La discusión sobre la clasificación MIDE no para. Durante la semana pasada, el Ministerio de Educación Nacional ha estado defendiendo la clasificación de las críticas que han salido por parte de distintos sectores, aunque no con los mejores resultados. La ministra Parody, por ejemplo, le ha arrojado el agua sucia de la clasificación a las instituciones de educación superior mientras que su viceministra de educación superior, Natalia Ariza, ha optado por llevar la cosa a las redes sociales desde la línea discursiva de ‘Ustedes solo critican y no proponen’, mientras que otros funcionarios han optado por hacer ataques ad hominem a los críticos, sembrando aún mas dudas sobre la validez del instrumento utilizado.
Sin embargo, la revisión de la lista y la ubicación de algunas instituciones en ella sigue planteando dudas significativas. Mientras que la Escuela de Cadetes de la Armada ocupa el puesto 136, la Escuela de Ingenieros Militares ocupa el puesto 134 y la Escuela Militar de Aviación el puesto número 88 siendo el caso mas alarmante el de la Escuela Militar de Cadetes que ocupa el puesto 172 entre 183 instituciones. Estos resultados plantean una voz de alarma por varias razones: En primer lugar, están las obvias razones asociadas al hecho que, de acuerdo a los estándares de la clasificación, estas figuran como instituciones de baja calidad en sus prácticas y formación, lo que es particularmente preocupante cuando tomamos en cuenta a quienes forman estas instituciones siendo ni mas ni menos que los oficiales de las fuerzas armadas de la república con todas las responsabilidades que esto conlleva, especialmente en el caso de la Escuela de Cadetes Jose María Cordova… Si las decisiones que toman los graduados de este centro de estudios son decisiones que significan, literalmente, la vida o la muerte para otros, ¿Que se puede esperar de su capacidad para tomar estas decisiones cuando reciben formación de baja calidad? En contextos donde las obras que construyen los ingenieros militares son la primera presencia estatal, ¿Que se puede esperar cuando su formación es de tan baja calidad? Estas son preguntas que plantea inevitablemente la clasificación MIDE y que debe abordar el Ministerio de Defensa, entidad responsable por estas instituciones.
Podría sugerirse que no es tan importante porque a fin de cuentas, lo importante es que los oficiales graduados de esas escuelas sean buenos en su trabajo, pero una revisión de casos a nivel mundial prueba que ese no es el caso. La academia naval de la armada estadounidense en Annapolis (Maryland) es, por ejemplo, un centro de encuentro para la investigación oceanográfica mientras que la escuela de oficiales del Real Ejército Británico en Sandhurst (Inglaterra) es un centro de estudios de gran renombre en la teoría militar, con autores como John Keegan que han sido profesores en sus aulas.
Plantea también la pregunta sobre qué formación han de recibir los oficiales graduados en un posible escenario de postconflicto, formación que ha de venir determinada por el rol que tendrán las fuerzas armadas… ¿Protección de las fronteras? ¿Combate al narcotráfico? ¿Presencia estatal en regiones? La respuesta a esta pregunta es la piedra angular del replanteamiento de la calidad educativa en estas instituciones.
Finalmente, cabe preguntarse el papel que tienen los ministerios de educación y defensa sobre la gobernanza de estas instituciones. ¿De que manera debiera darse la intervención por parte del Ministerio de Educación? ¿Hasta que punto debiera intervenir? Mas allá de la pregunta sobre la efectividad de MIDE, que es una pregunta que debe seguir haciéndose y debe ser abordada por Mineducación de una manera mucho mas profesional y constructiva, es necesario pensar la calidad de la formación militar, parte vital dentro del funcionamiento de la nación.
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