serios interrogantes sobre la continuidad de los esfuerzos llevados a cabo en los últimos años.