La noche del viernes 16 de junio, el paro docente más largo de los últimos años por fin llegó a su fin. En un acto en el Ministerio de Educación, la titular de la cartera, Janeth Giha y el presidente de FECODE, Carlos Rivas firmaron el acta de acuerdos de un paro que representó la suspensión de clases por más de un mes para ocho millones de niños y adolescentes, movilizó a más de 250.000 docentes en el territorio nacional y nos deja con un acta de acuerdos que tiene varios puntos de mucho cuidado que deben ser revisados para entender quién ganó y quién perdió con esta movilización.
Antes de hacer ese análisis, sin embargo, es necesario mencionar como este paro dejó de manifiesto la inexistente capacidad para la empatía del colombiano promedio. La inconformidad de la opinión pública (y de los medios de comunicación masivos) frente al paro se sustentó en las afectaciones que las marchas de docentes trajeron a la movilidad de la ciudad. Para rematar, sectores que pudieron colaborar para la resolución del paro terminaron agravando la situación. Enrique Peñalosa pudo haber ofrecido sus servicios como mediador de la negociación, sin embargo, optó por enviar el ESMAD para dispersar una marcha de docentes y dijo que aún no había considerado detener docentes involucrados ‘pero podríamos hacerlo’, enrareciendo un ambiente que terminó por empantanar aún más las negociaciones. Por parte de FECODE, la actitud camorrera y revanchista de Carlos Rivas y el resto de la junta directiva dejó en claro que más que reivindicar una serie de reclamos, su intención era cobrarle cuentas a la administración Santos, pasando por encima de los estudiantes e incluso, de los docentes que dicen representar; acciones como negarse a un mediador o no asistir a las negociaciones por irse de puente o encabezar mítines deberían hacer que los docentes de Colombia se pregunten por la idoneidad de quienes los representan.
Los 24 puntos del acuerdo suscrito por el gobierno y el sindicato cubren, en un principio, las reclamaciones que sustentaron la movilización en un primer momento, es decir, las relacionadas con la nivelación salarial, el régimen de salud, la jornada única y las primas extralegales, junto con otros puntos de negociación que se venían trabajando desde antes que FECODE decidiera acudir al paro como mecanismo de presión. Con respecto al primer punto, es claro que no había siquiera necesidad de incorporarlo al pliego de peticiones por cuanto, como se demostró, la demora en la nivelación venía determinada por que no se había determinado el aumento salarial para los servidores públicos en general, como lo sugiere el punto 2 del acuerdo. En lo referente al operador del sistema de salud (Punto 16), la situación tampoco presenta muchos cambios efectivos. Ambas partes ‘se comprometen a seguir trabajando’ para llevar a buen término la licitación y a ‘hacer vigilancia especial’ a los actuales operadores, sin determinar medidas específicas y dejando en el aire la sensación que se mantiene el estatus quo; si bien se establece un marco de tiempo para las acciones, el carácter poco específico de las mismas plantea dudas sobre la efectividad que puedan llegar a tener.
Por el lado de la jornada única, cabe mencionar que lo negociado pone de manifiesto la necesidad de estructurar la iniciativa para que vaya más allá de tener a los estudiantes dos horas más en los colegios (Punto 6), teniendo en cuenta aspectos curriculares y presupuestales. Sin embargo, el hecho de que FECODE haya centrado sus demandas en los requerimientos horarios de los docentes pone de manifiesto donde están sus intereses y pretende que una serie de consideraciones que deben ser abordadas desde lo pedagógico sean abordadas desde lo burocrático, un enfoque que, en Colombia, ha sido perjudicial para la calidad de la educación. Este enfoque burocrático también se manifiesta en la reactivación de la Junta Nacional de Educación, y la consagración, en el acuerdo, del programa de Escuelas Territorio de Paz, dejando en el campo burocrático temas de formación y desarrollo curricular que por su naturaleza misma no debieran pasar por una mesa de negociaciones sindical.
Cuando se revisa el documento del acuerdo, llama la atención como muchos puntos fueron incorporados en las negociaciones pero nunca fueron mencionados por parte de FECODE en su labor de divulgación de las razones del paro. Los puntos 7 y 8, relacionados con reformas al decreto 1075 de 2015 son puntos que tienen importantes ramificaciones con respecto a la vinculación de los docentes provisionales, la conversión de los docentes de apoyo a docentes de aula, lo que afecta la implementación de la jornada única debido a la reducción de horas en la jornada de estos; al mismo tiempo que también tiene implicaciones sobre la inscripción en el escalafón docente. Es importante que el MEN haga claridad sobre estos puntos, especialmente cuando hay un concurso de méritos en proceso.
Un punto central durante el paro fue el relacionado con la financiación de la educación. Este punto se relaciona con el porcentaje de fondos que el Sistema General de Participaciones (SGP) destina para los costos relacionados con la educación. Llama mucho la atención el hecho que FECODE pidiera una reestructuración del mismo a sabiendas que ese proceso debe llevarse a cabo a través de una legislación en el congreso (Ley 715 del 2001), especialmente cuando este es uno de los pocos sindicatos (si no el único) que puede decir que puso un senador en el congreso de la república; ¿Por qué Senén Niño, expresidente de FECODE no se ha pronunciado con una reforma a esta ley? Esa es una explicación que el senador debe darle al sindicato, pero sobre todo, al magisterio colombiano, que salió a la calle a hacer el trabajo del honorable senador. En ese orden de ideas, llama la atención que FECODE haya metido en el pliego de negociaciones el punto relacionado con unos juegos deportivos del magisterio, asegurando más de 4000 millones de pesos para su ejecución. En días de escasez de recursos, hay que preguntarse si el sindicato tiene una idea clara de las prioridades del sector, como para ponerse a hacer peticiones así.
El paro ha terminado y tenemos (en principio) garantía de una normalidad académica en cuanto los estudiantes regresen de vacaciones. Sin embargo (y corroborando el punto hecho por Óscar Sánchez hace unos días), el paro no se ha resuelto. El hecho que hayan quedado puntos sin acuerdo en el acta le da justificaciones a FECODE para volver a una movilización en próximos meses, especialmente cuando falta menos de un año para las elecciones parlamentarias y la primera vuelta presidencial; no resulta descabellado creer que el recuerdo del paro será aprovechado por candidatos en todos los lados del espectro para hacer campaña y pescar votos, y tampoco resulta descabellado pensar que Carlos Rivas no quedó con la inquietud de probar su caudal electoral, a fin de cuentas, logró movilizar cientos de miles de docentes durante poco más de un mes y quedó en el radar noticioso y político de Colombia. Solo el tiempo nos dirá si la educación colombiana realmente se vio beneficiada con este paro, o si, como ha sucedido últimamente, un sindicato mantuvo el estatus quo a beneficio de una camarilla olvidando a los docentes que representa.
Está usted algo desinformado, le recomiendo leer el documento que se firmó entre las partes. Los docentes APOYAMOS EN SU TOTALIDAD LAS PRETENSIONES DEL PARO. ¿Acaso no vio usted los miles de profesores que marchamos en las calles? Su artículo no es objetivo, es desacertado y tergiversado. Lea más.
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señor comentarista me gustaria qye se documentara un poco mas de las reales gondiciones de los maestros del sector publico y hable con ellos .esta igual que rcn y carcol
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