En un mundo donde existen NECESITADOS & SOÑADORES …Asi se expresa nuestro querido Padre LUIS FERNANDO MUNERA SJ
¨Al terminar el 2016 hacemos balances y, ciertamente, vemos nubarrones en el horizonte. Sentimos que hay incertidumbre, que las cosas podrían estar mejor, que el mundo está inestable… Pero, ni las previsiones económicas, ni la reforma tributaria ni las dificultades de la situación internacional van a apagar nuestra esperanza.
Como sociedad, como país, hay mucho por construir, mucho por lo que luchar. Estamos iniciando un proceso de reconciliación, donde los acuerdos con la guerrilla de las FARC marcan un punto de inflexión importante pero no son los que determinan ni el anhelo de paz de los colombianos, ni los esfuerzos por perdonarnos y reconciliarnos. Este proceso, con sus luces y sombras, puede convertirse en una gran oportunidad de transformar nuestras relaciones.
La reconciliación nos precede. Desde hace muchos años, aun en los momentos más álgidos y difíciles del conflicto, la sociedad colombiana viene haciendo esfuerzos por la reconciliación y la paz. En todas las regiones del país, desde el Club del Nogal en Bogotá, hasta los rincones de Caquetá, Buenaventura, Chocó o el Oriente Antioqueño, entre otros, hay experiencias de perdón y reconciliación.
Muchos colombianos han decidido perdonar, vivir en paz, seguir adelante superando el dolor y el resentimiento. Esta decisión de sanar las heridas del pasado y mirar hacia adelante vale mucho más que los acuerdos y leyes que le van dando forma a un pacto político que llamamos el acuerdo de paz. La esperanza de construir una sociedad diferente y una paz estable y duradera tenemos que ponerla en los ciudadanos, en las personas, en los seres humanos que quieren construir un futuro diferente para ellos y para sus hijos.
Este ejemplo me inspira para pensar que, más allá de las previsiones sesudas de los analistas económicos o de los que estudian la situación mundial, la esperanza del 2017 tenemos que ponerla en las personas, en los ciudadanos.
Cada uno de nosotros tiene unos lugares muy concretos donde, con su trabajo y esfuerzo, puede sembrar y construir esperanza. La familia, ese lugar donde caminamos tan cerca, debe convertirse en un lugar de diálogo y escucha, en un lugar donde sentimos apoyo y compañía, el primer lugar para vivir la solidaridad. También nuestro trabajo: las grandes sociedades se han construido a partir del trabajo constante, perseverante y silencioso de sus gentes.
Somos ciudadanos. En el 2016 aprendimos que los ciudadanos pueden tener una voz capaz de sorprender. Fueron quizá experiencias incipientes, algunas fruto de la rebeldía y de la indignación más que de una reflexión sensata y con perspectiva de futuro, pero no importa, la voz de los ciudadanos se ha hecho oír. Esta nueva situación política es fuente de esperanza porque el sentimiento y la voz de los ciudadanos son hoy más independientes y tienen mecanismos para hacerse escuchar y empujar cambios en nuestras costumbres políticas.
Tratando de responder a la pregunta por las esperanzas para el 2017 sentí una cierta perplejidad, el ambiente parece pesimista y un velo de incertidumbre parece cubrirlo todo. La desesperanza y el miedo son una tentación. Caer en ella es negarnos la posibilidad de construir a partir de nosotros mismos, de las fuerzas interiores que cada uno tiene. Caer en la tentación de la desesperanza es bajar los brazos y dejar que las cosas vengan a nosotros sin buscar cambios, sin luchar. Aquellos que no tienen proyectos ni esperanza van perdiendo la sensibilidad por las cosas buenas y bellas y “les da lo mismo” actuar de una manera u otra.
La esperanza no está ahí caída del cielo, la esperanza podemos edificarla a partir de lo que somos y tenemos, esa es la invitación para el 2017: seamos constructores de la esperanza. El mundo se puede transformar y puede cambiar a partir de nuestro trabajo y esfuerzo, cada uno de nosotros, como un artesano que borda pacientemente una tela, puede ser un elemento de cambio positivo para que tengamos un mundo mejor. Mirar la vida con esperanza, como un proyecto en el que podemos aportar, con algo por qué luchar, mueve el espíritu y puede llevarnos a cumplir sueños que ahora quizá ni siquiera nos atrevemos a soñar…¨
Que no PERDAMOS ese MATIZ que dá un …
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LOS DIALOGANTES DE HOY
Padre LUIS FERNANDO MUNERA SJ
ALEJANDRO LOPEZ CONDE A.
FOTOS : ALEXANDER PINZON
Sin duda las palabras tienen su atractivo, siempre lo han tenido, y en este caso la palabra esperanza vuelve a sonar agradable como la ya muy manida de la paz. Lo que pasa es que no pasa de ahí, porque no respira trascendencia, el gran mal de la sociedad moderna en el cual también ha desembocado la religiosidad católica. Ya sabemos nosotros los seguidores de Cristo que la esperanza de su Evangelio es más trascendente que todas las demás, que para nosotros no vale hablar de ese sentimiento sino en términos de eternidad, no se trata pues de mencionar esa palabra por mencionarla, como hacen todos los hombres. Eso es demagogia. O le damos un sentido más elevado o no hablamos de ella. Llenarnos la boca pronunciandola, como se hace con la paz, y no mostrar ninguna esperanza nueva es traicionar nuestra fe. Así estamos. Perdimos el rumbo de nuestra sociedad, ya paganizada, y por lo tanto condenada a pagar el precio de una esperanza sin esperanza verdadera, sin esperanza real. Sólo la expectativa mundana, la misma de antes de Cristo, en los gentiles, que no en los israelitas verdaderos como Natanael que sí esperaban el reino de Dios.
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Dn ROLANDO y como hacemos para despertar que una PALABRA se haga una ACCION que nos y le aporte a esta SOCIEDAD..? Aunque esté desvalorizada debemos buscar formas de toma de conciencia ,que al igual que la PAZ nos demos cuenta de como debemos sumar nuestro grano de arena al momento actual…
Gracias por estar ahí y regalarnos su tiempo de pensar…FELIZ AÑO…!
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