“No llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”
Hipócrates
“Velar solícitamente y ante todo por la salud de mi paciente.”
Juramento de fidelidad profesional
Llegué muy temprano aquella mañana de un día cualquiera a la Clínica General del Norte, sede Chipre, Cartagena. Pocas veces vengo a este sitio. Sin embargo, después de la pandemia he visto el deterioro de mi salud y he venido una que otra vez. Pareciera que el mundo y sus males hubieran caído sobre mis espaldas por mi edad y también creo que a muchos de los que allí estaban les sucedía lo mismo. Quizás todo se le puede achacar al ambiente o a las “Benditas vacunas” que se desconoce el porqué salieron a la luz prematuramente con apenas unos cuantos meses de validación científica y el porqué el interés y la complicidad de gobiernos y de expertos en salud por obligar a las personas a aplicarse la tan cacareada inyección.
El sol canicular de este día aún no se mostraba sonriente como todas las mañanas víspera de los días santos. En la entrada un grueso número de maestros, maestras y familiares de estos, esperaban ansiosos, mientras se anotaban en una lista, para ingresar al edificio. Algunos se saludaban educadamente y se decían entre risas que esa era una de las únicas formas de reencontrarse, pues sólo lo hacían o bien en las citas médicas, o bien en los sepelios. Ya ni a las asambleas informativas del sindicato se va. La mayoría de ellos están desde las cinco o seis de la mañana esperando y esperanzados en salir de esa odisea innecesaria lo más rápido posible, pues están seguros de que su régimen de salud es especial según la Ley 91 de diciembre 29 de 1989. Es “ESPECIAL”. Perdonen el sarcasmo.
Es una lástima lo que se observa todas las mañanas, la afrenta que esta entidad brinda a quienes juiciosamente pagan para que atiendan la salud de ellos y la de sus familiares. Pareciera que estuvieran mendigando el derecho a la salud y a la vida. De régimen ESPECIAL de salud no veo absolutamente nada, salvo que no se paga cuota moderadora como en otros regímenes. Hasta he llegado a creer que el fin último de estas entidades, llámese E.P.S o I.P.S, no obstante ser empresas, es la ganancia a costa de la salud de las personas, no es la prevención ni nada que tenga que ver con ella como debería ser su misión, sino únicamente el lucro. Enriquecerse a costa de la salud y la vida del magisterio. Entes que fueron creados para succionar los dineros sin hacer egresos que justifique su función y misión social.
En estas entidades a cada instante se observa una prestación de servicios de medicina general, o de especialistas, o de odontología o de farmacia muy pésima que intentan lavar con unas edificaciones aparentemente modernas, pero con una atención que desdice de básicos principios humanos. Me imagino la cantidad de dinero que ingresa a sus arcas por los aportes de cuatro mil novecientos maestros aproximadamente, más los pagos que se hacen por los beneficiarios de estos.
Ciertamente puedo decir que para apartar una cita de medicina general se debe esperar una mañana entera en el teléfono y marcar una y mil veces hasta que te asignan una para quince o veinte días porque no hay agenda disponible. Cuando es especialista dos y hasta tres meses de espera, con el rosario en la mano para que no te la aplacen, porque el médico renunció, me imagino que por la baja remuneración, pues un profesional de la medicina bien remunerado tiene sentido de pertenencia y defiende su puesto. Pero si es por el servicio de farmacia las cosas no son diferentes: una mañana entera para recibir la medicina genérica y también esperar que no te digan que no hay y debes volver en otra oportunidad a perder una o dos jornadas, mientras tú debes inviertir tu dinero en la compra de los medicamentos, porque se te puede complicar la salud, por algo que debió cubrirse con el descuento que sagradamente realizan de tu salario mensual. Imagino que en eso a la Clínica General del Norte no se le puede aplazar el pago, ya que si así fuera no habría atención. Esas son las incongruencias de un servicio de salud que cada vez demuestra que debe cambiarse por otro que verdaderamente prevenga y cuide la salud de las personas, llámese maestros y maestras.
Entonces, de acuerdo a esa palmaria realidad surge la pregunta ¿Por qué está violentándose y desconociéndose la Ley 91 de diciembre 29 de 1989, el acuerdo 05 del 30 de diciembre de 2022, en su artículo 01 que modifica los numerales 1, 3, 8, 9, 10 y 12 del artículo 01 del acuerdo 09 de 2016 que aborda el modelo de atención, la cobertura, entre otros elementos sustanciales para la atención integral de los maestros y maestras, la cual se enmarca en, según la O.M.S, (1978), “La Atención Primaria en Salud es una estrategia que busca, mediante tecnologías y métodos sociales, clínicos y científicos, proveer asistencia esencial, continua e integral a las personas, familias y comunidades en condiciones de cercanía como primer elemento de asistencia sanitaria que se garantiza por ser de alta calidad, costo efectiva y prestación de servicios multidisciplinarios.”? Es decir, de acuerdo a ese argumento de la máxima autoridad de salud mundial, qué otra justificación objetiva y real debe plantearse para defender la salud integral y la vida de toda la población magisterial y no se siga jugando con ella. Es hora de que los líderes del magisterio tanto a nivel nacional, regional y local inicien una cruzada para que se cristalice un servicio médico que cumpla estándares de alta calidad, pues así como se exige la calidad en los procesos de formación de niños, niñas y jóvenes en edad escolar, haya reciprocidad para no morir en el intento de dignificar nuestra profesión y misión social.
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